Otegui evaluó que el año que termina “ha sido muy bueno. Fue de mucho trabajo, porque la entidad exige mucha dedicación. Pero fue un año positivo. Se van acomodando muchas cosas de muchos años que venían sin acomodarse. Estamos muy bien, estamos contentos”.
En cuanto a la situación económica explicó que “el Centro hoy no tiene deudas, en absoluto. IOMA está atrasado, como siempre, pero a pesar de eso estamos bien. En el mes de marzo tenemos la asamblea, el cambio de Comisión. El objetivo es continuar las cosas que se han iniciado, que son muchas. La idea es terminar las gestiones para trabajar con PAMI y con las otras obras sociales”.
El Presidente de la Comisión Directiva de la entidad anticipó que “también terminar el lavadero, que estamos por empezar a construir y que es un deseo muy grande para una institución de esta magnitud. Nos han donado un lavarropas industrial, por lo que ahora como nunca tenemos necesidad de hacer este lavadero. Veremos si hay alguna Comisión que quiera continuar. Si no se acerca gente nueva será la continuidad. Pero a mí me encantaría que haya un grupo nuevo, que venga con nuevas energías e ideas. Hay un grupo de colaboradores muy lindo armado, además de la Comisión. Cada vez que hacemos un evento tenemos un montón de gente trabajando”.
Imposible entrevistar a “Coqui” Otegui y no preguntarle sobre el siniestro, un incendio de grandes proporciones que se llevó todo lo que había en el interior de la casa familiar, más la producción en camperas y chalecos para el invierno que se había hecho en el taller de su propiedad, ocurrido hace un mes y medio atrás, producto de un rayo.
Inmediatamente “Coqui” Otegui y su familia sintieron la solidaridad manifiesta de innumerable cantidad de personas, familiares, conocidos y amigos.
“No tengo suficientes palabras de agradecimiento a la comunidad de Suárez. Lo que me ha demostrado la gente no tiene palabras. Uno va cayendo después que van pasando los días, a medida que vamos recordando momentos. Nos preguntamos si fue un sueño o no. Esto pasó en la madrugada de un sábado y el martes teníamos acá a cuarenta personas, conocidos, vecinos, amigos, que vinieron el día lunes, me desarmó el negocio, lo limpió y lo volvió a armar. Y yo sin darme cuenta, porque estaba en la desesperación de todo lo que había sucedido. A los tres o cuatro días nos mirábamos con mi mujer y no lo podíamos creer. O gente que venía y nos traía un tupper con torta. O gente que vino y me trajo un cheque en blanco y decirle que no, agradeciéndole el gesto. Gente que ha venido con sus ahorros y decirle que esto se sale adelante con trabajo. ¡Suárez es tan especial en esto! La verdad que estamos agradecidos a todos. De una escala de 10, con todo esto que vivimos, sentimos que 1 es negativo y el resto de cosas positivas”.