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Llega a su etapa culminante la causa por el doble crimen.

Gustavo Aguilar, Héctor Fernández y Gustavo Ravainera serán juzgados desde este miércoles, por los asesinatos de María Victoria Chiaradía y Héctor Horacio Iglesia Braun, cometidos en 2000.

Aquel domingo 27 de agosto de 2000, cuando tomaba estado público la desaparición de una pareja de novios bahiense, ni el más pesimista podía suponer que comenzaba a escribirse una de las historias delictivas más crueles de que se tenga registro en esta región.
La estimación, vaga e insostenible, de que María Victoria Chiaradía y Héctor Horacio Iglesia Braun, podrían haber encabezado una "aventura romántica de jóvenes", fue rápidamente descartada por sus padres y el paso de las horas sumó incertidumbre y misterio. La llamada telefónica de Victoria a su madre Mirta, poco antes de las 5.30, para pedirle que no se preocupara por la demora, ya que habían tenido un desperfecto en el Chevrolet Corsa con el cual, supuestamente, habían ido a un cine, sólo agregaba desconcierto. Y el hallazgo del coche, abandonado y "limpio" --dos días después de la desaparición--, en un camino vecinal cercano a General La Madrid, abrió los primeros temores concretos, cuando los rastrillajes por la ciudad y la zona eran incesantes. El horror se hizo carne la tarde del lunes 4 de septiembre siguiente, en Coronel Suárez. Un trabajador rural de la estancia Sauce Corto, ubicada a unos dos mil metros de la ruta 76 y a 133 kilómetros de Bahía Blanca, se bajó del tractor con el cual araba, para caminar hacia un monte y descubrió los cuerpos sin vida de la pareja, abrazados, semitapados con ramas y tierra y ejecutados a tiros. Otros interrogantes se multiplicaron con semejante resultado y la angustiosa vigilia trocó en drama. Sin embargo, las dudas que rodearon al emblemático caso se fueron develando a partir de la paciente investigación que llevaron adelante los fiscales Eduardo d'Empaire y Claudia Lorenzo, con el valioso aporte de la división de Casos Especiales de la policía bonaerense. Evaluada y desestimada una posible venganza contra el padre de Horacio (el entonces comisario Héctor Horacio Iglesia, quien llegó a ser jefe de la policía provincial y falleció después de retirarse de la fuerza), la principal hipótesis avanzó hacia el robo del automóvil, para ser introducido en el mercado ilegal de los vehículos mellizos. Las pesquisas derivaron en dos condenas --aún no firmes-- por el "doblaje" de rodados y por la instigación a la sustracción del Corsa ocupado por las víctimas, hasta que, siete años después --cuando la esperanza parecía derrumbarse por completo-- capturaron a los supuestos autores materiales del doble crimen.

Momentos de definición Esta semana, a más de nueve años de la fatídica madrugada y con incontables fojas de testimonios, pericias, entrecruzamientos telefónicos, trabas y contramarchas, la causa está a punto de ingresar en su etapa final y más trascendente. Gustavo Enrique Aguilar, alias "Chino" o "Gordo"; Héctor Hugo Fernández (42), conocido como "Petiso", y Gustavo Javier "Lagarto" Ravainera, tendrán que responder por el gravísimo delito ante el Tribunal en lo Criminal Nº 3. En la opinión de los fiscales, Aguilar y Fernández podrían ser quienes balearon a los novios, mientras que a Ravainera se lo vincula con el traslado del Chevrolet Corsa desde el lugar del hecho hasta General La Madrid. Testigos de identidad reservada --que en el debate no podrán declarar bajo esa forma-- son considerados clave para acreditar esos extremos. Otro dato de interés para la fiscalía tiene relación con el hallazgo del teléfono celular que aquella noche portaba Horacio, tirado en un descampado del paraje El Cholo, en las afueras de nuestra ciudad, en abril de 2001. Pudieron establecer los investigadores que, para esa época, Aguilar trabajaba en un galpón ubicado a sólo 50 metros del allí y que Fernández lo frecuentaba. Al ser indagados, los sospechosos --todos poseen antecedentes policiales-- se proclamaron inocentes, posición que procurarán ratificar durante el esperado debate. De lo contrario, corren el riesgo de pasar el resto de sus vidas en la cárcel.

"Esperemos no explotar" Todos los días desde la desaparición física de su hija María Victoria, Roberto Chiaradía y su mujer, Mirta Peralta, concurren al cementerio local. Saben ellos, tanto como Silvia Braun (quien está angustiada por la situación y prefiere no formular declaraciones), que se aproximan horas culminantes para una lucha de más de nueve años. "Las expectativas son muy raras, porque vamos a estar frente a frente con los delincuentes que cometieron el hecho. Esperamos que se haga justicia y tengamos un fallo condenatorio", declaró Roberto a "La Nueva Provincia". Reconoció que ellos están persuadidos de que Aguilar, Fernández y Ravainera fueron autores del doble crimen, "pero lo más importante es la convicción, argumentada con pruebas, que el fiscal tiene sobre todo esto. Ha trabajado muchísimo y está convencidísimo de poder demostrar la autoría material". "Creo que, con el correr de los días, van a ir creciendo la angustia y la inquietud, hasta el día de los alegatos y la sentencia. En el juicio anterior, donde se condenó a Goyeneche, Corona y Martín, no estábamos frente a los que podían ser autores materiales; eran instigadores... Ahora es otra cosa", afirmó. Ante ese cuadro de situación, Chiaradía espera contar con la fortaleza necesaria para atravesar esta difícil etapa. "Esperemos que podamos tener la suficiente habilidad mental como para no explotar; es lo que deseo para mi, para Mirta y para Silvia", dijo. Por último, el padre de Victoria ratificó su postura en cuanto a que con el debate podría no cerrarse definitivamente el caso. "Como siempre he dicho, supongo que aparecerán algunas cosas nuevas, vinculadas a los encubrimientos policiales u otros, que merituarán alguna causa más", finalizó.

Dos condenas en relación con el caso
En el marco de la misma causa y por otra que surgió como ramificación de la principal, se pudo avanzar hacia dos condenas por delitos vinculados con el doble crimen. El 8 de abril de 2003, el mismo tribunal que ahora juzgará los crímenes (aunque con otros integrantes), sentenció a diez años de prisión al chapista suarense Martín Oscar Goyeneche, al autopartista de 9 de Julio Juan Antonio Corona y al vendedor de autos Rubén Oscar Martín. Los tres fueron hallados culpables de instigar el robo a mano armada del automóvil Chevrolet Corsa que ocupaban los novios. La jueza Daniela Fabiana Castaño fundamentó el fallo, con la adhesión en todos sus términos de los restantes magistrados, los doctores Guillermo Francisco Glizt y Pablo Hernán Soumoulou. Se consideró que Goyeneche habría iniciado la cadena delictiva, solicitando un coche de esas características (para ponerlo en circulación con la documentación de otro vehículo similar que estaba chocado) a Corona y que éste, a su vez, se lo pidió a Martín. Luego, según los jueces, "el hecho quedaba al arbitrio de los otros intervinientes", es decir los ejecutores. Al año siguiente, Goyeneche y Corona volvieron a ser sentenciados, esta vez por el Tribunal en lo Criminal Nº 1 y a cinco años y medio y cuatro años y medio de prisión, respectivamente. Entre otros delitos, se los vinculó con el "ponchado" de dos vehículos en el taller del chapista suarense. Se trata de una camioneta Peugeot 504, robada en Córdoba y secuestrada en Guaminí y de una ambulancia de la Municipalidad de Coronel Suárez. Además de los nombrados, recibieron penas menores Jorge Anrique y César Lara, empleados del tallerista.
Con los padres. La ronda de aproximadamente 135 testigos que tiene en carpeta el Tribunal en lo Criminal Nº 3 para el juicio oral y público comenzaría, el miércoles, con la declaración de Silvia Norma Braun, madre de Horacio y Roberto Mario Chiaradía y Mirta Ofelia Peralta, padres de María Victoria, según trascendió.
Fuente: www.lanueva.com

 

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