Imprimir Página | Volver a página de inicio

“Volver”.
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
Columna de opinión.
Por Florencia Gaitán.
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
Nuevamente llega el 6 de Agosto, como cada año, claro. Pero esta vez para mi es diferente.
Recuerdo cuando era chica, y esperaba con ansias esta fecha para faltar al cole, reunirme con mis amigas en una casa y caminar por el boulevard Alsina hasta el centro para ver el gran desfile. Desde la vereda soñaba con ser algún día la Reina, saludar a todo el pueblo con un tapado de piel o también me hubiera gustado formar parte del “elenco” de María Elena y su clan. Ser paquita era el sueño de todas las niñas…
Cada año, la historia y los sueños se repetían. Fui creciendo lógicamente, pero el desfile cívico seguía siendo una buena ocasión, ya que ahora representaba una oportunidad para ver a los chicos que nos gustaban y caminar sola con mis compañeras por el centro y así sentir que por unas horas ya era una persona adulta.
Algunos años más pasaron, me tocó participar de tan importante acontecimiento con mi querido ex Colegio Nacional, pero de a poco le fui restando importancia. Ya no necesitaba ir hasta el centro para encontrarme con amigos o para sentirme un poco más grande.
Cuando uno es adolescente cree que la ciudad es suya, literalmente. Pero también empieza a molestarte esa ciudad que te pertenece porque sí. Molesta la gente que da la vuelta al perro, molesta que haya dos bares y que ninguno se llene, no gusta que el boliche abra la pista a las 4:30 hs., porque aun te parece temprano y para qué hacer comentarios sobre lo que un joven piensa del desfile. Es casi evidente que el chico que querés ver no pase ni por la esquina. Ni siquiera te resulta interesante verlo por televisión.
Un día elegí irme a estudiar a Bahía Blanca. Pensé que por fin iba a estar en una ciudad como la gente, con muchas oportunidades para divertirse, sea martes, jueves o sábado; una ciudad en la que permanentemente circulan autos, colectivos, bicicletas, gente que viene y que va, un shopping para pasar fines de semana enteros.
Nunca hice nada de esto. No salí ni martes, ni jueves, ni sábados. Me molestaron los colectivos, todos y cada uno de los días que viví en ese lugar. En los casi cuatro años que residí en Bahía Blanca, sólo fui una vez al codiciado shopping y me di cuenta de que en realidad, es un pueblo grande. Empecé a experimentar un rechazo por la ciudad portuaria y cada día que pasaba sentía que lo único que quería era despertarme en Coronel Suárez.
Durante mis años de estudiante no concurrí a ninguno de los desfiles cívicos, mis responsabilidades y mi programa de estudio me lo impidieron y aprendí a recordar el 11 de Abril, aniversario de la fundación de Bahía Blanca, porque ese día me libraba de la cursada.
Es triste pensar en cómo a algunas cosas que eran casi fundamentales cuando éramos chicos, con los años les vamos restando importancia. Y como me pasó a mi, tuve que desarraigarme para darme cuenta de lo maravillosa que es nuestra ciudad, de lo importante que resulta para todos los suarenses festejar cada año su aniversario, celebrar que estamos creciendo pero que a pesar de eso seguimos siendo un pueblo con todo lo que ello implica.
Este año decidí y necesité volver a vivir en Coronel Suárez. Con apenas algunos finales por rendir para recibirme de periodista, me di cuenta de que mi futuro está en esta localidad. No podría imaginarme viviendo y desarrollando mi profesión en otro lugar. Acá esta mi infancia, mi barrio, mi club, mi gente.
A partir de este 6 de Agosto, volveré a concurrir al desfile cívico y demás festejos por el aniversario de la ciudad, esta vez desde mi nuevo rol, pero después de tantos años lejos me siento, esta vez más que nunca, orgullosa de ser suarense.