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Un ex jefe policial ratificó la hipótesis del robo del automóvil.

El comisario general retirado Héctor Rodolfo Díaz, jefe de la DDI Bahía Blanca en la época de los hechos, confirmó detalles de la primera etapa de la investigación y recordó algunos episodios sugestivos respecto de los imputados Gustavo Aguilar y Gustavo Ravainera.

La línea acusatoria principal, que apunta al robo del automóvil que ocupaban María Victoria Chiaradía y Héctor Horacio Iglesia Braun, como móvil de los homicidios, fue ratificada ayer por un ex alto jefe policial que intervino en la primera etapa de la investigación del doble crimen.
El testimonio del comisario general retirado Héctor Rodolfo Díaz, entonces titular de la DDI local y quien llegó en 2003 a ser el segundo jefe de la fuerza de seguridad en el orden provincial, como director de Coordinación Operativa, fue el más extenso en lo que va del juicio.
El testigo declaró durante una hora y 24 minutos y fue el relato más destacado de la tercera jornada del debate, cuando también se escuchó a dos trabajadores rurales que se desempeñaban en la zona de Coronel Suárez donde aparecieron los cadáveres.
Díaz, quien fue cuestionado por las defensas de los acusados Gustavo Enrique Aguilar (44), Héctor Hugo Fernández (44) y Gustavo Javier Ravainera (40), al entender que contaba con una "memoria selectiva", también hizo referencia en su exposición a dos de los procesados.
Dijo que, en 2007, al enterarse por "La Nueva Provincia" de los tres arrestos, cuando ya estaba retirado de la fuerza, le vinieron a la memoria algunas secuencias consideradas sugestivas.
Detalló que, entre 1989 y 1990, siendo jefe de Operaciones de la DDI, investigó al "Chino" Aguilar --luego fue condenado-- en relación con un hecho de piratas del asfalto y "no pude evitar hacer una asociación de modus operandi", expresó.
También mencionó que se había mostrado sorprendido por la "frialdad" puesta de manifiesto por "El Lagarto" Ravainera, en oportunidad de un allanamiento, a poco de iniciarse la investigación del doble homicidio.

Pedido de un coche gris
Para seguir una línea cronológica, Díaz brindó detalles del hallazgo del Chevrolet Corsa, el 29 de agosto de 2000 y de la aparición de los cuerpos sin vida, casi una semana después.
Explicó que, por la posición geográfica, la investigación se direccionó hacia Coronel Suárez, con varios grupos de trabajo.
Comenzaron a recorrer talleres de chapa y pintura y, en esas circunstancias, llegaron al de Martín Goyeneche, quien luego fuera condenado --junto con Juan Corona y Rubén Martín-- por la instigación al robo del Corsa.
Sostuvo que a quienes participaron de la primera entrevista, "les llama la atención porque (Goyeneche) se altera ante la presencia de los efectivos, cuando, en realidad, hasta ahí no había motivos para que se altere".
Agregó que el chapista admitió haber comprado "un Corsa de cuatro puertas gris, de las mismas características al sustraído, que era producto de un siniestro en el que habían fallecido dos chicos, creo que de Rivera".
Dijo que Goyeneche mencionó a Corona como el adquirente de dicho coche y aportó un recibo por la venta del rodado en 3.000 o 3.500 pesos, aunque, al contactar al autopartista de 9 de Julio, éste lo desmintió.
Al profundizarse la pesquisa, se localizó el Chevrolet desguazado en el campo de un familiar de Goyeneche y "así surgió la punta del ovillo", sostuvo Díaz.
El ex jefe policial agregó que Goyeneche confesó, posteriormente, que "su intención era hacer un 'mellizo' y que terminó pidiéndole a Corona (un auto similar, pero rodando)".
Así, se estableció por testimonios que "el propio domingo de agosto" Goyeneche se encontró con Corona en la rotonda de Guaminí y Suárez y que le entregó "las chapas patentes del auto comprado, CUI 974".
"Comprobamos que el pedido del auto había existido, por las comunicaciones telefónicas e inclusive el propio Corona me entregó las patentes. En los allanamientos en los comercios de Corona, en 9 de Julio, secuestramos documentación de alguna compra que había hecho Goyeneche y un cuaderno de espiral con gran movimiento, en el cual figuraba el pedido del Corsa de cuatro puertas, gris plata escuna (como el de Iglesia), con el número de teléfono particular de Goyeneche", detalló el policía retirado.
Al serle exhibido por secretaría el anotador incautado, Díaz lo reconoció sin dudar.

Los presuntos homicidas
Si bien advirtió que de la investigación de la DDI local no surgieron las vinculaciones de Aguilar y Fernández con los crímenes (habrían sido relacionados por la comisión de Casos Especiales, proveniente de La Plata), el comisario retirado aludió a ciertas referencias que, según su criterio, podían ser de utilidad para los jueces.
Expresó que con las detenciones, en octubre de 2007, "me vino a la memoria una serie de hechos y detalles que no estaban en mi cabeza, más que nada por Aguilar o Ravainera, porque al tercer detenido, si bien me suena su nombre, no recuerdo haberlo visto en comisarías".
Acerca del "Chino", recordó que estuvo detenido en 1987 en la comisaría de Ingeniero White y que, a fines de esa década, lo relacionó con un asalto, en la modalidad de piratas del asfalto.
"Me refiero a que estábamos investigando un delito de secuestro de dos jóvenes (María Victoria Chiaradía y Horacio Iglesia Braun), un trayecto largo y luego los asesinatos. No es tan fácil de hacer para un delincuente; la experiencia indica que, casi con seguridad, se haya hecho antes", opinó.
En este sentido, manifestó que entre 1989 y 1990, su personal se enfrentó a tiros con Aguilar en el Bajo Rondeau, luego de ser sindicado como quien mantuvo en cautiverio a un camionero asaltado en la ruta 3.
"Lo asocié porque en ese caso (Aguilar) había sido quien se había ocupado del chofer de un camión, lo había llevado en el baúl de un Fiat 128 y liberado sobre la ruta 3 o en sus inmediaciones", afirmó.
"Cuando me entero de la detención de Aguilar (por el doble homicidio), lo asocié con la hipótesis que habíamos manejado de cómo fue el crimen", reconoció el ex jefe de la DDI.

"Difícil de olvidar"
Sobre Ravainera, hizo referencia a un allanamiento que se practicó en una casa que él frecuentaba, en Coronel Suárez, en el inicio de la investigación por el doble crimen, ya que estaba sindicado como posible "levantador" de vehículos.
"Es difícil olvidarse de una persona como Ravainera. Cuando hago el allanamiento, a los 15 minutos sabía que estaba perdiendo el tiempo. A duras penas me dijo cómo se llamaba. Dije, 'este es más frío que un 'bufoso' (arma de fuego, en lunfardo). Esa fue la impresión", expresó Díaz.
Más allá de que se trató de un operativo sorpresa, explicó que "El Lagarto" mostró una "actitud de nada".
"Considero que una persona que tiene ese comportamiento, que no demuestra ninguna emoción cuando se entera que se lo está allanando por un doble homicidio, que no era un chiste... al menos me pareció un delincuente avezado", aseveró.
Preguntado por el abogado Sebastián Martínez, defensor de Aguilar, respecto de cuál fue su opinión inicial respecto del móvil del doble asesinato, Díaz respondió que "mi idea era que se trataba de un robo de automotor y que algo había salido mal, para entender por qué se había cometido semejante salvajada".
Al aludir a qué quiso decir con "algo salió mal", mencionó que pudo ser que una víctima reconoció a su captor o que Horacio fue identificado como hijo del extinto superintendente de policía Héctor Horacio Iglesia, quien había investigado a Aguilar en varias causas anteriores, entre ellas una por la que fue sentenciado a nueve años de reclusión.
"Podría haber tomado la decisión de una especie de venganza", especuló Díaz.

"Me entró como un presentimiento"
El fumigador Atilio Gabriel Berger, quien fue protagonista involuntario del descubrimiento de los cadáveres en el monte de cipreses de Coronel Suárez, aseguró ayer ante los jueces que llegó al lugar "por presentimiento", aunque las constancias de la causa --corroboradas ayer por otro testigo-- indicarían que fue a cubrir sus necesidades fisiológicas.
Relató que aquel 4 de septiembre de 2000, empezó a realizar sus tareas rutinarias a media mañana y que "venía escuchando la radio sobre el caso de los chicos que habían desaparecido y ese día venía el ministro (Ramón) Verón, que era de Seguridad".
Entre las 15.30 y las 16, cuando concluía su labor en uno de los extremos del lote, cercano al escenario de la tragedia, "me entró como un presentimiento, algo en la cabeza y dije '¿no estarán en el monte?'"
Berger detuvo el tractor que conducía, sorteó el alambrado y vio "un bulto".
"Pensé que era basura o un croto y entré a sospechar. Me acerqué y de repente vi a esa chica que estaba tirada ahí y me dio mucho miedo; no sé cómo pasé el alambrado, de la desesperación y le avisé a mi compañero banderillero", relató el hombre, en un pasaje que conmovió hasta el llanto a Mirta Peralta, la mamá de María Victoria.
Su tío, Angel, fue quien comunicó esa novedad al encargado de la estancia.
Berger sostuvo que se aproximó a "un metro y pico" de los cadáveres, pero que no tocó nada. "Entré, miré y, con el susto, pasé el alambrado rápido", dijo.
Mencionó que nunca antes había ingresado en el monte y que, para acceder, debió agacharse "un poquito", para agregar que en el camino vecinal "había muy poco tránsito".

Vio el auto
Antes que Berger prestó testimonio Luis Alberto Cabrera, quien aseguró haber visto pasar por el mismo sendero, el domingo 27 de agosto de 2000, entre las 8.25 y las 8.30, "un auto gris y nuevo", como desde el monte hacia Coronel Suárez.
Si bien el puestero de la estancia Sauce Corto no supo detallar la marca del rodado, se especula que sería el Chevrolet Corsa de Iglesia.
Su observación sería posterior a los crímenes, por la dirección en que se desplazaba el vehículo y el detalle de que alcanzó a ver sólo a un ocupante.
El día anterior, Marciano Silvera, también trabajador rural, dijo haber visto un coche, posiblemente gris, con otro rojo, pero en dirección al monte de cipreses, es decir que sería la secuencia previa a la que advirtió Cabrera, ya que en el rodado oscuro iban cinco personas y en el otro sólo una.
Cabrera no pudo aportar detalles fisonómicos del automovilista. "Fueron dos segundos, una imagen", expresó, para agregar que vio pasar el rodado a cinco o seis kilómetros de distancia del citado monte.
"Yo lo saludé, pero no sé si me saludó; no me pareció un tipo joven", señaló, para aclarar que no había escuchado disparos previamente.

Desisten de testigos. El fiscal Eduardo d'Empaire y el abogado Héctor Bertoncello (asesor de las familias de las víctimas) desistieron ayer del testimonio de Josefina Iglesia, hermana de Horacio. Tampoco declararon Angel Miguel Berger, Eduardo Díaz Monroe y Carlos Danunzio, en este caso a pedido del defensor Luis María De Mira. Para el lunes se esperan declaraciones relacionadas con las últimas horas con vida de la pareja y su paso por Tornquist.

Fuente: www.lanueva.com (La Nueva Provincia)

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