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Entrevista a la artista ganadora del Salón Brandenberg 2016.

 

“Para mí ha resultado un sorpresa. No sabía nada. Vinimos hoy porque habíamos mandado obra, de Villa Ventana vinimos cuatro artistas plásticas, y me encontré con la sorpresa que fui premiada. Es la primera vez que participo de este salón. El año pasado mandé uno, pero me excedía en el ancho, así que no entró”, indicó la ganadora, Stella Maris Mendez.

Procedente de Bahía Blanca, hace unos seis años que está radicada en Villa Ventana. Al dialogar con los medios de prensa de la ciudad, Stella Maris Mendez dijo que “para mí ha resultado un sorpresa. No sabía nada. Vinimos hoy porque habíamos mandado obra, de Villa Ventana vinimos cuatro artistas plásticas, y me encontré con la sorpresa que fui premiada. Es la primera vez que participo de este salón. El año pasado mandé uno, pero me excedía en el ancho, así que no entró”.
Agrega que “me dedico a esto, a pintar. Hace seis años que estoy viviendo en Villa Ventana y me dedico mucho a pintar. Tengo un grupo de colegas, con las que nos juntamos, tenemos un atelier, y trabajamos bastante. Habitualmente mandamos obras a diferentes salones”.
Consultada en torno a si el paisaje serrando la inspira especialmente, esta artista plástica explica que “la verdad que trabajo adentro, bajo techo, pero evidentemente, todo el entorno contribuye a que uno se manifieste en la pintura”.
Sobre la obra, su título y todos los elementos que la componen, su autora explica que “es un poco mi fantasía y mi locura. Yo empiezo haciendo manchas. El cuadro también tiene sus códigos y va imponiendo sus cosas y a medidas que voy pintando y voy armando la obra, mi cabeza va imaginando cosas, mi locura. Yo siento que es un mundo donde represento el pecado original, Adan y Eva. Son enseñanzas que uno tiene desde chico. Los otros personajes que aparecen en la obra, son los que han quedado de lado, están medio perdidos, o que la sociedad no los acepta. Después hay elementos de salvación, hay una barca. Es mi baile, mi viaje”.
Stella Maris Mendez Villafañe, dice que exponer la propia obra a la mirada de los otros “asusta, pero enriquece. Porque si no existe la mirada del otro no existe la obra. La obra es un ir y venir entre el que la hace y quien la recepciona”. Y finaliza diciendo que “lo importante ante cualquier obra no es pensar, sino sentir. Porque lo que uno ve y lo que despierta son las propias imágenes internas. Ya sea la aceptación o el rechazo. En realidad lo que uno ve es lo que tiene adentro. Y que la obra de uno resulte premiada, es un mimo que viene del exterior. Llegar a alguien, es muy lindo”.

 
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