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Una historia de amor, dedicación y trabajo compartido entre familia y escuela.

 

“Néstor hoy le está demostrando a la sociedad que sí se puede”.
Amor de padres, amor de docentes y diferentes profesionales que trabajaron en equipo. Todos juntos para un resultado increíble, impensado para los padres hace 8 o 9 años atrás, cuando empezaron a ver que algo era distinto en su niño.
Néstor Schroh tenía 2 años cuando sus padres se encontraron con el diagnóstico médico de autismo.
En la mañana del jueves, en el acto de egresados de la Escuela Primaria Nº 7, Néstor recibió la banda como primer escolta de la Bandera Argentina, con un promedio de 9,28.

Hace unos cuántos años atrás habíamos entrevistado a su mamá, Mara Huertas, incansable en su labor de madre, entonces preocupada y ocupada, quien pedía a la obra social que atendiera todo lo que su hijo necesitaba en acompañamiento profesional.
En esos años Néstor hacía unos dibujos increíbles con la técnica de puntillismo, con una perfección que llamaba la atención. Sobre todo eran dibujos de delfines, animales que le encantan y que buscaba siempre en sus programas de tele favoritos.
El jueves fue una jornada de mucha emoción para la Escuela Primaria Nº 7 para directivos, docentes y toda la comunidad de padres.
Es que el establecimiento despedía a un nuevo grupo de egresados del 6to año. Y también porque en el cambio de abanderados y escoltas implicaba la celebración del logro que representa para la familia Huertas-Schroh que Néstor haya salido adelante con creces.
Lo confirma en el trabajo diario en el aula, en el promedio obtenido y por supuesto en ser primer escolta de la Bandera Argentina.
Hablamos con Mara Huertas y Fernando Schroh, los padres de Néstor, con la docente Norma Loupias, que es la docente titular del 5to año del establecimiento. Luego se sumó Ernesto Ochoa, que es uno de los profesionales que acompaña a Néstor.
La madre recuerda que “cuando tenía 2 años le detectamos el autismo. Fue un largo camino que iniciamos con integración desde el jardín. Néstor era un nene que no hablaba, no se conectaba, que tenía movimientos estereotipados. Comenzó a hablar a los casi 5 años. Tuvimos que comenzar el período escolar y sinceramente no nos esperábamos que pudiera ser primer escolta. Como toda mamá preocupada, con cada logro de él, era impresionante. Sinceramente no pensé que iba a lograr ni leer, ni escribir, de la manera que él estaba”.
Agrega que “él viene aquí desde 1er grado (a la Escuela Nº 7), hemos tenido el apoyo del equipo directivo. Esto no se pudo haber logrado sino es con el apoyo de la Directora, Alicia Patahuer, siempre hemos estado pasando cada obstáculo que teníamos. Esto no es fácil, por eso la emoción que sentimos hoy. El nene tuvo que pasar por diferentes etapas, aprender a leer, a escribir, tenía dificultades, necesitaba integración. Tuvimos el apoyo de todos sus maestros”.
El papá se manifestó “rechocho”, agregando que “no lo esperábamos. Es el paso a paso de todos los días. Los docentes, nosotros detrás, en casa, con los compañeros; él se fue integrando de a poco”.
Al preguntarle a su maestra Norma cómo es Néstor en el aula, la docente responde que “para mí es divino”, e indica que “tiene sus dificultades, pero sabiéndolo llevar logré muchísimo con él. Al principio no quería leer, entonces le preguntábamos si quería hacerlo y junto con Mica, que es la integradora, la acompañante, logramos eso. Le decía ‘cuando vos quieras leer me avisas’, por ahí me decía ‘quiero leer’ y leía. Es fabuloso lo que hemos logrado con este nene. Néstor con sus docentes está muy bien integrado, con sus compañeros le cuesta un poco más”.
Se trata de esperarles los tiempos, de respetar sus decisiones. “Néstor entra al aula, a la mañana no quiere desayunar. Entonces cuando él llega le pregunto si tiene hambre. Me responde que sí y le propongo que vaya a comer un poquito y después regrese. Sale, come y vuelve al aula. Hay que saber cómo tomarle sus cosas y la verdad es que yo me he integrado muchísimo con él”.
Se trata de flexibilizar, romper las estructuras que la escuela trae consigo y que muchas veces frustra a tantos chicos.
La madre de Néstor recuerda que un día un terapista le dijo “Mara, Néstor no tiene techo”.
“Eso me emocionó, son palabra sencillas, cosas que a uno le llegan. Acá hay mucho amor, en la institución está rodeado de amor, Alicia (Patahuer, la Directora) es excelente. Norma, con todos sus años de docente, es contundente, nos ayuda muchísimo. Ha sido contundente en la enseñanza y en indicarnos cómo tenemos que proseguir. Él está rodeado de mucho amor, sus compañeros son brillantes, vienen todo el año a casa. Se tener 10 chicos en mi casa haciendo deberes”.
Agradecen los padres a todos los terapistas que en cada momento lo fueron acompañando en estos años. En matemáticas “es una luz” dice su maestra.
“Pensé que no iba a poder manejar un botón de la computadora” dice su mamá. “Le pido a los padres que no se asusten, es duro, el tratamiento es carísimo. Nosotros contamos con una prepaga, por eso se lo pudimos brindar. En algún momento tuve la casa llena de terapistas”.
Los nombra a todos y cada uno y agrega: “les pido a los papás que apoyen a la escuela, porque es un 50% de la escuela y un 50% de la casa. La familia tiene que apoyar continuamente a las docentes en esta lucha. No tengo más que palabras de agradecimiento para esta escuela que ha cumplido con una integración al pie de la letra”.
Lo que le enseñó esta espectacular experiencia educativa a la docente: “cuando empecé este año dije Dios mío, ¿qué hago ahora? Fui despacio, primero observándolo cómo reaccionaba. Soy una persona de mucho carácter, tenía miedo que él se atemorizara. Fui despacio y me lo fui ganando. Para mí ha sido un logro tremendo. Nosotros, cuando empezamos a dar clase, no sabemos con qué grupo nos encontramos y tener que ir indagando cada uno, los problemas que tiene cada nene. Y este, como es tan especial, lo quiero muchísimo”.
Se suma al diálogo Ernesto Ochoa, que en estos momentos lo acompaña para el logro de habilidades sociales.
“Es una historia larga, Mara hace muchos años me llamó, desesperada. A partir de ahí, y en todos estos años, ellos habilitaron a que yo los acompañe en este proceso de inclusión de Néstor en la sociedad, nada más y nada menos. Obviamente la escuela como primera herramienta de socialización de Néstor. Fue un desafío personal en el cual yo le dije a Mara que ‘no hay un techo, nunca hay techo’, y la inclusión es una realidad. Llegar a este presente, que chicos con esta condición puedan tener una vida normal y apuntando a una calidad de vida, se puede hacer. Cuando una familia acompaña un proceso terapéutico hay un éxito y eso lo quiero destacar, más allá de si son ricos o pobres. Es la familia comprometida, acompañando un proceso para que su hijo tenga calidad de vida. Néstor hoy le está demostrando a la sociedad que sí se puede”.
“Para mí es un día de felicidad acompañar a la familia, a Mara, a Fernando y a Néstor en este momento. Cuando todos los agentes del Estado están a disposición de la inclusión se logran estas cosas”.

 
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