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Sin lugar a dudas que este 28 de febrero fue un día diferente, cuando en la Radio a primera hora comenzaron con la Panorama de Noticias y dieron cuenta de la necrológica, pensé quien seria?, sin imaginar que la persona fuera alguien tan cercana a mis afectos.
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Quedé tan perplejo que han pasado muchas horas y sigo ensimismado, sin poder borrar de mi mente el recuerdo de las palabras utilizadas para dar a conocer la noticia.
Para él tal vez una buena partida, para los que quedamos no, y no es por egoísmo sino por el dolor de su ausencia; cuando entremos al negocio ya no lo veremos sentado en su escritorio sacando cuentas con un papel y lapicera, como lo hiciera desde siempre, como si estuviera en la casa Ottino, donde llegara desde la casa Lusarreta, hace casi medio siglo.
Si la memoria no me falla este año se cumplirán 10 años de la apertura del negocio propio en la Calle Brandsen, en un momento muy critico del país.
Ayer mucha gente lo despidió, de Blanco y Negro, compañeros de una vida compartida, probablemente también se encuentre con muchos otros que partieron antes, como su hermano Manuel, el ruso Peckel, Poroto Chaves, el Gordo Aller, Chuiquito López, el Negro Mendoza, los hermanos Jesús y Eusebio Ibarra, el polaco Sledenew, el Laucha Eladio Sein, Cesar Lettieri, con quien integrara la Comisión Directiva, Luis Toyos, el Gringo Cerri y tantos otros que seria largo enumerar.
Como dijera Alberto Cortez, “cuando un amigo se va queda un vacío difícil de llenar”.
No se porque lo escribo, tal vez por la impotencia que se siente en estos casos, pero sentí la necesidad de hacerlo para desahogar la tristeza que me embarga.
Piquio Scialabba.