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'El Lagarto' se 'sacó' y mató a los dos chicos".

La mujer de un delincuente comprometió a Gustavo Ravainera a partir de la confesión de su marido, quien murió meses después del hecho, de manera confusa, cuando cometía un asalto. Otro testigo también lo relacionó con el doble crimen.

Dos testigos que llegaron al juicio bajo identidad reservada, comprometieron ayer a Gustavo Javier Ravainera, uno de los tres detenidos por el caso, al vincularlo directamente con la ejecución del doble crimen.
La mujer de un delincuente de Coronel Suárez, quien falleció de manera confusa, durante un asalto, cuatro meses después de los asesinatos, reveló la confesión que le había hecho su marido, poco después de las muertes de María Victoria Chiaradía y Héctor Horacio Iglesia Braun, mientras que un mecánico de la misma ciudad, admitió haber escuchado a "El Lagarto" hacer referencia a su participación en el brutal asesinato.
Las declaraciones de los testigos de identidad protegida "KK" y "ÑÑ" (sus nombres se conocieron en la audiencia, pero se mantienen en reserva por pedido del fiscal Eduardo d'Empaire), se convirtieron en las más importantes del debate que lleva adelante el Tribunal en lo Criminal Nº 3, y en el que se juzga a Ravainera, Gustavo Aguilar y Héctor Fernández.
Es que ambos aludieron de manera directa al hecho que está siendo evaluado, luego de escucharse, en las primeras cuatro audiencias, a testigos que aludieron a las últimas horas con vida de las víctimas y a la mecánica de la muerte, entre otros aspectos.
"KK", cuyos dichos se advirtieron como creíbles, finalizó su declaración de 47 minutos en medio del llanto, abrazada a Silvia Braun y Mirta Peralta, madres de las víctimas.
Durante su relato, se quebró al menos en dos oportunidades, cuando rememoró el pasaje de aquella determinante confesión de su ex pareja, Luis "El Sordo" Schell y al tiempo de advertir que sus hijos se vieron amenazados.
Sin tapujos, la mujer, que estuvo casada once años y medio con Schell, reconoció que su marido era "un delincuente que se dedicaba a levantar autos, estafar y a robar, desde una oveja a un auto. Se manejaba en toda la zona, por todos lados, casi ni paraba en mi casa", dijo, y lo señaló como un minucioso conocedor de todos los caminos del distrito.
Sostuvo que la revelación de Schell se concretó cuando un día, mientras almorzaban, observó por el noticiero el identikit del supuesto autor del doble crimen, identificándolo sin dudar como Ravainera, a quien conocía por ser primo de "El Sordo" y también "levantador de autos", tras detallar que sabía de al menos dos camionetas que ambos habían sustraído.
"Seguía el caso (del doble crimen) porque estaba consternada, sin saber lo que había pasado realmente. Cuando veo el identikit, me paro, se para mi marido y le pregunto '¿ustedes tuvieron que ver con esto...?' Me manotea del cuello y me amenaza de muerte. 'Si hablás te mato y los mato a ellos', señalando a mis hijos", relató "KK", en forma contundente.
Schell se dirigió a la pieza y ella lo siguió. "Se tira en la cama y le pedí que se vaya, porque no podía soportar lo que estaba viviendo. Le pedía explicaciones y a la vez no lo quería escuchar, 'me das asco, vergüenza...'", señaló.
La situación se tornó más tensa cuando --según señaló-- el hombre la tomó del cuello y ella virtualmente lo "cacheteó".
"'El Lagarto' se 'sacó' y mató a los dos chicos, pero callate porque te vas en sangre vos y tus hijos'", le habría recriminado el hombre, de acuerdo con el relato.
"KK" dijo que le creyó a Schell, al manifestar: "no sé si voy a quedar brusca, pero, que mi marido me agarre del cuello, me amenace de muerte por salvar una m... y amenazar a mis hijos de muerte, es para creérselo. Se lo creí y lo sigo sosteniendo", manifestó, sollozando.
Schell se alejó de su hogar y la mujer volvió con su memoria hasta el 27 de agosto de 2000.

Fisonomía cambiada
"Un día antes del hecho se fue de casa y volvió a los dos días, con barba tipo candado los dos (se refirió a Schell y Ravainera). También me llamó mucho la atención que 'El Lagarto' siempre tenía botas de cuero y empezó a usar alpargatas", declaró.
Luego explicó por qué recién en junio del año siguiente se decidió a declarar en la fiscalía.
"No es fácil para una mujer que quedó viuda, sola, con dos chicos de 10 y 7 años... Cuando la vi a Silvia (Braun) recorrer las calles de Bahía Blanca, con un crucifijo en las manos, junté a mis dos hijos y dije 'mi conciencia no se va a callar'", aseveró.
Sobre la muerte de su marido, el 14 de diciembre de 2000, en una chacra de Daireaux, dijo que Schell había viajado para asaltar una estancia junto con "Manuel Ortega y otro chico más flaquito (en alusión a Fernando Ocampo, quien también murió, pero a manos del dueño del campo)".
En principio le dijeron a ella que había recibido un tiro en el pecho, aunque luego comprobó que lo asesinaron por la espalda, estimándose que fue uno de sus compañeros el que lo ejecutó porque, al parecer, había decidido "hablar" del doble crimen.
"Desde el primer momento que me casé con él traté de sacarlo (de la delincuencia), pero nunca me hizo caso", afirmó la testigo.

Comentario revelador
El testigo identificado como "ÑÑ", que tiene 29 años y es mecánico en Coronel Suárez, escuchó hablar a Gustavo Ravainera sobre su participación en el delito.
Dijo que el comentario de "El Lagarto" estaba dirigido a su primo René Span, dueño de un desarmadero de aquella ciudad, para quien él trabajaba a la fecha de la confesión.
"Como que a él (Ravainera) le habían entregado el auto con los chicos para que se encargue", expresó el declarante, en alusión a la versión del detenido.
A partir de algunos cuestionamientos del defensor Sebastián Martínez, sobre una supuesta contradicción con su testimonio de primera instancia, "ÑÑ" afirmó que el paso del tiempo lo había condicionado, pero aclaró que sus dichos en la fiscalía eran los correctos.
En esa oportunidad, indicó haber escuchado a "El Lagarto" decir que tenía que encargarse de la pareja, pero que le dieron el coche "los dos de Bahía", en San Eloy, con las víctimas atadas y encerradas en el baúl.
Durante la jornada de la víspera también declaró María Paula Basualdo, quien confirmó que su ex pareja, Luis Silva (posee antecedentes) le había vendido un número telefónico al "Petiso" Fernández.

Veinte minutos escalofriantes
El tribunal y las partes (el acceso al público y al periodismo estuvo restringido) observaron ayer, en el inicio de la quinta jornada, un video de aproximadamente 20 minutos, que registra toda la labor pericial desarrollada en el monte de cipreses de Coronel Suárez --donde hallaron los dos cadáveres--, apenas arribó al escenario el fiscal Eduardo d'Empaire.
La exhibición, que fue interrumpida por problemas técnicos y continuó a las 14.50, estuvo a cargo de Vanina Santagada, de la oficina de Fotografía, Audio y Video de la Fiscalía General departamental.
En la secuencia, de contenido escalofriante y conmovedor, según dejaron entrever algunos voceros, se advierte toda la inspección, que se registró desde el exterior hacia el interior del escenario, hasta llegar al lugar donde estaban los cadáveres, uno junto al otro y cubiertos parcialmente con ramas y tierra.
Los doctores Raúl Guillermo López Camelo, Alejandro Salvador Cantaro y Gabriel Luis Rojas, pudieron evaluar la labor, in situ, de los peritos balísticos, de rastros y planimétricos, entre otros.
Silvia Braun y Roberto Chiaradía y Mirta Peralta, también permanecieron en los pasillos del Palacio de Tribunales hasta que se reanudó la ronda testimonial.

"Limpieza" profesional del auto
Que los autores del doble crimen son profesionales del delito, casi no quedan dudas. No sólo está demostrado por la forma de ejecución de las víctimas, sino por el "resguardo" de algunos detalles que llamaron la atención hasta de los investigadores más avezados.
Por caso, la "limpieza" que presentaba el Chevrolet Corsa de las víctimas, una vez encontrado, a la intemperie, en un camino rural de General La Madrid, dos días después de la fatídica madrugada.
Guillermo César Rojas, para entonces jefe del área Levantamiento de Rastros de la Policía Científica provincial, confirmó ayer, al prestar testimonio ante el tribunal, que el vehículo estaba "trapeado".
No sólo no logró levantar rastros dactilares en toda la carrocería ("no encontré absolutamente nada", dijo), sino que tampoco halló huellas en las patentes, que aparecieron dentro del baúl.
"Interpreté que si no estaban colocadas, podían estar manipuladas por los autores del hecho, pero tampoco encontré nada y se notaba que estaban como trapeadas", explicó.
Indicó, en el mismo sentido, que la parte externa del rodado tenía "muy poco" sedimento en la chapa, más allá del barro adherido a los zócalos y guardabarros, y que también pudo confirmar, por medio de reactivos, que se encontraba "trapeado".
A una pregunta concreta del doctor López Camelo, Rojas opinó que el Corsa "tendría que tener más suciedad".
El comisario inspector Julio César Cazeaux, quien para aquella fecha era segundo jefe de la Policía Científica de Azul, declaró que tuvo como misión el levantamiento de rastros internos en el coche.
Informó que tanto en el baúl como en el habitáculo se recogieron cabellos, fibras y algunos envoltorios de preservativos, así como una pequeña muestra de tierra, algún resto vegetal, un chicle y una etiqueta de una prenda debajo del asiento trasero.
Sin embargo, recalcó que "no fue factible revelar la presencia de rastros papilares dentro del habitáculo, que estaba bastante prolijo y limpio. El hecho de no encontrar ni en el espejo retrovisor ningún tipo de huella papilar, indica que alguien protegió sus manos o que el coche fue limpiado con anterioridad".
También dijo que le llamó la atención que el estéreo, cuando uno procuraba encenderlo con el botón respectivo, aparecía sin codificar, por lo que estimó que el vehículo en algún momento pudo haber estado sin energía eléctrica.
De averiguaciones posteriores, estableció que la última frecuencia registrada era AM 1440, que es la radio de Coronel Suárez.

"Escena primaria"
El ex jefe de la policía bonaerense, comisario general (R) Daniel Salcedo, brindó al tribunal detalles de la inspección que realizó en el monte que fuera escenario del doble crimen, teniendo en cuenta que hace nueve años era subdirector general de la Policía Científica.
Durante más de media hora de clara alocución, Salcedo ratificó, en cuanto a las ejecuciones, que "todo había sucedido en un radio muy pequeño", dentro del particular escenario natural.
"Sin lugar a dudas es una escena del crimen primaria; los mataron en el lugar. Hay varios elementos objetivos, como la sangre, la falta de signos de arrastre, la posición de los cuerpos, los disparos y las vainas", indicó.
Confirmó que los cadáveres aparecieron "en una posición final", lo cual quiere decir que luego de recibir los tiros, "no se movieron ni fueron removidos" y que no había signos de arrastre, más allá de mencionar una rasgadura en la camisa de Horacio, como si se tratara de un tirón y un corte en el pantalón de Victoria, que habría sido producido por la acción de un alambre de púas.
Al igual que otros testigos, recalcó la condición particular del monte, al reconocer que "nos llamó muchísimo la atención" el estado de conservación de los cuerpos.
"El monte tenía un microclima muy particular, con una temperatura distinta hasta los 25 centímetros (de altura); eso generó la conservación y la falta de fauna cadavérica, de insectos y la poca rigidez cadavérica", expresó.
"Si sacábamos los cuerpos y los poníamos fuera del monte, otro hubiera sido el estado de conservación", graficó Salcedo, para ratificar que la data de la muerte era "contemporánea" con la desaparición.

"Esta gente no se corrige"
El comerciante Luis Amaya, quien desde hace veinte años está ciego por haber sido víctima de un violento asalto por el cual fuera condenado (a nueve años de reclusión) Gustavo Enrique Aguilar, aseguró ayer que este tipo de personas "no deja de hacer daño a la sociedad, ni lo va a dejar de hacer".
"Esta gente no se corrige. Cuando los tomaron detenidos nuevamente (en septiembre de 2007), que habló la señora (de Aguilar) y dijo 'él ya pagó por los hechos cometidos y por los errores'... ¿Cuándo termina de pagar? No termina de pagar nunca y yo lo estoy contando; quedé ciego para toda la vida, pero lo estoy contando... ¿Y las personas que están dentro de un cajón?", agregó Amaya.
El atraco del que fue víctima el comerciante, se cometió a primera hora de la mañana del 26 de diciembre de 1989, cuando Aguilar, según el fallo, mantuvo cautivos a los caseros de la finca de Amaya, en el barrio Punta Blanca (cerca de Grünbein) y otros dos malvivientes llegaron hasta la vivienda principal e irrumpieron a los tiros contra Amaya y su mujer.
Claudio "Lalo" Ortiz Puente --luego abatido en un tiroteo producido después del asalto a un banco en Villa Rosas, cuando había buscado refugio en un taller perteneciente a Manuel Ortega-- y Walter Gómez, fueron detenidos por el hecho, aunque finalmente se los absolvió. Nunca se acreditó quiénes acompañaron a Aguilar en ese atraco.
"Pagan con dos o tres años de prisión, pero no pagan nunca. No dejan de hacer daño a la sociedad, ni lo van a dejar de hacer a la edad que tengan, porque es algo congénito, que lo llevan en la sangre, directamente", afirmó Amaya.
También aseguró que él no tuvo posibilidades de defenderse como sí lo hacen ellos, en el juicio oral que se está realizando actualmente.

Fuente: www.lanueva.com (La Nueva Provincia)

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