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¿Huele a tierra mojada?
Por Florencia Gaitán.
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Cuando uno está durmiendo suena el despertador y escucha la lluvia que golpea en el techo, este fenómeno se transforma automáticamente en la musa que lo invita a quedarse diez minutos más en la cama.
Descubrimos que es la banda sonora perfecta para nuestros sueños: la cama se vuelve más calentita y cómoda, el sueño vuelve muy rápido y esos escasos diez minutos parecen ser una eternidad.
Pero afuera, la vida continua y no todos piensan que la lluvia sea una maravilla… ¿o si?
Mientras llueve en la madrugada una persona en una plaza intenta dormir en un banco, debajo de varios diarios que colocó sobre su cuerpo para impedir que el agua le cale los huesos.
En el campo, un paisano mira al cielo y se emociona. Sabe que lo que esta cayendo no es sólo un líquido, si no más bien una bendición y un futuro para su familia, sobretodo luego de la inmensa sequía que nos ha tocado atravesar.
Un estudiante espera un taxi, intentando que su paraguas no permita que las gotas “danzarinas” alcancen el trabajo práctico que le llevó un mes realizar.
El señor de un puesto de diarios todavía no despliega su arsenal y mira con recelo a los tres clientes habituales, que hoy pasaron de largo apurados para no mojarse.
Una abuela prepara tortas fritas, con todo el amor del mundo, para que sus nietos coman en el desayuno.
Una mujer mira por la ventana y piensa en cómo hará para salir de su casa y dirigirse al trabajo, ya que, como de costumbre, tras los primeros milímetros de agua la cuadra de su casa quedó totalmente anegada.
El tránsito, minuto a minuto, empieza a congestionarse. Todos quieren estacionar en la puerta del trabajo, el colegio de los chicos, el supermercado. Parece que en los días de semana la lluvia es ácida y quema.
Así y todo algunos aprovechan para salir a correr o caminar. No pueden explicar la satisfacción que les produce sentir el frío del agua en la cara.
Los más agraciados (léase aquellos que no tienen que estudiar ni trabajar y disponen de lindas sumas de dinero) saben que los días de lluvia son la jornada ideal para una buena sesión de shopping.
Mientras tanto, en un barrio muy humilde, un padre de familia sabe que los días de lluvia son especiales para volver a preocuparse por que sus hijos no sean alcanzados por ninguna de las tantas goteras que su modesto hogar posee.
Infinitas gotas, infinitas situaciones, infinitas emociones.
Cada uno vive los días de lluvia de manera diferente, dependiendo de su situación personal y emocional.
Mis diez minutos más en la cama se transformaron en más de media hora; media hora que estaría destinada a la creación de este texto y que le fue arrebatada, empapada por un extraordinario chaparrón de sueños.