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Con esta simple frase Ramiro Llopis Durando cerró una charla que llevó adelante anoche en el Concejo Deliberante de Coronel Suárez, organizada por los Consejos Municipales de la Juventud, Discapacidad y Adultos Mayores.
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Es una persona oriunda de Tres Arroyos, de 32 años de edad, a quien, cuando tenía 22 años, la vida le cambió radicalmente al sufrir un accidente tras tirarse en una pileta sin agua.
Era la madrugada de una Navidad. El suceso le produjo una cuadriplejia y hoy no tiene sensibilidad de la cintura para abajo y no maneja la motricidad fina de las manos.
En su relato ante los medios periodísticos, y luego ante el público, recordó que los primeros cuatro años después del accidente no quería ver a nadie más que a sus familiares directos y a sus amigos.
Un buen día asistió a unos talleres de capacitación que brindaban personas que estaban en la misma condición que él y que le demostraron que tenían independencia para continuar con su vida, dentro de las limitaciones que produce no tener movilidad de sus miembros, pero con la autosuficiencia de haber implementado otros mecanismos y formas para valerse por sí mismos.
Comentó que “verlos a ellos, estar entre pares que se superaban en forma continua, me planteó el desafío de continuar con mi vida de manera normal, mas allá de las condiciones que ahora tenía”.
Hoy, Ramiro maneja un automóvil adaptado, trabaja en la fábrica familiar que está en Tres Arroyos, practica algunos deportes que le gustan mucho, como la natación (nada hasta un kilómetro), el esquí acuático (en una silla que el mismo se adaptó) y la pesca con sus amigos cada vez que puede.
Con el convencimiento de quien se lo demuestra todos los días, dice que “si uno quiere, seguro que lo logra, porque toda la fuerza está en la mente”.