El llegó a nuestro país, para trabajar en la recuperación de dolencias a través de los masajes y los ejercicios. Se enamoró entonces de una suarense y se quedó en Argentina.
Como hijo único sabía cuanto lo extrañaba su madre, por eso adoptó la afectuosa costumbre de llamarla cada domingo para saber de su vida y contarse como estaban ambos y el resto de la familia.
En esas comunicaciones se comenzó a tejer la posibilidad de que Felicidad Camps Duran viniera de su visita.
Hace poco más de un mes se hicieron los papeles ante los organismos gubernamentales cubanos y la madre de José Antonio consiguió la autorización para venir de paseo por tres meses a visitar a su hijo.
Hoy Felicidad y José Antonio están felices de volver a encontrarse, y poder abrazarse después de estos años.
Juntos -en la casa que José Antonio y Betiana comparten con la hija de dos años del matrimonio, más la hija mayor de Betiana- madre e hijo hablan un poco de los 2 países, de las semejanzas y diferencias.
Declaran su amor por Cuba. Se extrañan porque dicen, los argentinos vivimos muy tensos, muy preocupados, disfrutando poco. Y admiran la tranquilidad que se palpa en una ciudad pequeña como la nuestra, “donde los días se pasan muy rápido”.
Felicidad dice que vuelve a Cuba una vez que concluyan estos tres meses de permiso. José Antonio dice que si pudiera llevar a su familia argentina para aquel país, lo haría. Lo que sienten realmente, no es fácil de adivinar. Pero sin duda alguna madre e hijo están muy felices de poder abrazarse después de tres años.