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Los chicos misioneros ya no tendrán que nadar para ir a la escuela: ¡construyeron el puente sobre el arroyo Chafariz!

La denuncia de Infobae acabó con un atraso de diez años y evitó que algún alumno muriera ahogado

Más que un título fue un grito: "Increíble: la historia de los chicos misioneros que cruzan a nado un arroyo para poder estudiar", alertó Infobae a mediados de octubre.
Y no sucedía por una emergencia. Un puente destrozado por una tormenta, por ejemplo. Porque… ¡jamás hubo un puente!
Además, el caso dejó al desnudo otros viejos problemas.
Hace una década que esa comunidad indígena reclama (y espera…) casas dignas, luz eléctrica, y la mínima infraestructura que la instale en el siglo XXI.
Volvamos al lugar. Al arroyo Chafariz. Una vía de agua que nace en Misiones y se une con el río Uruguay. Está en San Vicente, departamento Guaraní. Su etnia, su comunidad, data del siglo XVIII.
Y en ese arroyo Chafariz, un punto casi invisible en el mapa, se libra una batalla cada día. La odisea de 45 chicos guaraníes de la etnia mbyá por llegar a su escuela. La 905.
Odisea, porque de lunes a viernes deben cruzar el arroyo a nado, ya que la escuela está en la otra orilla.
Cruce que es una larga peripecia y un peligro latente: la crecida del arroyo arrastra cuanto encuentra a su paso.
Morir ahogado es más que un riesgo.
Es, según la violencia del agua, una trágica certeza.
Se desnudan, se zambullen, y nadan con todas sus fuerzas hasta aferrarse a la otra orilla.
Los mayores ayudan a los más pequeños llevándoles la ropa y los útiles.
Pero la maniobra, a veces, falla, y los útiles y los cuadernos caen al agua.
Dura tarea. Hacer de nuevo los cuadernos, las carpetas, y rescatar los pocos útiles que flotan…
Porque comprarlos es una aventura. El dinero siempre es escaso en ese rincón de la selva.
Hace diez años que la comunidad no sólo reclama un puente. También casas (las suyas son de hojas y ramas), luz eléctrica, una vida digna.
Gente mansa, es cierto. Pero las veintiséis familias de la comunidad Chafariz –enclave entre El Soberbio y San Vicente–, agobiadas, en octubre cortaron un tramo de la ruta provincial 13.
Pidieron lo de siempre. Lo elemental. Y uno de sus caciques, Vicente Méndez, dijo que los chicos guaraníes caminan descalzos porque no tienen zapatillas ni zapatos, "y no por costumbre o cultura".
Por esos días, el arroyo creció, bárbaro, y por milagro no se ahogó ningún chico.
Infobae oyó también a la maestra de la 905, Melly Paniagua. Clara y directa, definiendo a sus alumnos como pequeños héroes, nadando y corriendo riesgo de muerte con tal de aprender.
Frente a esa dura realidad, este medio preguntó en su nota por qué, en tantos años, los gobiernos misioneros no encararon, al menos, la construcción de un puente sobre el arroyo.
Por qué esa desidia, ese abandono, esa larga siesta de indiferencia.
La nota fue recogida por varios medios, y el problema fue insoslayable.
A las pocas semanas, el gobierno anunció la construcción de un puente peatonal sobre el arroyo.
¡Victoria!
No fue todo: prometió, hasta que el puente fuera habilitado, un aula provisoria con electricidad.
El milagro de la luz… en el siglo XXI.
Pero quedan cuentas pendientes.
Un puente paralelo para la ambulancia, porque los pacientes, para llegar al hospital de San Vicente, deben recorrer medio centenar de kilómetros por un camino hecho pedazos. Alguno puede no llegar vivo…
Pues bien. Cuando todas las carencias se hayan esfumado, será hora de celebrar. De aplaudir la luz, las nuevas casas, los dos puentes.
No antes.
Pero el primer gran paso, que hace dos meses parecía lejano y casi imposible, ya fue dado.
Las fotos no mienten. ¡El puente ya atraviesa el arroyo! No está terminado, pero falta muy poco.
Ahora, lo demás es lo de menos.
Fuente: Infobae.

 
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