“Esta es una fecha para hacer cierto tipo de balance de nuestra propia vida. La navidad es una fecha muy importante. Hablamos del nacimiento de aquel que vino a ser el Salvador, el Señor de nuestras vidas. Que sea el que gobierne y nosotros estemos dispuestos a vivir conforme a su voluntad. Para mí es una fecha para reforzar aquello que Jesús vino a hacer. Vino para transformar al hombre, para que el hombre deje de ser egoísta y se transforme en una persona servicial. Esto sucede cuando rendimos nuestras vidas a Él”.
El Pastor Alebuena confirma que “La obra de Cristo es tan preciosa porque es una obra transformadora, es una obra que comienza en la persona, en un momento determinado, voluntariamente, por decisión propia de cada uno, para ser transformado a imagen de Cristo. Hay un trato de Dios sobre nuestras vidas y hay un desafío. Tenemos un año por delante; para los cristianos tiene que ser un año donde nosotros decidamos ser sus manos. Que estemos dispuestos a ser los pies de Jesús aquí en la tierra y a movernos en misericordia como Jesús fue misericordioso, a ser mansos como Jesús fue manso, a amar como Jesús amó, a perdonar como Jesús perdonó. Cuando leemos los evangelios, Jesús es el ejemplo a seguir. Todo grupo que sigue a un grupo, mira al líder. Para el cristiano, el líder es Jesucristo”.
Esto lo dijo el Pastor Néstor Alebuena, de Comunidad Cristiana, quien recordó que “Jesús nos dejó un estilo de vida que debemos vivir para que la sociedad sea transformada, con actitudes de amor, de misericordia, de servicio de perdón, para que haya verdaderos cambios en la familia, en el vecindario, en lo comercial, en el gobierno y en todas las esferas de nuestra sociedad”.
Agregó que “nosotros siempre hablamos que necesitamos una conversión. Conversión a dejar de vivir conforme a nuestra propia voluntad, y empezar a vivir de acuerdo a la voluntad de Dios. El mismo padre nuestro, en una de las partes, dice “Padre, sea hecha tu voluntad, como en el cielo, también aquí en la tierra”. Cuando digo tierra, me señalo yo mismo como una porción de tierra y ser yo una expresión de la volunta de Dios en la tierra. Cuando decimos esto, sin darnos cuenta, nos convertimos en los pies de Jesús, que se conducen al lugar donde está el que sufre, el que necesita, el sediento, el hambriento. Los pies presurosos para el bien, y manos que estén dispuestos a levantar al caído, al necesitado. Esto sucede cuando hay una conversión, cuando hay un cambio, cuando hay una entrega de nuestras propias y egoístas voluntades a la voluntad de Dios”.