Fue a visitar a su nieto, quien desde hace unos años está trabajando en una entidad bancaria que tiene sede en Holanda y sucursales en varios países del viejo continente.
Esta experiencia le permitió conocer ciudades importantes como Madrid y París.
Observador de la vida diaria, no dejó de comparar lo que veía con lo que sucede en nuestro país.
En diálogo con La Nueva Radio Suárez, a su regreso, dijo que una de las cosas que mayor asombro le causó es como se cuida el arbolado urbano, como la gente respeta las leyes y no se le ocurre insultar a la autoridad que le hace un llamado de atención por una circulación incorrecta, o alguna actitud para las cuales la reglamentación establece multas o penalidades. Le maravilló el orden y el respeto con el que vive la gente.
Anduvo en bicicleta a orillas del Río Sena, entró a una famosa marca de ropa internacional a preguntar si era cierto que nuestra Presidenta se compraba carteras en ese lugar y le pidió perdón a Galileo Galilei –en realidad a la estatua que está en este famoso museo- porque a pesar de todo lo que él aportó a los conocimientos de la astronomía los argentinos insistimos en querer cambiar la hora.
Regresó, rezongando más que antes sobre la clase política argentina, y sintiéndose muy feliz y orgulloso porque rindió frutos apoyar incondicionalmente el crecimiento de su nieto.