“Hay que tomar en cuenta que el suicidio es un acto secreto, privado, que la persona decide y que es muy difícil de explicar para su entorno inmediato. A veces es posible encontrar una razón o una explicación reconstruyendo la historia de esa persona desde su muerte hacia atrás. Pero hay que partir de la base que es el último hecho que hace un individuo, y que tiene su base en una patología mental. Puede tratarse de una depresión, una profunda tristeza, melancolía, que lleva a la persona a pensar que no tiene otra salida más que esta. No es fácil responderse al interrogante de si es posible evitarlo, porque al tratarse de un acto privado, puede ser que la persona no haya dado signos visibles, que hayan podido ser advertidos por su entorno inmediato.
Por eso es muy importante, que las sociedades pensemos en formas nuevas de fortalecer vínculos de afecto, de cultivar las relaciones con los otros, de dejar de poner el énfasis en cuestiones materiales, y poner el interés en estrechar lazos con nuestro entorno. Y para dar cambiar estas alarmantes estadísticas hay que pensar en nuevas estrategias sociales para dejar de lado el individualismo que hay hoy en día”.