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Exposición rural de Coronel Suárez.
Jurado de admisión, con muchos años de experiencia.

Rómulo Cañete y “Tito” Orliacq son dos de los veterinarios más experimentados, referentes para las nuevas generaciones de profesionales en esta área y con una vasta experiencia como jurado de admisión de bovinos de las exposiciones rurales que se llevan a cabo cada año en Coronel Suárez, bajo la organización de la Sociedad Rural.

Reunidos por La Nueva Radio Suárez contaron anécdotas, vivencias y detalles del trabajo que desempeñan y que inaugura la actividad especial en cada muestra ruralista.
Rómulo Cañete recuerda sus inicios como jurado de admisión: “llegué a Coronel Suárez en el año ´79, procedente de Buenos Aires, a trabajar en la veterinaria Gan Agro, de Badiola, Muzzolón y Bertolami. De la mano de Badiola y de Muzzolón entro como ayudante al principio de jurado de admisión en la Sociedad Rural”.
Por su parte “Tito” Orliacq apunta que llegó “en el año 1975 con la idea de ir a alguna zona cercana, porque en ese momento había veterinarios suficientes para lo que era entonces el trabajo rural y gracias al Dr. José María ‘Coco’ Vénere, que fue quien me inició en esto, que me fogueó en la parte rural, a conocer la gente, a trabajar, él mismo me ayudó a poner la veterinaria y tengo hoy día clientes de aquella época que aún conservo. Tengo para él nada más que palabras de agradecimiento. También para el Dr. Badiola. Durante muchísimo tiempo me dediqué a la parte de equinos y era un referente importante, hoy tengo a mi hijo que continua en esta actividad. Después me dediqué a la parte de Bromatología también, donde colaboró mucho conmigo el Dr. Muzzolón. O sea que hemos tenido con Rómulo prácticamente los mismos maestros”.
Destacan ambos entrevistados que “una característica notable de los colegas de Coronel Suárez es ese ayudar al colega que llega, sacarlo, hacerle la experiencia que la facultad no te da. La práctica de veterinaria ha sido siempre muy cara, por el costo de los animales”, dice Cañete.
Se suma Orliacq diciendo que “los más viejos le hacemos pagar muchas veces el derecho de piso a los más jóvenes. De esto tiene alguna anécdota Rómulo”.
Una de ellas, que se puede contar: “en una oportunidad veníamos con el Dr. Ricardo Badiola, quería aprender, quería hacer práctica. Veníamos viendo un verdeo que había, el Dr. Badiola me codea y me dice ‘que linda pastura, ¿que te parece que tiene ahí?’. Rómulo empezó: tiene Raygras, tiene Festuca, tiene Falaris, tiene alfalfa… ¡Rómulo dijo todo lo que se le ocurrió! Ya habíamos terminado el cuadro, de recorrerlo, Badiola para la camioneta y le dice: ‘Anda a comerte esa avena, ¡pedazo de animal!’”.
“Eso te da una idea de lo crudo que salíamos de la facultad”, dice Rómulo Cañete. “Yo venía de vivir 27 años en Buenos Aires, el campo me gustaba, la facultad me había enseñado los nombres, pero me faltaba muchísima práctica”.
“En mi promoción éramos 200 –dice Tito Orliacq- íbamos a palpar una vaca y para el segundo o tercero prácticamente ya la pobre vaca estaba tensionada, estresada, imposible palparla. Decías que tocabas y no tocabas nada. Gracias a que después los colegas abrían la puerta, no solo en la parte profesional, sino también en la parte comercial, nos ayudaban muchísimo y podíamos hacer experiencia”.
En relación a lo que implica ser jurado de admisión en cada exposición rural, consultados si le pueden decir a un cabañero “este animal no pasa”, ambos médicos veterinarios responden que “nosotros le decimos ‘este no pasa’ y le explicamos el por qué. Yo creo que a lo largo de 30 años le dimos a la Sociedad Rural y a esta exposición jerarquía”.
Explican que “el Dr. Badiola decía allá al principio que prestáramos mucha atención, porque como esta era casi una de las últimas exposiciones rurales que se daba cada año, siempre estaba antes la de Bahía, la de Pringles, acá nos llegaban siempre los animales que rebotaban de las otras exposiciones y que intentaban pasar acá. Tal vez en un principio haya sido así. A lo largo de años hemos ido elevando el nivel o la vara de lo que se exige para que el animal pase. Hoy creo que tenemos un jurado muy competente y con una vara de exigencia muy alta. Que a veces nos ha traído problemas con algún cabañero, que intenta pasar animales que según nuestro criterio no están en condiciones. Y la Sociedad Rural siempre nos respaldó en el 100 por ciento de las decisiones que se tomaron”, dice uno.
“Hemos sido muy exigentes y creo que en base a eso tomó prestigio esta exposición. Creo que con la de Bolívar y la de Bahía Blanca son las mejores de la zona, sin equivocarme. Tuvimos siempre el apoyo de las autoridades de la Rural”, agrega el otro.
Por supuesto que hay anécdotas, miles, algunas de las cuales se recuerdan para sumar en la entrevista.
“Hace unos cuántos años vino a la exposición un camión con animales de Chaco, de la raza Brahman. Raza índica que no conoce gente. Cuarenta y ocho horas en camión, porque no se qué les había pasado. Cuando los bajaron acá se le ocurre a una maestra, con 20 chicos, ir con todos de golpe a ver los Brahman. ¡No quedó un solo animal en el corral! Creo que eran 8 ó 10 y estuvimos dos días buscándolos por todas las chacras vecinas a la rural. Y el día que los pudimos jurar los juramos sin gente. Únicamente el cabañero, que mano a mano con el animal sí los podía tener y el veterinario que lo clasificaba. Creo que quedó uno solo que pudimos mantenerlo durante toda la exposición con un tranquilizante. Los chicos iban y lo tocaban todo, mientras el animal babeaba, porque estaba totalmente dopado. Era un león, que lo pudimos tener quieto con tranquilizantes, y de la manga ¡sólo quedaron astillas!”.
Esta es una y suman otra: “intentos de cabañeros de hacer pasar un toro con un solo testículo. Y una hipoplasia en el otro. Y el cabañero decirnos: ¡no me di cuenta! Es básico, no estamos hablando de si caminaba un poquito mal o no”.
La labor del jurado de admisión que inicia la muestra ganadera y que cada año desarrolla una labor comprometida para asegurar la calidad de una muestra que prestigia a la Sociedad Rural de Coronel Suárez.

 
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