Durante la madrugada del 27 de agosto de 2000, María Victoria Chiaradía y Héctor Horacio Iglesia Braun estuvieron en Bingo Bahía, al menos hasta las 3.30 y, dos horas más tarde, el Chevrolet Corsa que ocupaban fue visto en Tornquist, posiblemente con ellos ya secuestrados.
La secuencia previa al desgraciado final fue ratificada ayer, al cumplirse la cuarta jornada del juicio oral y público por el doble crimen, e incluyó la declaración de un perito que estableció la presencia del coche --antes de ser abandonado en General La Madrid-- en inmediaciones del monte de cipreses donde la pareja bahiense halló terrible muerte, según confirmó el profesional.
Los jueces Raúl Guillermo López Camelo, Alejandro Salvador Cantaro y Gabriel Luis Rojas, quienes analizan la presunta intervención de Gustavo Enrique Aguilar (44), Héctor Hugo Fernández (44) y Gustavo Javier Ravainera (40) en los homicidios, escucharon en la víspera a los primeros tres testigos de identidad reservada, quienes dejaron esa condición al ingresar en la sala de audiencias del quinto piso del Palacio de Justicia.
Además de las dos mujeres que observaron el coche en Tornquist, también declaró, en ese mismo marco, un joven que, durante los primeros meses de 2001, encontró el teléfono celular de Horacio, abandonado en el paraje El Cholo (según la acusación, en cercanías de un galpón donde, para esa época, trabajaba Aguilar y frecuentaba Fernández).
Completaron la ronda testimonial de la víspera --que se inició poco antes de las 10.30 y finalizó a las 12.17--, Miguel Angel Díaz, encargado de la estancia Sauce Corto, donde aparecieron los cadáveres y Jorge Marcelo Roth, entonces dirigente del Club Sarmiento de Coronel Suárez.
Este último, a mediodía del 27 de agosto de 2000, viajaba con el plantel de fútbol de la institución hacia Carhué, cuando, pasando Pasman, observó a Martín Goyeneche --condenado por la instigación al robo calificado del Chevrolet Corsa-- dialogando con otra persona, que no conocía, aunque sería Juan Antonio Corona, también sentenciado por el mismo delito.
"Jugando a la ruleta".
Maricruz Tolosa, quien era amiga de la infancia de Horacio, por vivir en el mismo barrio, dijo ayer que aquella fatídica madrugada, los novios estuvieron, al menos media hora, en el Bingo Bahía, donde ella trabajaba.
Mencionó la testigo que se encontraba vendiendo fichas cuando, aproximadamente a las 3, fue a cubrir el sector de ruletas, para entregar los números de entrada a los clientes.
"No los vi ingresar ni retirarse del Bingo, pero puedo justificar que a esa hora estuvieron ahí", manifestó.
Confirmó que Horacio "estaba jugando a la ruleta", mientras que su novia se encontraba junto a él.
"Recuerdo el movimiento de la mano (del muchacho), dándole 20 pesos al operador de la ruleta, pero no recuerdo más que eso", dijo.
Detalló parte de la vestimenta de ambos y estimó que los habrá observado en el lugar unos 25 o 30 minutos, hasta que ella cambió de puesto, aunque no supo precisar a qué hora se retiró la pareja de la sala de juegos céntrica.
Sorprendida por su mirada.
Para las 5.30 del 27 de agosto de 2000, cuando la pareja permanecía cautiva de los asaltantes, el Chevrolet Corsa se encontraba en Tornquist.
Esa circunstancia quedó virtualmente confirmada ayer por los dichos de Noelia Verónica Cenizo y Mónica Dinunzio, quienes hasta el momento era conocidas como testigos de identidad reservada "BB" y "CC".
Ambas salían de un boliche de la avenida Belgrano (en el club Unión), cuando se cruzaron con el rodado y advirtieron situaciones que, para ellas, resultaron llamativas.
Cenizo relató que en esa ocasión "salieron varias personas" y que el Chevrolet, en principio, frenó y dejó cruzar a varios.
"Adelante (del lado del acompañante) iba una mujer joven, de pelo claro y algo blanco, como una bufanda. Se me quedó mirando, la miro y el auto acelera", relató.
La mujer aclaró que registraron el número "104" de la patente (el coche de Iglesia tenía dominio CKN 104), porque, por un lado, "es un número que a gente de mi familia le gusta mucho para los juegos de azar" y, por el otro, porque ella y su amiga integraban para esa fecha el Foro de Seguridad tornquistense, y había preocupación por las "picadas" de automóviles.
"Cuando la chica me miró, pensé que era alguien de la ciudad, pero no la identifiqué como conocida y el auto tampoco. Me llamó la atención la mirada de la mujer, pensé que era alguien que me conocía", declaró Cenizo.
Dinunzio, a su turno, ratificó los dichos de la otra joven en cuanto a la presencia del Chevrolet "gris claro", aunque advirtió que la observación de la chica (supuestamente María Victoria) y del número de dominio, sólo estuvo a cargo de Cenizo.
Sí afirmó que el coche "venía muy ligero, pasó y volvió a 'picar'" y que la escena se registró entre las 5.15 y las 5.30.
"El auto venía por Belgrano, como de la primera entrada de la ruta y se dirigía como hacia el otro lado", mencionó, en alusión a la salida hacia Sierra de la Ventana.
A diferencia de su amiga, quien dijo no tener referencias de cuántas personas viajaban en el vehículo, expresó: "Se veía mucha gente, pero no puedo decir quién iba; se veía gente adelante y atrás".
Reveladora pericia geológica.
El licenciado en Geología Guillermo Omar Polischuck confirmó, a partir de los estudios que realizó en el marco de la investigación del doble crimen, que el Chevrolet Corsa estuvo en el monte suarense antes de ser abandonado en General La Madrid y que las víctimas fallecieron donde aparecieron los cadáveres.
El perito, integrante del Laboratorio Químico Pericial, área Ciencias Naturales, de La Plata, expuso durante 31 minutos sobre los cotejos que realizó sobre los restos de tierras, hojas y malezas secuestrados.
Polischuck tomó muestras de guardabarros, zócalos, alfombras delanteras y traseras, baúl y pedales del Corsa y, una semana después, con la aparición de los cadáveres, analizó el otro escenario.
"En el lugar se aparentaba el inicio a una excavación, con palas y había muchas deposiciones de aves, que sirvieron para determinar que no hubo arrastre de los cuerpos. La primera impresión es que todo había sucedido allí", explicó.
Confirmó que en el monte había temperaturas "muy bajas" y que daba la impresión de contar con un suelo congelado.
El profesional encontró "compatibilidad" entre el material del monte donde aparecieron los chicos y las alfombras delantera del acompañante y traseras del Chevrolet.
"No se pudo comprobar ascenso o descenso del conductor", dijo, para agregar que "de los guardabarros se demostró que parte era compatible con el camino de acceso al monte" y que también había material de otro sendero, paralelo a las vías, que comunica a Suárez con La Madrid.
La existencia de "dinamismo" en los zócalos le permitió establecer que el rodado "en algún tramo circuló a alta velocidad".
Sobre la vegetación del monte, se realizó un cotejo de ADN con el polen de ciprés encontrado en las alfombras (se efectuó en el INTA de Castelar) y el resultado fue de "alto porcentaje de compatibilidad, salvo, una vez más, en el caso del conductor.
"Puede que no haya bajado o que no haya dejado registro por caminar sobre la maleza", declaró.
De todas maneras, el testigo aclaró que, a diferencia del estudio genético humano (que suele arrojar una presunción positiva de hasta el 99,99 por ciento), el grado de certeza en la vegetación oscila entre el 60 y el 90 por ciento.
También dijo que en las suelas de los zapatos de Horacio Iglesia ingresó material de cipreses por presión, con lo cual determinó que el joven llegó caminando hasta el lugar donde fue asesinado y estimó que María Victoria arribó de la misma manera, aunque la suela de su calzado era lisa.
A preguntas del defensor Sebastián Martínez --asiste a Aguilar--, Polischuck explicó que hicieron todo el hipotético recorrido de las víctimas, pero a la inversa (iniciándose en La Madrid) y que obtuvieron resultados negativos en las muestras tomadas cerca de un teléfono público de Tornquist y en una zona del Camino de Circunvalación, donde las víctimas habrían sido sorprendidas por los malhechores.
"No arrojó resultado positivo, aunque no se descarta la posibilidad", aclaró, tanto para esa comparación como para las realizadas en vinculación con el monte y el Corsa.
El hallazgo del celular.
Desde 2004, Javier Ignacio Roa Roa es policía de la provincia de Buenos Aires, aunque para principios de 2001 buscaba trabajo de manera infructuosa.
Al regresar de un viaje, sin éxito, que había realizado a Batán y cuando retornaba, como mochilero, a su domicilio de Hilario Ascasubi, encontró un teléfono celular que le iba a deparar impensadas derivaciones.
En proximidades de una garita ubicada a 400 o 500 metros del paraje El Cholo, donde aguardaba para "hacer dedo" hacia su pueblo, el hasta ahora testigo de identidad reservada "HH", encontró un teléfono móvil abandonado y con el faltante de la batería y la antena.
"Lo tomé, sin darle importancia, y continué mi viaje. Lo guardé y, a la semana, nos juntamos como unos amigos, como era habitual en ese entonces y llevé el celular porque recordé que un amigo tenía uno similar. Por la noche, uno de ellos le puso la batería a éste y apareció el nombre: el salvapantallas decía 'Horacio Iglesia Braun'", afirmó.
Roa Roa, que entonces estaba alejado de las novedades informativas, desconocía esa identidad, aunque uno de los comensales lo "despertó" de golpe.
"Tuvimos un poco de temor. Fue y buscó un diario y me mostró que era de los chicos asesinados y ahí tuve conocimiento", dijo.
Una semana después entregó en la fiscalía el celular, que ayer, en la sala de audiencias, reconoció como el secuestrado.
Según los datos reunidos por la fiscalía, para esa fecha, Aguilar trabajaba en un galpón ubicado en cercanías de ese refugio, lugar que también era frecuentado por Fernández.
Peritos y video. Para hoy están previstas las declaraciones de más peritos que intervinieron en la causa y se prevé la exhibición de un video del macabro hallazgo en el monte suarense. El defensor Sebastián Martínez pidió ayer ampliar prueba en el caso del testigo de identidad reservada "SS" (que aún no declaró), luego de conocer por secretaría la identidad del hombre. El fiscal Eduardo d'Empaire y el abogado Héctor Bertoncello se opusieron al pedido, que tendrá que resolver el tribunal. El defensor de Aguilar quiere saber qué causas tiene en trámite esa persona, para poder valorar sus manifestaciones.
Fuente: www.lanueva (La Nueva Provincia)