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Sus hermanos habían hecho el nivel inicial en el Colegio San José, pero a los padres les quedaba en el barrio esta escuela, por lo que cuando más o menos tuvo edad para ir a la última salita de jardín, en realidad la mandaron a la escuela primaria.
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Descubierto el “error”, debió hacer dos veces primero inferior, para cumplir con la edad establecida entonces para el ingreso en el nivel primario.
Era junto a Ricardo Ferreyra la más pequeña del aula, la que iniciaba la fila, la que iba primera en los desfiles patrios, la que pasaba muchas veces a izar o bajar la bandera y la que tomaba siempre participación en las actividades especiales.
Guarda su paso como alumna de la Escuela Nº 9 como uno de los recuerdos más preciados en su corazón y, siendo docente, deseó con toda el alma poder regresar a este establecimiento en calidad de maestra.
Los derroteros de la profesión la llevaron por otras aulas, otras comunidades educativos y otros alumnos, pero el cariño por esta escuela y el recuerdo de sus queridos compañeros la hizo volver en el día de ayer, para traspasar la histórica puerta.