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Una cruz amarilla sobre el lateral izquierdo de la pared blanca y un vitral de la Virgen María al fondo. Son las marcas distintivas de la bóveda en la que descansarán los restos de Néstor Kirchner. Desde esta mañana, en el cementerio de Río Gallegos, un grupo de obreros trabaja contrarreloj para dejarla lista.
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Lijan, pintan, repasan. Arrodillados o sobre escaleras emprolijan los blancos y amarillos de la bóveda de Carlos Arturo Kirchner, un tío del ex mandatario. Tienen que terminarla hoy. Esa es su misión.
En el cementerio vallaron la calle interna que lleva hasta la bóveda en un intento de alejar curiosos y ayudar a que los obreros terminen su trabajo. Pero el pequeño panteón está sobre la misma avenida de la entrada principal y sus finas rejas verdes permiten ver todo lo que sucede detrás de ellas. Mañana, dicen, no será así. La privacidad de la familia Kirchner será resguardada al máximo y sólo podrán acceder y ver sus allegados.
Esta tarde, Clarín.com pudo ver cómo tres obreros le daban los últimos retoques, mientras personal de la custodia presidencial iba y venía monitoreando todo. Algunos vecinos de la ciudad se acercaron hasta el cementerio ante la novedad: "Están pintando la bóveda", cuchicheaban entre ellos.
"¿A qué hora llegan mañana?", se preguntaban unos a otros, los empleados del cementerio. Ninguno de ellos tenía respuesta.
Los santacruceños quieren despedirse del ex presidente y piden en las calles una ceremonia en el Boxing Club, un emblemático lugar que vio a Néstor Kirchner encabezar decenas de actos. Allí, además, quieren darle las condolencias a Cristina Kirchner y su familia.
Sobre la avenida Beccar sobre la que se emplaza el cementerio, los taxistas de la cooperativa Malvinas Argentinas ya lo han hecho: "Nuestras condolencias. Fuerza Señora Presidenta", dice un cartel que han colgado. Sus 32 taxis trabajan en la puerta. Alejandro atiende los pedidos en un pequeño puesto y cuenta que lo mandaron a hacer ayer y lo subieron hoy "para darle todo nuestro apoyo a Cristina".
Los visitantes al cementerio entran y salen con sus propias tristezas, pero no por eso dejan de mirar lo que sucede detrás de las vallas. Ellos, desde su silencio, saben lo que ocurrirá mañana y entienden el duro momento que atraviesa la Presidenta.