“Los terapistas ocupacionales nos valemos de una serie de elementos y técnicas para mejorar el desempeño ocupacional de las personas. La diferencia con fisioterapéuticas y kinesiólogos es que nosotros complementamos el trabajo del ejercicio y la función muscular lo llevamos a la actividad diaria y al desempeño de la persona que tratamos en su entorno”.
“Para graficarlo nada mejor que algunos ejemplos: aplicado a la vida diaria, buscamos que la recuperación de la función de un músculo sirva, por ejemplo, para que la persona pueda alimentarse, higienizarse y otras actividades. Básicamente apuntamos a la independencia personal. Hay patologías en las que quedan secuelas, según el nivel de la lesión, la terapista ocupacional procura, a través de las adaptaciones, facilitar el desempeño del paciente afectado de una hemiplejía por ejemplo. Buscamos siempre crear las condiciones para que la persona pueda recuperar movimientos o suplir una función que está perdida”.
La profesional consultada coincidió en que la medicina no está totalmente acostumbrada a hacer uso de los terapistas ocupacionales para complementar tratamiento. Remarcó que “de todas maneras, quienes nos derivan pacientes son los médicos, con las indicaciones de lo que pretenden que trabajemos en cada paciente”.
Patricia Rivero destacó el trabajo que se realiza en la Asociación Riendas Libres, donde se sigue trabajando con intensidad para mantener la actividad de Equinoterapia a disposición de todas las personas discapacitadas.