El suarense que sueña un mundo con forma de pelota ovalada.
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A través de este deporte, y usándolo como excusa, Bautista Segonds busca formar valores y personas, además de tender puentes con distintos puntos del planeta y de la historia.
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"Nos pasó, por ejemplo, que un chiquito con leucemia terminal que estaba internado en el Hospital Garrahan, y que había escrito muchas cartas para chicos chilenos afectados por el terremoto del año pasado, pidiera que fuéramos a visitarlo. Y la energía y alegría que sintió en el momento en que llegamos, o el hacer un partido a beneficio para ayudarlo, todo eso colaboró para que tiempo después él pudiera salir hospital y hoy pueda estar con sus amigos".
El sueño del suarense Bautista Segonds ha ido mucho más allá de lo esperado: cuando en su momento pensó en crear un ente que conjugara la formación de personas y el rugby, lejos estaba de imaginar que la semilla prendería tan fuerte y que lo llevaría a lugares como los Andes o las islas Malvinas, o a atreverse a soñar con un partido en la Antártida o en la prisión sudafricana de Robben Island, donde estuvo encerrado Nelson Mandela.
Y la idea que lo impulsa es siempre la misma: usar el deporte para que la gente pueda entrenar sus valores, más allá de los idiomas, ideologías o fronteras.
"El rugby es una excusa. El proyecto apunta a difundir valores y generar líderes sociales nobles para dentro de 20 años. Queremos que cada vez haya más cosas que inspiren a los demás a copiarlas", comenta.
Esa fue la intención desde la creación de Rugby Sin Fronteras, la institución que preside el propio Segonds, y que ha realizado otros eventos benéficos como un partido solidario en el puente las ciudades de Gualeguaychú y Fray Bentos --que está cortado hace años-- en apoyo a los damnificados del terremoto de marzo del año pasado en Chile; o planear una cruzada por el Sahara para llegar a una comunidad insertada en pleno corazón del desierto.
"Desde que armamos RSF tratamos de hacer este tipo de cosas. Por ejemplo, para fin de año estamos organizando un tributo a Nelson Mandela en el patio de la cárcel donde él estuvo preso, en Robben Island. La idea es mostrar hasta dónde podemos llegar con un deporte tan noble.
"Este viernes (por hoy) volveremos a las islas Malvinas para jugar otro partido, como ya lo hicimos en 2009. Estamos enseñando rugby en un lugar ocupado por británicos, que no conocían el juego. De hecho, en este viaje llevaremos más de mil cartas que escribieron chicos argentinos a chicos malvinenses", cuenta.
Las ideas surgen y los lugares donde llevarlas a cabo parecen multiplicarse: un partido en la Antártida; un viaje al corazón de Argelia; o una pelota que recorra la Argentina desde Ushuaia a La Quiaca, y que lleven --como símbolo de apoyo-- Los Pumas al mundial que se jugará en Nueva Zelanda este año.
"Hay dos o tres proyectos más que todavía no están confirmados. Y también existe un montón de cosas que el rugby le debe a gente que hizo mucho por el rugby", dice.
Radicado desde hace 20 años en Capital Federal, reconoce que esta idea que en un principio parecía tan simple, terminó creciendo muchísimo y de golpe, y sólo por buscar hacer algo distinto.
"En su momento nos preguntamos cuál era el lugar más difícil para jugar un partido de rugby, y pensamos en las Malvinas. Y pudimos hacerlo: en las islas bajo el lema 'Sin fronteras ideológicas ni políticas', y cuando vayamos a la Antártida será 'Sin fronteras geográficas'.
"Lo que hicimos en las Malvinas fue histórico. No sé si las relaciones cambiaron mucho en estos dos años --es más, creo que empeoraron--, pero nosotros vamos a seguir yendo", asegura.
Durañona
El recuerdo a los orígenes del rugby en Suárez y al "Gordo" José Ramón Durañona --su principal promotor-- es una constante y un paso casi obligado.
"Nos llevó hacia este deporte, y hoy somos apasionados de esta actividad gracias a él. Creo que junto a mis padres (Roly Segonds e Isabel Albano) es el responsable de que yo haya salido idealista", recuerda.
Hoy, esa semilla plantada hace más de dos décadas por Durañona se traduce en la enseñanza del rugby a chicos con Síndrome de Down --la denominada modalidad tag rugby , que se juega sin contacto y con una cinta a la altura de la cintura--, o en varias villas de Capital Federal.
"En Buenos Aires hay cuatro chicos down por club, y el objetivo es unirlos a través del deporte y extender todo esto al interior del país a partir del año que viene. Y respecto a las villas, por ejemplo, los hermanos Dottra y Bianchi --todos de Coronel Suárez-- están enseñando y haciendo un gran trabajo en la Villa 31", cuenta.
Colaboración
Hay varias maneras de colaborar con la institución. Los interesados pueden sumarse a los viajes; o bien pueden convertirse en Amigo de RSF, haciendo un aporte voluntario mensual; o ser socios voluntarios, que colaboran y brindan parte de su tiempo para trabajar por la entidad. Para más información, se puede visitar la página web www.rugbysinfronteras.com.ar, o escribir al correo electrónico [email protected].
Un mensaje de amor y vinculación
El contingente de RSF partirá esta noche desde Capital Federal hasta Río Gallegos, llegará mañana cerca de las 14.30 a las islas Malvinas; y regresará el próximo sábado 19.
"Allá jugaremos partidos entre nosotros y le enseñaremos a jugar a los chicos malvinenses; también estamos viendo si podemos jugar con los soldados británicos que hay en el lugar", contó Luis Etchenique, otro miembro de la institución.
Además, harán una visita al cementerio de Darwin, donde los restos de los soldados argentinos; y se celebrará una misa ecuménica por la unión de los pueblos.
"El nuestro es un viaje apolítico, llevamos un mensaje de amor y vinculación", señaló.
Tocata en los Andes
"Nadie, nadie como ese equipo uruguayo entendió lo que es el espíritu del rugby".
El recuerdo de las 45 personas que viajaban en el avión de la Fuerza Aérea Uruguaya que se accidentó en la Cordillera de los Andes el 13 de octubre de 1972 --de las cuales sólo regresaron 16-- planteó a RSF un nuevo desafío: jugar un partido en cercanías del sitio donde esos hombres y mujeres sobrevivieron 72 días.
Así fue como el sábado 26 de febrero --el mismo día del cumpleaños de Segonds--, en una planicie ubicada a 3 mil metros de altura y a dos montañas de distancia del lugar del impacto, se delimitó una cancha y con algunos caños de PVC se armaron las haches.
"Era impensado que en ese lugar pudiéramos jugar correr 5 metros, porque era todo piedra; pero creo que fue la cancha más hermosa que vi en mi vida", cuenta Segonds.
El contingente, compuesto por 45 personas, estuvo también integrado por Gustavo Zerbino, uno de los sobrevivientes de la tragedia de los Andes y secretario de RSF.
"Él siempre nos dice que una de las razones por las que sobrevivieron en las montañas fue porque en situaciones de crisis extrema, se seguía priorizando el respeto: convivieron como un equipo y demostraron como nadie lo que es el esfuerzo, la superación y el amor a la vida.
"Pusieron al rugby en un lugar trascendental, y nosotros desde el rugby quisimos devolvérselo, haciendo un tributo a ese legado tan importante", comenta.
Así fue como un sábado a la mañana, y con la presencia de los suarenses Diego Bedouret, Rodolfo Serigos, Ricardo Villar, Luciano Rebolini, Wenceslao Segonds y Martín Hernando, se armaron dos equipos y se jugó un partido homenaje a las víctimas y a los sobrevivientes de aquel accidente.
"Antes de jugar, cuando hicimos la rueda en la mitad de la cancha, Gustavo se quebró y nos dijo que le habíamos traído a la montaña el partido que no habían podido jugar con los amigos y compañeros que quedaron en ella.
"Fue algo increíble. Adentro de la cancha éramos 30 jugadores, pero sabíamos que estábamos representando a muchísimas almas", recuerda.
Una vez terminado el encuentro, siguió la otra parte fuerte del viaje: un viaje de otras cinco horas a caballo hasta el sitio donde se encuentra el fuselaje del avión estrellado y el cementerio de las víctimas de la tragedia, a 3.800 metros de altura en el medio de los Andes.
Allí se celebró una misa y se dejó una pelota y una placa recordatoria. También quedó el premio que los ocupantes de aquel avión recibieron en 2004 de la International Rugby Board al espíritu de rugby, con la presencia del representante de la institución Hernán Rouco Oliva.
"En la cruz que hay en el lugar también pusimos la placa de RSF y una foto de José Ramón Durañona. Fue una experiencia realmente increíble", reconoce.

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