Para encontrarlo hay que ir hasta el aserradero, lugar en el que los troncos de los árboles se transforman en maderas para diferentes usos. Y cuando se dispone a hablar, no deja de emocionarse por el recuerdo de su madre y lo que significó empujar a los hijos para que dieran el puntapié inicial para la actividad.
Generoso y familiero como es, tampoco deja de mencionar a las mujeres de cada uno de los hermanos Beier, que supieron ocupar el lugar, acompañando, apoyando y sin interferir en la relación con los hermanos.
Cuanta que Raúl Beier había aprendido el oficio de carpintero ebanista en un colegio de Bahía Blanca, que el mismo se ocupaba en su casa de cortar la leña con una motosierra, cuando fue posible tener esta modernidad, y que un día su madre le sugirió que “había que emprender otra cosa”, por lo que le pidieron prestada a Agustín Auricchio una máquina de aserradero que tenía en desuso y que reacondicionaron y pusieron en marcha en un terreno prestado hace 30 años atrás. Ese fue el principio de una empresa de Pueblo Santa María, que ha crecido solidamente a lo largo de estos años, da trabajo a alrededor de 20 personas, con una sucursal y una próxima sede propia en Coronel Suárez y que no ha dejado de dar kilos y kilos de leña a las personas más desprotegidas, con frío y con menos posibilidades, porque “mi mamá, Doña Celina Burgardt de Beier, nos enseñó que hay que ser generosos y pensar en los demás”.
Asersur Maderas recibirá una distinción, por parte de la Delegación Municipal de Pueblo Santa María, el martes de la semana próxima y será un justo reconocimiento a una empresa local, que se sostiene y crece de la mano de Raúl, Alberto y René.