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“Pertenezco a la época donde los padres morían en la casa de los hijos”.
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La promesa para lograr una nota con el ex Intendente Municipal del Justicialismo fue no hacer ninguna pregunta referida a la política, porque dijo “eso es ya tiempo pasado”.
Una vez sostenido el acuerdo, y proponiéndole hablar sobre sus raíces alemanas, no tuvo inconveniente en deshilvanar recuerdos para traer al presente lo que significaron su padre, su madre y sus abuelos.
Su mamá Elisa Catalina Heintz, su papá José Wagner. Ambos apellidos denuncian que Ricardo Wagner es íntegramente de origen alemán desde su sangre.
Su mamá es una de las personas que vino en barco, con su familia, desde la lejana Rusia, siendo pequeña. En realidad, el primer lugar al que llegaron fue a San Pablo, Brasil.
Pero la diferencia entre el frío ruso y las cálidas temperaturas del trópico brasileño se cobraron la vida de una hija menor de la familia, por eso decidieron buscar asentarse más al sur y avanzaron para Argentina, entrando por la zona de Rosario hasta llegar a Coronel Suárez.
Recuerda la casa de sus abuelos, en el barrio Villa Grad, conocido como barrio El Fideo, y para identificarlo correctamente para las nuevas generaciones la zona donde hoy está el complejo deportivo del Club Boca Jrs.
Dice que siente cercanía hacia este club porque de chico veía flamear las banderas y tiene fresco en su memoria cuando el Dr. Lovecchio le entregó una Bandera Argentina a la recién nacida institución deportiva.
“La casa de mi abuela era muy humilde, de esas hechas de barro y a la que se le ponía paja vizcachera arriba del techo para que no goteara hacia el interior. Pero allí podía entrar el Presidente de la Nación si quería, porque había una limpieza, un orden y una disposición para atender al visitante que era admirable”.
Su padre, José Wagner, nació en una quinta donde se cultivaban verduras, por la zona que une Pueblo San José con el Balneario Municipal.
Quería ser mecánico; su padre no se lo permitió porque eran las épocas en que los padres elegían el oficio de los hijos. No pudiendo concretar este sueño, varias veces a la semana tomaba la bicicleta para ir a Arroyo Corto a aprender la profesión de sastre de un cuñado. En Coronel Suárez, don José Wagner siguió aprendiendo el oficio de Mauri, el abuelo del querido “Bocha”, y luego del reconocido sastre Broto, padre de don Carlos Broto.
Trabajó en este oficio que amó profundamente hasta el último día de su vida. Su hijo cuenta que aún cuando llegaba la ropa confeccionada de fábrica gustaba de dar vuelta las prendas totalmente y corregir lo que le parecía que no estaba muy bien.
“Fui amigo de mi padre. Tanto él como mi madre estaban dispuestos a aconsejarme, siempre atentos a lo que pensaba y sentía. Así como vi morir a mis abuelos en la casa de mis padres, también pude tenerlos en mi casa hasta que dejaron de existir. En los últimos años mi madre estaba en silla de ruedas y sus únicas expresiones eran reír o llorar. Cuando era Intendente y llegaba de La Plata, luego de unos días de ausencia, me recibía llorando y riendo y para mí era como si hubiéramos conversado a lo largo de 20 horas”.
Ricardo Wagner, de sangre alemana y recordando a los suyos con la sencillez de un hombre íntegro.