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Norma Giacomoli, impecable y encantadora como siempre.
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Fue en el acto de reencuentro de los alumnos de la promoción 1960 de la Escuela Nº 9, oportunidad en la cual, luego de decir unas palabras, la maestra Norma Giacomolli –tan linda como siempre, como cuando despertaba la admiración y el enamoramiento de sus pequeños alumnos, ahora hombres y mujeres que peinan canas- les entregó “con el cariño de siempre”, como firma al pie, un escrito con los deseos para el año próximo.
“Por un año lleno de piedras”.
El distraído tropezó con ella.
El violento la usó como un proyectil.
El emprendedor construyó con ella.
El caminante cansado, la usó como asiento.
Para los niños fue un juguete.
Drummond hizo poesía con ella.
David mató a Goliat. Michelángelo extrajo de ella, la más bella escultura.
Y en todos los casos, la diferencia no estaba en la piedra, sino en el hombre.
No existe piedra en tu camino que no puedas aprovechar para tu propio crecimiento.
Que el 2011 sea un año así; lleno de piedra.
La diferencia la haces vos.
Previamente, esta apreciada maestra de 6º grado de la Escuela Nº 9 había hablado, emocionada, a un grupo ya adulto de ex alumnos que hace 50 años atrás se despidieron del establecimiento y repetidamente los había llamado “Mis queridos alumnos”, agregando que “mis chicos de la Escuela 9 son los mejores, los más buenos alumnos. Nos encontramos aquí hace 50 años atrás, ustedes con sus 12, 13, 14 años, yo con mis 27, feliz de enseñarles todo lo que necesitaron para enfrentarse al mundo. A algunos de ustedes me los encuentro siempre, con otros me veo en el día de hoy. Estoy feliz de verlos, como hace 50 años atrás”.
Al llegar al establecimiento, ya reunidos los hombres y mujeres de hoy, niños de antaño, Norma Giacomolli fue recibida con un cálido aplauso por todos los presentes que la aguardaban en el lugar donde se hacían los actos escolares y que hoy ha quedado transformado en un amplio pasillo y lugar de recepción para las visitas.