A Mauricio Macri siempre le sentaron bien las mujeres. El archivo refuerza la teoría: eligió a Gabriela Michetti como su primera compañera de fórmula en su primera gestión en la ciudad de Buenos Aires. Después la cambió por María Eugenia Vidal y una versión interna da cuenta de que alguna vez un integrante de la mesa chica de decisiones del Presidente pensó en Margarita Barrientos como eventual acompañante, descartada de cuajo.
Ahora, en medio de crecientes tensiones internas y de pases de facturas a su gabinete –Infobae lo adelantó el 9 de octubre pasado-, Macri vuelve a jugar a las damas. "Estamos viajando hacia Mar del Plata por la ruta 2, que es el mejor camino. Pero de tanto en tanto nos vamos a la banquina. Sabemos a donde tenemos que ir, pero un viaje de cuatro horas y media lo hacemos en el doble de tiempo", asegura un íntimo consejero del Presidente que lo acompaña desde la infancia y que grafica de esa manera la marcha de la gestión.
En ese escenario, a los tumbos y sin demasiados pergaminos para ofrecer, la gobernadora bonaerense, la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, y Elisa Carrió, integrante fundacional de la coalición de gobierno, se convirtieron en tres pilares fundamentales del primer año de mandato. Por necesidad, por valor agregado, por capacidad o por conveniencia, Macri se recostó en ellas para sobrellevar sus primeros meses en lo máximo del poder, en vísperas del inicio de la campaña legislativa, clave para su suerte en la segunda mitad de su mandato.
Vidal es, por lejos, la dirigente con mejor imagen y una suerte de intocable, al menos por ahora, en el escenario político: tiene casi 80% de aceptación y la aprobación de su gestión bonaerense casi 70 puntos, un récord que ni Daniel Scioli supo alcanzar en sus mejoras épocas.
Macri se mostró con ella todas las veces que pudo. En la reunión de voceros de fines de septiembre en el Centro Cultural Kirchner, el relevamiento realizado por el equipo de comunicación presidencial había arrojado que hasta esa fecha el jefe de Estado había encabezado eventos de gobierno con la gobernadora en 42 oportunidades, sólo superada por Marcos Peña -el más estrecho funcionario-, con 62 fotos conjuntas, y Rogelio Frigerio, el ministro político del gobierno, con 45 apariciones.
Aunque todavía sin resultados de fondo, Vidal, que planea vacaciones junto a sus hijos fuera del país, le inyectó a Macri la dosis de osadía de la que carece la Casa Rosada, atravesada hacia el final del año por una serie de improvisaciones que brotaron de ira al Presidente.
La gobernadora convocó de entrada a audiencias públicas por los aumentos tarifarios, que se hicieron con algunos disturbios en Mar del Plata pero que pasaron completamente desapercibidas. En la Legislatura bonaerense sacó todas las leyes que mandó y trabó con Sergio Massa una relación de mutua conveniencia. Con el líder del Frente Renovador, Vidal se encontró al menos dos veces en el último mes: una en un selecto hotel porteño y otra en la sede también porteña del Banco Provincia. La ex vicejefefa además domó a Carrió: sostuvo -nadie se arriesga a pronosticar ahora hasta cuando- a Pablo Bressi como jefe de la Policía bonaerense cuando la líder de la Coalición Cívica presentó una serie de denuncias y pidió apartarlo.
Vidal, para colmo, logró algo impensado: que uno de sus ministros casi se quebrara hasta las lágrimas en la Legislatura provincial ante el pedido de legisladores de la oposición de que considerara su salida, mientras defendía el presupuesto 2017. Se trata de Edgardo Cenzón, que en las próximas dejará el Ministerio de Infraestructura y Servicios Públicos provincial en manos de Roberto Gigante. Imposible pensar que un referente de la oposición se deshaga en elogios ante un funcionario nacional. Vidal mandó anteayer a la Legislatura la modificación de la ley de ministerios, tras echar mano a su gabinete en busca de mayor impronta política. El primer trofeo de Joaquín de la Torre, que ocupará el Ministerio de Gobierno en lugar de Federico Salvai -futuro jefe de Gabinete y mano derecha de la mandataria- podría ser la licencia consensuada del intendente Carlos Arroyo, de pésima gestión en Mar del Plata, según confiaron fuentes provinciales.
El año que viene, la gobernadora será fundamental para la suerte electoral de Macri. También tendrá un rol central Carrió, que todavía no decidió si competirá en la Provincia o en la ciudad de Buenos Aires.
Para afuera, la diputada es un pilar más que importante en la imagen del Gobierno. No sólo porque está en el podio de los dirigentes con mejor imagen -compuesto también por Margarita Stolbizer-, sino porque además balancea los desatinos de Macri y mantiene vigentes los de la herencia K. Aunque internamente cueste digerirla. "Somos un espacio plural con diversidad de ideas, es sano", es la imagen que muestra el Gobierno de cara a la sociedad. Para adentro, arrecian las críticas y divide las opiniones.
Hace una semana y media, antes de volar hacia Nueva York, Fabián Rodríguez Simón, consejero jurídico de Macri y aliado de "Lilita", recibió una dura reprimenda presidencial por la viralización del video en el que "Pepín" arremetía contra Daniel Angelici y Ricardo Lorenzetti junto a la diputada y Mariana Zuvic. Angelici es uno de los objetivos de la líder de la CC que no está dispuesta a ceder.
La relación entre ella y el jefe de Estado es de conveniencia mutua. Ambos ganan. Carrió dice lo que Macri no puede decir. Son varios los jueces federales que, por ejemplo, ven la mano del Presidente detrás de las diatribas de la diputada hacia la Justicia. Macri calla. Deja correr la hipótesis. A propósito. La diputada es mucho más conveniente dentro del esquema de gobierno que fuera.
Pero la decisión de "Lilita" respecto del distrito por el que compita el próximo año también impactará de lleno en la estrategia del PRO, y podría solucionarle al menos un enorme problema: la candidatura de Martín Lousteau, con quien ella mantiene una excelente relación, en la ciudad de Buenos Aires. El domingo pasado, la diputada se encontró con Guillermo Laje, primo del ex ministro, agregado diplomático de la embajada argentina en Washington y jefe de campaña del embajador. Acordaron trabajar juntos. El ex funcionario aún no decidió cuando volverá al país o si competirá en las legislativas del año próximo. Pero su mesa chica deja trascender una sola certeza: si Carrió es candidata en la Ciudad, Lousteau espera al próximo turno. Una ayuda extra para la versión porteña de Cambiemos.
Stanley, el tercer sostén femenino del primer año de gestión de Macri, es, tal vez, la ministra más relevante de su gabinete. "Mauricio está enamorado de ella, y que se entienda qué tipo de enamoramiento", explica un ministro que suele quejarse de la poca sinergia entre los diferentes ministerios.
La ministra de Desarrollo Social armó un dique de contención con las organizaciones sociales, que en la marcha del viernes, junto al sindicalismo, amenazaron con endurecer posiciones si el Gobierno traba el proyecto de Emergencia Social. Si la amenaza aún no se materializó fue, en parte, porque Stanley no sólo no cortó los planes sociales, sino que los mantuvo y hasta los amplió. El desarrollo de la economía y la reducción de la pobreza prometidos por Macri, por ahora, son promesas de campaña. La funcionaria, encima, logró disimular al extremo la dura interna entre sus viceministros Carlos Pedrini y Gabriel Castelli, que implosionó parte de la estructura ministerial. En privado, la ex ministra porteña descarta de cuajo una postulación.
En su última reunión en el Vaticano, a mediados del mes pasado, Macri reconoció que el Papa Francisco resaltó el trabajo de la ministra y de la gobernadora Vidal. La Iglesia cumplió un papel clave para contener la protesta social y la ansiedad sindical. Stanley había tomado nota: en los últimos meses profundizó la red que tejió con los curas villeros del Conurbano bonaerense, con profunda presencia territorial y vocación para paliar el ajuste socioeconómico en los sectores más postergados.
Fuente: Infobae.