Hoy se cumplen 10 años del trágico fallecimiento del Dr. René Favaloro.
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Revolucionó el campo de la cirugía cardiovascular.
Su trato con la muerte.
Jacinto Aráuz, su pueblo lo recuerda a cada instante con el denominado “Turismo de corazón y sal”.
Lea aquí las cartas dirigidas al Presidente De La Rúa y al Diario La Nación, donde alertaba que estaba solo en esta sociedad.

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Hace 10 años atrás los argentinos, conmovidos y abatidos en pleno proceso de la decadencia argentina de aquella época, perdíamos a uno de los hombres más brillantes de la ciencia mundial.
Con el mismo sentimiento de abatimiento, que por entonces nos invadía a todos los argentinos con la caída de un proceso democrático que terminó con la renuncia del Presidente y caos generalizado, el Dr. René Favaloro, el brillante hombre de la ciencia, el que revolucionó el campo de la cirugía cardiovascular en el mundo, se quitaba la vida en un hecho que aun hoy esta lleno de interrogantes, pero que no invalida para nada, sino que al contrario, agiganta aun mas su figura.
Hoy, Jacinto Arauz sigue tras los pasos del médico rural, todos son recuerdos de esta inmensa figura que nos dejó un legado de principios y condiciones morales.
Destacado médico argentino, revolucionó el campo de la cirugía cardiovascular con sus descubrimientos que alcanzaron prestigio internacional.
En el país pudo concretar el inicio de la fundación que lleva su nombre, para fomentar la investigación y la docencia.
Favaloro nació el 12 de julio de 1923, se graduó en 1949 y ejerció 12 años como médico rural en la localidad de Jacinto Aráuz. En 1962 se fue a la Cleveland Clinic, donde ganó fama y prestigio mundiales. Entonces decidió regresar al país, en 1971, para crear, cuatro años más tarde, la Fundación Favaloro, a la que imaginaba idéntica a la Cleveland estadounidense.
La Fundación le permitió formar más de 400 médicos residentes bajo su supervisión, atender más de 347.725 consultas, 273.276 estudios no invasivos, 19.262 cateterismos, 5.894 cateterismos terapéuticos, 470 trasplantes y 20.174 cirugías.
Su trato con la Muerte.
"Todos nos vamos a morir. No tengo miedo: me codeo con la muerte todos los días. Mi madre murió a los 91 años, mi padre a los 86; pero eso no quiere decir nada. A pesar de venir de una familia profundamente católica, creo que ''Chau, bueno, se terminó para siempre''. Por eso cada día hay que tratar de hacer lo mejor para uno, la familia y la sociedad. Lo que va a quedar es el recuerdo".
Nacido en La Plata, hijo de un carpintero y de una modista, René Favaloro vivió una infancia pobre en el barrio El Mondongo, un barrio de inmigrantes. De su padre, a través de la carpintería, logró una sorprendente habilidad manual.
En los potreros aprendió a amar el fútbol y se hizo un hincha fanático de Gimnasia y Esgrima. Estudioso, fue un alumno aplicado, que hizo de la autodisciplina una filosofía de vida. Finalmente decidió inclinarse por la medicina.
En 1949 se graduó como médico en la Universidad Nacional de La Plata. Para él, la medicina era un apostolado, tal como la consideraban los maestros griegos. Desde que era estudiante había pensado en ejercer su profesión en algún pueblo del interior.
En 1950 se radicó en Jacinto Aráuz, un perdido pueblito de La Pampa. Se integró con los lugareños, lo que le permitió ir descubriendo las profundas necesidades sanitarias de su pueblo. Casado con María Antonia, su novia de la escuela secundaria, Favaloro pasó a ser en ese rincón pampeano el médico de todos.
Austero, vivió con su mujer en una vieja casa. En su libro “Recuerdos de un médico rural”, cuenta: “En ella empezamos a organizar eso que llamamos clínica y que, en verdad, era sólo un centro asistencial adecuado a las necesidades de la zona".
Dos años después de la radicación de Favaloro en La Pampa, llegó su hermano, también médico, y con grandes sacrificios armaron una sala de cirugía. Empecinados, trabajando más de 12 horas por día, los dos hermanos pudieron por fin comprar un equipo de rayos X. Escribía: "Todo lo que ganábamos lo invertíamos para agrandar y mejorar la clínica. Jamás compramos una sola hectárea de campo en Jacinto Aráuz."
Pero su destino no era el de ser un buen médico rural y decidió buscar otros horizontes y profundizar su especialización en la medicina. Así, viajó a los Estados Unidos, a la Cleveland Clinic, para acrecentar sus conocimientos en cardiología. Allí permaneció durante diez años, dedicándose a la investigación y a la práctica de modernas técnicas quirúrgicas.
Llegaría así su gran y trascendental aporte a la cirugía cardiovascular: la técnica del bypass, es decir, la cirugía directa de revascularización miocárdica, una técnica que desarrolló él personalmente y que consistía en salvar las obstrucciones en los vasos sanguíneos al construir un puente entre dos venas o arterias.
La primera operación la hizo con una técnica personal y distinta a las que se utilizaban en ese momento: reemplazó el trozo de arteria coronaria dañado por una porción de vena safena.
En 1992, The New York Times lo consideró un "héroe mundial que cambió parte de la medicina moderna y revolucionó la medicina cardiaca". El diario estadounidense no exageraba: Favaloro realizó 13.000 by-pass hasta sus 69 años, cuando decidió dedicarse íntegramente a la enseñanza.
Su paso por la célebre Cleveland Clinic, sus hallazgos científicos, le dieron un prestigio internacional que su modestia trataba de atenuar. Es larga la lista de distinciones internacionales que recibió. Pero la que mas lo emocionó fue cuando en 1980 la Universidad de Tel Aviv lo designó Doctor Honoris Causa.
Las ofertas de clínicas de prestigio internacional, que Favaloro recibía en forma permanente, no pudieron disuadirlo de su regresó a la nuestro país. Regresó a la Argentina en 1971, con la determinación de poner a nuestro servicio su prestigio y méritos en aras de lograr que la medicina estuviera al servicio de la gente. Una vez en el país, su centro de operaciones fue el Sanatorio Güemes; posteriormente crearía la Fundación Favaloro. En el Sanatorio Güemes se hizo cargo del Departamento de Diagnóstico y Tratamiento de Enfermedades Toráxicas y Cardiovasculares.
Tenía por objetivo, además, fundar una escuela en esa especialidad, convocando a una pléyade de médicos que estuvieran en la cima de la técnica profesional en su tiempo. Favaloro era una figura querida y respetada por toda la sociedad, que lo veía en televisión en programas periodísticos y de interés general difundiendo conocimientos básicos para la prevención y el tratamiento de enfermedades y demostrando una preocupación sincera y profunda por los problemas sanitarios. Su nombre también aparecía ligado a gestos caritativos en favor de sectores muy humildes de la población, actos que ocultaba con un pudor que no podía disfrazar su esencial nobleza.
Desde entonces su prestigio fue en aumento. Organizó la Fundación Favaloro, que ha realizado decenas de trasplantes de corazón en el país. Nunca tuvo pelos en la lengua, denunció la corrupción de la dirigencia política y propugnó una medicina social al servicio del hombre. Le gustaba hablar sobre casi todos los temas, con palabras sencillas pero cargadas de crudeza lógica, que normalmente provocaban rechazo en los sectores de poder.
Como Médico lógico y cabal, no dudó en dar a conocer nuevos conceptos, que no siempre caían bien en sus colegas, como el que tomar con moderación un poco de vino y unos tragos de whisky podrían prevenir la ateroesclerosis.
La recurrente crisis económica argentina, las fatigosas y al parecer imbatibles trabas de la burocracia y la desidia estatal, angustiaron a Favaloro y le hicieron temer por el futuro de su Fundación. Ante tanto abatimiento decidió quitarse la vida. El hecho trágico e inesperado produjo una gran consternación popular. A Favaloro se lo admiraba por su pericia como uno de los mejores cardiocirujanos del mundo, pero más aún, se lo quería por su humanidad que desbordaba más allá de la compleja y sofisticada profesión.

CARTA DE RENE FAVALORO AL PRESIDENTE DE LA RUA
Al Presidente, Fernando De la Rúa

Estimado Fernando:
Te escribo estas líneas porque nuestra Fundación está al borde de la quiebra. Tenemos emergencias ineludibles que deben solucionarse en los próximos días. Necesitamos alrededor de 6 millones de pesos.
No tengo conexiones con el empresariado argentino. A veces choco con algunos 'peces gordos' como Amalita o Goyo Pérez Companc. Por eso, uno de los pedidos que te hice en nuestra última charla era que utilizaras tu influencia para conseguir la ayuda que tanto necesitamos.
En fin, te ruego que influyas para conseguir una donación urgente, creo que es el camino más corto. Perdonáme por el pedido. Te escribo desde la desesperación. Nunca en mi vida estuve tan deprimido.
Con el afecto de siempre...

CARTA DE RENE FAVALORO AL DIARIO "LA NACIÓN"
Al Director del Diario La Nación:

Estoy pasando uno de los momentos más difíciles de mi vida. La Fundación tiene graves problemas económico-financieros. Se nos adeuda 18 millones de dólares y se hace cada vez más difícil sostener nuestro trabajo diario, que como siempre se brinda a toda la comunidad sin distinción de ninguna naturaleza, con tecnología de avanzada y personal altamente calificado.
Le envío una nota que destaca algunos hechos recientes; vea cómo se me trata en el mundo, en contraste con lo que sucede en mi país. Me refiero a aquellos vinculados al quehacer médico. La mayoría de las veces un empleado de muy baja categoría de una obra social -gubernamental o no- o de PAMI ni contesta mis llamados.
En este último tiempo me he transformado en un mendigo. Mi tarea es llamar, llamar y golpear puertas para recaudar algún dinero que nos permita seguir con nuestra tarea.
Sólo quiero decir que el final se acerca de a poco. No es para que te asustes, pero todo está consumado, y siento que estoy solo en esta sociedad, realmente, de mierda.
René Gerónimo Favaloro - 29 de Julio de 2000.

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