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14 de junio de 1982, una fecha olvidada.

El dolor de los Veteranos de Guerra.

Muchas veces nos preguntamos sobre el significado de la palabra “desmalvinización” de uso muy frecuente entre quienes invocan lo relacionado con la gesta malvinense y la política desarrollada antes y después en defensa de nuestros derechos soberanos sobre el Archipiélago.
Quizás existan diversas interpretaciones según intención y circunstancias de quienes la emplean, muchos sinónimos podrían expresar su significación, olvido, ingratitud, desdén, relego, ocultamiento, desinterés, insensibilidad, renunciamiento, etc; pero nadie duda que el inicio de su acción se remonta al momento mismo del arribo de los combatientes al continente y se prolonga hasta nuestros días, lamentablemente cada vez con mayor intensidad.
Convengamos que su vigencia se debe en parte al exitismo, característica que distingue a los argentinos de hoy, y su práctica constante conspira decididamente contra los valores elementales que debería sustentar nuestra sociedad.
Las operaciones que se desarrollaron en defensa de las entonces recuperadas Islas Malvinas requirieron la participación de un grupo de hombres que, más allá de la opinión que pueda merecer el planeamiento estratégico del conflicto, abnegada y sacrificadamente ofrendaron sus vidas por la Patria. Este hecho, enunciado sobria y simplemente, merecería el respeto, agradecimiento y recordación de todos los argentinos, máxime de los de su generación, que palpitaron y vivieron contemporáneamente los acontecimientos.
Vale la pena entonces echar una mirada retrospectiva a lo acontecido el 14 de junio próximo pasado, fecha en la que se conmemoró el 21º Aniversario del cese de las operaciones militares en Puerto Argentino, oportunidad en la que sucedieron allí la mayor cantidad de bajas, por ello la designación de “Día de la Resistencia Final”, una fecha para el recuerdo, el homenaje y la reflexión. La conmemoración estuvo caracterizada por un casi generalizado silencio, no existió desde el ámbito oficial o privado una sola palabra para aquellos héroes que en cumplimiento del viejo precepto constitucional “armarse en defensa de la Patria”, inmolaron sus vidas durante los combates. Los medios de comunicación social, especialmente la prensa escrita, no dedicaron un espacio destinado a una pequeña y simple recordación, por supuesto no referida a la defensa de la decisión política adoptada, sino al sacrificio y abnegación de los combatientes, solo algunos canales de TV hicieron una escueta referencia a los escasos actos realizados y un canal de cable de la zona Oeste transmitió en directo el oficio religioso.
Lo grave de lo anterior es que la indiferencia se ha extendido a todo el cuerpo social, incluso a quienes por haber sido camaradas de los muertos en combate y haber vivido junto a ellos las mismas vicisitudes deberían actuar de diferente forma. Merece destacarse las consecuencias que tal actitud provocará en la formación de los jóvenes escolares.
Que triste conmemoración y siguiente “día del padre” habrán tenido los combatientes y los familiares de los anónimos héroes cuyos cuerpos permanecen en las aguas del gélido Atlántico sur y en la turba malvinense como símbolos de nuestra indiscutida soberanía.
En nuestra ciudad capital solo tres actos realizados en fechas próximas entre si, conmemoraron el acontecimiento en Villa Lugano, Plaza San Martín y Catedral Castrense Stella Maris, a los que solo asistieron autoridades castrenses, representantes de entidades patrióticas, de las FFAA, FFSS y reducido número de veteranos. Coincidente con lo dicho fueron los conceptos emitidos en los dos últimos, que publicamos por separado y en los que campea un denominador común, la ausencia de agradecimiento y la ingratitud.
Vivimos momentos en los que la ciudadanía se encuentra expectante ante anunciados, esperados y necesarios cambios que permitan a los argentinos superar un estado de postración y desesperanza. También el regreso a prácticas y costumbres ciudadanas relacionadas con nuestra identidad nacional, que quienes peinan canas conocieron en su niñez, contribuirían decididamente a su concreción. Existen en todos los órganos oficiales personal y dependencias encargados de impulsar e instrumentar su recordación.
No pretendemos erigirnos en jueces ni dueños de la verdad, tampoco que se interprete nuestra actitud derivada de algún ideologismo o propia de personalidades devenidas en paradigmáticas a las que no reconocemos, solo hablamos desde el profundo dolor que lo expresado nos provoca como veteranos y en cumplimiento de las responsabilidades que nos fijan los propósitos estatutarios de nuestra asociación, los que determinan la exaltación de lo realizado por los combatientes en la contienda.

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