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El diagnóstico resulta clave para la estrategia de fertilización del trigo.

“Se debe pensar en las necesidades del cultivo, en la eficiencia de uso de los nutrientes y el cuidado del medio ambiente para obtener el mejor rendimiento”, aseguró Mirta Toribio.
¿Por qué es vital la nutrición balanceada?

El trigo pan es el cereal invernal más importante de la Argentina por área implantada y por volumen de producción, habiéndose cosechado, en la última década, en promedio 4,5 millones de hectáreas, con una producción de 12,1 M/T, equivalentes a un rendimiento medio de 2,7 toneladas por hectáreas (Agritrend, 2015).
Desde sus comienzos, en Profertil estamos trabajando en el conocimiento y difusión de las Mejores Prácticas de Manejo (MPM) integral de la nutrición en el cultivo de trigo, a través de redes de ensayos junto con el INTA, Aacrea, Apresid y el departamento de Agronomía de la UNS, entre otros.
Algunos de los objetivos de las citas instituciones son evaluar el manejo actual del cultivo y las brechas que nos alejan de su rendimiento potencial y la difusión de las buenas prácticas para la nutrición.
La obtención de altos rendimientos de trigo, a través de variedades de alto potencial de rendimiento y prácticas adecuadas de manejo, depende en gran medida de la nutrición balanceada (NPS) del cultivo.
Casi el 30% de las variaciones de rendimiento en regiones trigueras argentinas se explica por el manejo de la nutrición.
Para ello, es fundamental el uso de herramientas de diagnóstico, que nos ayudan a definir la estrategia de fertilización, pensando en las necesidades del cultivo de trigo, la eficiencia de uso de los nutrientes y el cuidado general del medio ambiente.
¿Qué debemos tener en cuenta?
Por ejemplo, el rendimiento del trigo se define a partir del número de granos/m2 y el peso de éstos. Al momento de floración, el trigo ha captado aproximadamente el 80% del total del N disponible para su crecimiento y producción.
Esto se logra con un adecuado abastecimiento hídrico y de nutrientes desde el inicio de esta etapa.
Otra alternativa es la demanda de Nitrógeno (N) por el cultivo se calcula a través del producto entre el rendimiento objetivo y el requerimiento de N. En promedio, éste es de unos 30 kilos por tonelada de grano pudiendo variar entre 25 a 35 K/T.
Existen distintas herramientas de diagnóstico para evaluar las necesidades de N y la dosis a aplicar.
El momento de aplicación del Nitrógeno (N) es otro factor crítico para el cultivo de trigo. Está comprobado que para la pampa ondulada y la región semiárida no hay diferencias entre aplicación a la siembra y en macollaje, mientras esta supera a la siembra en el SEB.
En etapas tempranas, el N conduce a mejores rendimientos; en etapas tardías puede mejorar la cantidad y, especialmente, la calidad de las proteínas en grano.
La urea granulada es el fertilizante nitrogenado más utilizado en el cultivo de trigo y su aplicación en superficie es una práctica común. Hay fuentes nitrogenadas que mejoran la EUN en condiciones propensas a la pérdida del mismo, como el eNeTOTAL.
Fuente: La Nueva.

 
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