“Debo agradecer a todos los que propiciaron que este edificio, donde son y serán atendidos tantos chicos con capacidades especiales, lleve el nombre de Daniel. Va a ser una forma de que él siga vivo y que se continúen sus proyectos, muchos de los cuales quedaron truncos, como por ejemplo el viaje a Atenas con Claudio, que tanto soñó, y todos sus ideales”.
“Tengo que decirles muchas gracias a todos lo que están hoy y también a los que no están, compañeros, colegas de trabajo, a los vecinos que tanto nos acompañaron cuando el murió. Debo agradecer también a Diego Martínez, que el 18 de octubre de 2006, calladito, sin que muchos lo supieran, se entrenó y corrió 47 kilómetros desde la rotonda de San Eloy hasta el cementerio, el día del cumpleaños de Daniel y para recordarlo, ya que ambos eran muy buenos amigos y salían a entrenar juntos”.
Finalmente, Susana Previsdomini le habló a su hijo Julián, que vino especialmente desde Chile, donde reside y estudia en la actualidad: “espero hijo, ya que elegiste la carrera de tu padre, el profesorado de Educación Física, que puedas trabajar con tus alumnos, con la dedicación que tu padre lo hizo con los suyos”.

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