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Aguilar y Fernández también quedaron comprometidos.

Dos testigos de identidad reservada relataron haber escuchado a los detenidos hacer referencias directas sobre las ejecuciones de los chicos y uno de ellos dijo haber visto cuando desenterraban el arma en un campo de San Blas.

Tal como había sucedido un día antes con Gustavo Ravainera, ayer, dos testigos de identidad reservada vincularon directamente con el doble crimen a Gustavo Aguilar y Héctor Fernández, al referirse a comentarios que ambos hicieron en oportunidad de compartir un asado.
También en la víspera declaró una mujer que, para la fecha de los hechos, era vecina de Fernández en el barrio Los Chañares y dejó entrever los contactos que el detenido mantendría con Ravainera y Juan Antonio Corona (condenado por la instigación al robo del vehículo de los novios).
La tensión de la sexta jornada del juicio oral que lleva adelante el Tribunal en lo Criminal Nº 3 se elevó poco después de mediodía, cuando Silvia Braun y Mirta Peralta, madres de las víctimas (Héctor Horacio Iglesia Braun y María Victoria Chiaradía), escucharon de boca de la testigo de identidad reservada "TT" las supuestas revelaciones de los acusados en torno a la comisión del terrible delito.
Ambas sufrieron un entendible desborde emocional y se vieron obligadas a abandonar la sala.
"TT" y, posteriormente, "SS" detallaron --aunque con algunas diferencias de matices y ciertas imprecisiones, en particular sobre el momento de la conversación y la presencia de otras personas-- que para abril de 2003 compartían una cena con Aguilar y Fernández, en la casa de este último, cuando se produjeron las confesiones.
"Estaban borrachos y drogados, comentando delitos que habían hecho ellos, de robos y todo eso y después salió Aguilar hablando de esto. Le comentó a Fernández 'menos mal que estos giles (supuestamente por Goyeneche y los otros posibles instigadores) no nos mandaron en cana' y Fernández le dijo 'sí, así les iba a ir...'", explicó "TT" y luego ratificó "SS".
"Siguieron la conversación y Aguilar le dice a Fernández 'creo que hicimos mal en tirar la mochila'", para luego agregar una referencia de índole sexual, que motivó la reacción de las madres.
"'El pendejo de m...pedía 'mamá, te quiero' y él le dijo '¡qué mamá te quiero!' e hizo el gesto como que le disparó, con el sonido del arma dos veces: pum, pum'", manifestó "SS", según lo que dijo haber oído de Aguilar.

"Asco y vergüenza"
La mujer confesó sentir "asco y vergüenza" luego de escuchar esa charla y por ese motivo se retiró del lugar, sin saber de qué caso estaban hablando hasta que, una hora después, "SS", que es su pareja y entonces mantendría una relación delictiva con Fernández, le explicó de qué se trataba.
"Me dijo ("SS") que era de los chicos Iglesia-Chiaradía, que se lo comentó Fernández, que ellos habían sido los que mataron a los chicos", sostuvo la testigo, para aclarar, a preguntas del doctor Juan José Martínez, que no escuchó nombrar a Ravainera.
La testigo, que declaró durante 50 minutos, dijo que en febrero de 2004 su marido cayó preso y que Fernández y su mujer la dejaron en la calle (desde 2003 y hasta esa fecha vivían en una piecita trasera de la casa del detenido, en la calle Bélgica), cuando estaba embarazada y con una hija, aunque advirtió, entre sollozos, que no le guarda rencor al acusado.
Respecto de Aguilar, expresó que lo conoció en esa comida --ni antes ni después participó de un asado con él-- y que Fernández le había advertido a su marido que en la delincuencia "era fácil entrar y difícil salir".
"TT", por último, reconoció sentir temor respecto de los dos procesados a los que señaló.
Su pareja hizo mención a los mismos comentarios incriminatorios y agregó otros que comprometerían a los dos imputados.
En principio, expresó que conoció al "Petiso" a través de Rubén y Roberto Ortega, quienes, al igual que él, son oriundos del bulevar Juan B. Justo.
"En ese tiempo andaba por la vida correcta y el señor Fernández me conseguía los cheques para hacer cualquier tipo de operación, estafas. Así "trabajé" todo el 2003 hasta caer detenido", expresó "SS".
Aseguró que Fernández --que se drogaba frecuentemente, según aclaró-- "cortaba" y vendía vehículos y que "tenía una persona que se dedicaba a 'levantar' autos".
Consultado sobre la mecánica de las estafas, manifestó que el sospechoso le entregaba todos los días el diario y compraban vehículos. "Generalmente lo hacía el viernes a la tarde, para aprovechar el fin de semana" y, de esa manera, evitar que las víctimas pudieran determinar la procedencia de los valores y los fondos de la cuenta.

Al momento del otro juicio
Tal como su mujer, "SS" no supo decir por qué surgió en aquella noche de asado la confesión determinante, aunque señaló que fue a principios de abril de 2003, cuando, justamente, se ventilaba en el Palacio de Tribunales el juicio a Martín Goyeneche, Juan Corona y Rubén Martín, por la instigación al robo del Chevrolet Corsa de los novios.
"SS", además, reveló otras circunstancias que complicarían la suerte procesal de los dos imputados.
"Un día llegó un ex policía y la hermana, que le decían 'La Rusa' y venían de Viedma. Fernández le dijo a mi señora que nos vayamos. Yo preguntaba por qué me tengo que ir y me respondió 'porque estos también estuvieron metidos en el doble homicidio'", sostuvo.
Por ese motivo, calculó que Aguilar, Fernández, "La Rusa" y el ex policía participaron de los asesinatos registrados en Coronel Suárez y, a preguntas del abogado Sebastián Martínez (asistente de Aguilar), negó haber dicho en primera instancia que los ejecutores del hecho fueron tres.
Después trajo a colación un viaje que hicieron hacia el sur de la provincia.
"Fernández y Aguilar iban a cometer un robo en Patagones y a mi me llevaban para una camioneta, una estafa. No lo cometieron y fuimos a San Blas, a un campito, pararon con el auto, saludaron a una persona, empezaron a cavar y desenterraron un arma, que estaba en una bolsita de nylon transparente. Aguilar le dijo 'me parece que estamos bardeando' y la volvieron a enterrar", señaló.
Cuando quiso averiguar de qué se trataba, le dijeron "hacé de cuenta que no viste nada", aunque después Fernández le aclaró que se trataba de la pistola Bersa 22 con la cual habían ultimado a "Vicky" y "Hori".
Preguntado sobre Goyeneche, aseguró: "lo escuché nombrar" y manifestó que en una ocasión Fernández recibió una carta cuando el chapista suarense se encontraba preso.
"Vi que la carta tenía la firma de él (Goyeneche) y que (Fernández) se reía cuando la leía", sostuvo "SS", aunque declaró que desconocía su contenido.
Dijo, a su vez, que declaró para quedar con su conciencia tranquila y que nadie le ofreció nada. Se presentó en la fiscalía luego de salir de la cárcel, "porque adentro se corren muchos riesgos".
Por último, consultado por el abogado de Aguilar, reconoció que aún tiene causas en trámite en la fiscalía de la doctora Claudia Lorenzo, quien acompaña a su par Eduardo d'Empaire en esta acusación.

Con público. Antes del tramo clave de la jornada, el tribunal rechazó un pedido del fiscal Eduardo d'Empaire, para desalojar la sala de público y periodismo. D'Empaire entendía que, de esa manera, se preservaba la "espontaneidad" de los futuros declarantes y, además, se resguardaba a los testigos del día, ante posibles intimidaciones del entorno. Las defensas consideraron arbitraria la medida y los jueces la descartaron, al defender "la publicidad" del debate.

"Caras que daban miedo"
Graciela Beatriz Ainó tiene domicilio en el barrio Los Chañares y para 1999-2000, Héctor Fernández y su familia vivían enfrente de su casa.
Dijo la mujer que "nos llamaba la atención" el movimiento de autos a toda hora y reconoció su inquietud por el perfil de las personas que frecuentaban esa propiedad.
"Entraban y salían autos hasta en la madrugada. Nos levantábamos con mi marido a ver qué pasaba porque había mucho movimiento. Había caras que daban miedo, era gente extraña; entraba cada 'carucha' que daba miedo", aseguró.
Entre los asistentes, supo reconocer a José Ojeda y a un tal Walter, quien, una noche, les fue a pedir refugio por algo que le había pasado, aunque ellos se lo negaron.
A su vez, admitió que frecuentaba el lugar una persona "canosa, no muy alta", que durante la instrucción, a través de la exhibición de fotos, señaló como Juan Antonio Corona, quien fuera condenado como uno de los instigadores al robo del auto ocupado por la pareja.
"Karina (por la mujer del acusado) me decía siempre que (el hombre) viajaba mucho al sur, a Caleta Olivia o Viedma, aunque con Fernández nunca crucé palabra", dijo Ainó, para recordar que después de la fecha del doble crimen no lo volvió a ver, justamente, "porque había viajado al sur".
Remarcó la testigo que la mujer del detenido evidenciaba algunas conductas extrañas.
"Ella no quería que fuéramos a su casa. Ibamos cuando no estaba Héctor, porque él no quería que hubiera gente. Y cuando venía a mi casa, no sacaba la vista de la de ella, estaba como nerviosa cuando no estaba el marido", explicó.
A preguntas del fiscal, también ubicó en esa vivienda, como residente temporaria, a una chica que le decían "La Rusa" y provenía de Viedma.
En el marco de la investigación, Ainó también aportó el número del teléfono celular de la mujer de Fernández (ayer dijo no recordarlo, aunque sí que lo había suministrado a la fiscalía), cuyo abonado, con anterioridad, habría pertenecido a Gustavo Ravainera, según se supo.
"Yo tenía su número, pero después me pidió que lo borrara, por pedido de Héctor (Fernández)", concluyó.

Desestiman la declaración de René Span
El Tribunal en lo Criminal Nº 3 rechazó ayer la petición de dos defensores para que preste declaración en el debate René Span, dueño de un desarmadero de Coronel Suárez, quien fuera mencionado por uno de los testigos de identidad reservada de la jornada del martes como el que escuchó a Gustavo Ravainera confesar su intervención en el hecho.
Explicaron los jueces Raúl Guillermo López Camelo, Alejandro Salvador Cantaro y Gabriel Luis Rojas que "no constituye un hecho nuevo ni circunstancia desconocida" y por eso no hicieron lugar.
El doctor Juan José Martínez (Ravainera) entendía que, a modo de "buscar un equilibrio", debía habilitarse la declaración testimonial de Span.
Su colega, Sebastián Martínez (Aguilar) adhirió al planteo, al considerar de "suma importancia" su relato y dijo estar asombrado por la supuesta "falta de objetividad" de la fiscalía.
"Era lógico y coherente haber citado como testigo a René Span, para saber si la conversación (entre él y Ravainera, en la cual "El Lagarto" habría confesado su intervención en el hecho) existió", dijo.
El fiscal Eduardo d'Empaire se opuso a la solicitud porque "existe una imputación en esta causa" contra Span.
"Al traerlo a juicio podría incurrir en dichos autoincriminatorios", afirmó, para agregar que en su propiedad se realizaron allanamientos en torno al caso.
El doctor Héctor Bertoncello, asesor de las familias de las víctimas, coincidió con el fiscal en cuanto a que Span "está involucrado en la investigación de esta causa".
"Esto no es un partido de tenis, donde hay un testigo que no me gusta y pongo otro y no es cierto que Span haya aparecido de milagro", porque ya había sido nombrado durante la instrucción de la causa.
Por último, señaló que le generaba "perplejidad" el hecho de saber que Span, según dijeron las defensas, había llegado voluntariamente a nuestra ciudad.

"Esa charla nunca existió"
Si bien su testimonio no tiene validez legal, por el argumento antepuesto, en los pasillos de tribunales, René Span hizo su descargo ante la prensa y negó haber escuchado semejante confesión de parte de Ravainera.
"Ese chico (por el testigo de identidad reservada) jamás trabajó conmigo y esa charla nunca existió", aseguró Span, para aclarar que se presentó de manera espontánea luego de tomar conocimiento por los medios de la revelación.
Dijo que sí conoce a Ravainera, "porque en Suárez nos conocemos todos" y que tenía comentarios de que era "levantador" de autos.
A su vez, reconoció que él se dedica a la venta de vehículos. También admitió que en ocasión de los allanamientos por el doble crimen le secuestraron un arma de fuego, que era de un amigo y una camioneta, supuestamente adulterada, hechos por los cuales habría sido condenado. Dijo no saber nada de la causa, salvo "el comentario del pueblo, lo que salió en los diarios", que sí conocía a Schell y que no tenía trato con Goyeneche.
"Ni buen día ni buenas tardes, por lo secote que es", explicó.
De todas maneras, aseguró que "jamás" mantuvo ningún negocio con Ravainera ni Schell.
Preguntado por qué creía que el testigo lo había involucrado, respondió: "no sé, eso habría que preguntarle a él".
En el mismo sentido, expresó que esa declaración le "arruinó" su familia.
"A raíz de lo que declara este pibe, tuve allanamientos, persecuciones, porque la policía iba todos los días, merodeaba mi casa; era una película. En ese momento tenía un pibe de 15 años y me arruinaron la vida", afirmó.
"Ojalá que encuentren a los que fueron; si fueron estos, que lo paguen y, sino, que salgan libres, pero yo no tengo nada que esconder y me arruinaron la vida", sentenció.

El auto volcado
El primero en declarar ayer, entre las 11 y las 11.06, fue Emir Enzo González, quien confirmó haberle vendido, en 1999, un Chevrolet Corsa cero kilómetro, a la familia Wilthen, de Rivera, con el cual, dos hermanos volcaron y fallecieron poco después.
"Con posterioridad, los padres me pidieron colaboración para vender el auto y se acercó a Rivera (Martín) Goyeneche y lo adquirió, en alrededor de dos mil o dos mil y pico pesos", afirmó.
La documentación y los números de registro de ese rodado iban a ser utilizados para "ponchar" el coche de Iglesia, según la investigación.

Fuente: www.lanueva.com (La Nueva Provincia)

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