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Siempre sonriente, solidaria, afable en el trato.
Haydee sembró y llegó la hora de la cosecha.
Sus chicos del Jardín, sus compañeras de trabajo y las familias del Barrio San Martín se unieron en una despedida memorable.
En el patio del Jardín Nº 905 se descubrió una placa debajo de un sauce que ella plantó.
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La belleza de una persona se refleja en su alma, en el cuidado que ofrece a los demás con amor y en la pasión que se muestra por cada cosa que hace.
Bajo esa inspiración el Jardín de Infantes Niñito Jesús del Barrio San Martín se reunió en un cálido acto con la presencia de alumnos, ex alumnos, docentes, ex docentes y la familia de la comunidad para despedir a Haydee Charbonier de Rosales, con una trayectoria como portera de casi 30 años.
Siempre solidaria, sonriente, afable en el trato y con una actitud tan amiga que se hizo proclive a la confidencia, a escuchar atenta y al consejo en mas de una ocasión.
Fue muy emotivo el momento cuando Nancy Masson leyó su primer informe como auxiliar de la educación y a partir de allí el acto se transformó en un ir y venir constante de emociones y reflejos de todo cuanto Haydee sembró a lo largo de sus años de servicio en el Jardín Nº 905, donde siempre supo convertir los pequeños gestos cotidianos con grandes expresiones, endulzando así la vida diaria en el Jardín.
La Directora del establecimiento, Laura Ramos, leyó su último informe y, en representación de la Cooperadora, Silvia Saffores de Vander Tuin tuvo también palabras de despedida.
Los chiquititos del Jardín interpretaron una hermosa canción, hubo entrega de flores y otros presentes que adornaron la inolvidable tarde de primavera, donde Haydee Charbonier de Rosales recibió el inmenso regalo de la sincera despedida.
No faltó Silvia Bellisomi, compañera, amiga e histórica Directora del Niñito Jesús, quien se refirió al significado de tantos años compartidos, para despedirse con un interminable abrazo y el sincero aplauso de todo el público presente.
Se proyectó un video, las compañeras y Cooperadora entregaron un hermoso presente y no faltó el tango como agasajo central, a cargo de Albino Lang.
Un gracias enorme fue la sincera expresión que dejó Haydee, donde sus ojos daban cuenta de todo el significado que ha tenido para ella su segundo hogar, el trabajo, el Jardín Niñito Jesús, donde allí, por última vez, acompañada de sus seres queridos, compartió un acto merecido y calido.
Posteriormente la invitaron hasta el patio del Jardín donde le esperaba una sorpresa: se descubrió una placa debajo de un hermoso sauce que ella plantó en el año 1997 y que quedará como mudo testigo de su paso por el Jardín y todo lo que representó en los últimos 30 años.
Con todo amor el acto concluyó con un refrigerio especialmente preparado para la ocasión y frases contundentes señalando que “si en vez de abrir solo nuestros ojos, podemos abrir también nuestro corazón, siempre veremos mas allá y descubriremos los pequeños milagros que encierra cada día”.
Haydee de Rosales siempre se debe haber puesto como meta hacer feliz en su andar a quienes la acompañan y así fue despedida con toda felicidad.