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Juan Manuel Gellert, un suarense destacado.

Recientemente descubrió que tiene un coeficiente intelectual de 156 puntos.
Tiene 37 años, es Ingeniero Mecánico Industrial, egresado de la Universidad Nacional del Sur, título al que le ha sumado varios prosgrados, especialmente en petróleo, ya que trabaja desde hace varios años en la empresa Pan American Energy.

Juan Manuel Gellert nació en Coronel Suárez, es hijo de Edgardo Gellert y Liliana Gantus. Vive en Capital Federal, está casado y tiene una hija.
Hace unos pocos meses atrás, casi por casualidad y respondiendo a la curiosidad que es innata en su persona, se hizo un test básico de inteligencia, lo que lo llevó luego a una consulta para realizarse un test más específico.
Al final de todo este proceso de consulta resulta que su coeficiente intelectual es de 156 puntos (la media de la población es de 100), por lo que pertenece al 1% de la población mundial con ese coeficiente.
Por eso ahora es miembro de Mensa Argentina, organización de carácter internacional, con sede en más de 100 países, incluido el nuestro.
Hace unas pocas semanas lo nombraron miembro de honor de Mensa España, por su coeficiente intelectual.
La Nueva Radio Suárez entrevistó al Ing. Juan Manuel Gellert para volver a tomar contacto con este joven profesional suarense, que a los 37 años descubre que es superdotado intelectualmente, para felicitarlo y para conocer cómo le va en este volver a conocerse ahora desde esta perspectiva que le plantea la posibilidad de nuevos caminos y seguro que algunos interrogantes en torno al desarrollo de todas sus potencialidades.
Contó que en la universidad fue un estudiante común: “creo que el promedio general de la carrera rondaba los 7,5 puntos. Nunca fue un promedio ni sobresaliente ni bajo, fue un promedio normal”.
Sobre el hallazgo de su coeficiente intelectual alto relata que “siempre me gustó leer mucho, leo cualquier tipo de libro y de toda clase. Últimamente estoy leyendo muchas biografías. Leyendo la biografía de Stephen Hawking (el creador de la teoría de los agujeros negros) él en una parte de su relato y de su vida cuenta que cuando era joven, que estaba todavía en la universidad, un colega le recomendó hacerse un test de inteligencia en Mensa”.
Luego señala que “por primera vez escuché esta palabra. Mensa es una organización internacional sin fines de lucro, que nació en Oxford, Inglaterra, en 1946, y cuya finalidad es agrupar a las personas con alto coeficiente intelectual, para brindarle un ambiente en el que se sientan cómodos y puedan desarrollar sus inquietudes, sus talentos y su inteligencia. Son test homologados, validados. Hoy día es la forma más técnica y pluralista de medir la inteligencia. Ingresé en la página de Mensa Argentina –www.mensa.com.ar- allí hay un lugar donde uno puede hacer un test online, gratuito, privado, en el cual estiman, con una aproximación bastante buena, el coeficiente intelectual”.
Gellert dice mas adelante en la entrevista que “por esa curiosidad que me acompañó siempre hice ese test y me dio un número de 130 puntos. Ahí mismo indican que para entrar un Mensa se requieren 148 puntos de coeficiente intelectual, cuando la media de la población oscila entre los 90 y los 110 puntos. Esto es así, porque hay una teoría de probabilidad y estadística que dice que la distribución del coeficiente intelectual en la población se puede aproximar con una curva normal de Gaus, y esa curva tiene una media que está en el orden de los 100 puntos de coeficiente intelectual. Por eso la gente que está sesgada tanto para la derecha como para izquierda de la curva puede o bien tener un retraso en su coeficiente intelectual y detectar anticipadamente algún tipo de problema, como la gente que está más hacia la derecha, que es este caso, puede tener algún tipo de altas capacidades”.
Por supuesto que obtenidos en el test básico 130 puntos la cuestión no dejó de inquietarlo, por eso Juan Manuel Gellert tomó contacto con gente de Mensa Argentina.
Le recomendaron reunirse con el Dr. Carlos Allende, Dr. en Psicología, especialista en superdotación y altas capacidades, sobre todo en niños, que es una de las voces más respetadas en cuanto a test de inteligencia en Argentina, y Presidente Honorario de Mensa Argentina.
“Me contacté con el doctor, tuvimos un par de charlas y él me fue animando para hacer el test. Me hizo tres test, en tres sesiones, de tres autores distintos. Es así la política, para evitar sesgos y evitar casualidades. Al cabo de una semana de análisis por parte de él me llamó un día a su consultorio. Ahí me dijo que a partir de ese momento comenzaba a formar parte del mundo de la superdotación, porque mi índice es de 156 puntos o un percentil 99. Ese percentil significa, según la curva de Gauss, que uno está en el 1% de la población que tiene un coeficiente intelectual de 156 puntos o mayor”.
Claro que fue “una sorpresa muy linda, muy grata, que compartí con la familia, con amigos. Estoy leyendo mucho sobre el tema, es todo nuevo para mí”.
Juan Manuel Gellert, con total sinceridad, explica que “nunca sospeché que podía llegar a tener algún tipo de superdotación. Si bien siempre he leído, siempre me han gustado cosas que ahora, visto en perspectiva puedo atar cabos, y entiendo algunas acciones que hice de chico, o lecturas que realizaba, que ahora explican un poco el comportamiento. Pero tuve una infancia totalmente normal, con mis hermanos, mis amigos, jamás sospeché, ni siquiera en la facultad o en la edad adulta esto”.
¿Cómo es encontrarse de la noche a la mañana con esta realidad, descubrir que en uno habita un superdotado?
Juan Manuel Gellert responde que “me fue grato saber que soy superdotado, porque me explican muchas cosas que yo creía que eran naturales o normales en mí. Hay ciertos perfiles ya trazados, de gente superdotada, que coinciden mucho con las cosas que uno siente. Son perfiles muy fuertes. Tenemos las personas superdotadas hiperactividad cerebral, estamos continuamente pensando, nos cuesta mucho dejar de razonar y de pensar, somos muy introspectivos, estamos continuamente analizando cosas aunque no las decimos, tenemos una actitud bastante crítica, cuestionamientos, velocidad de respuesta. Yo tenía 12, 13 años, iba mucho a la Biblioteca Sarmiento y leía a Borges, sus poemas. No lo hacía continuamente, sino que cada tanto necesita ir y leer alguna de sus poesías, también a Cortázar, entre otros”.
“Para mí era normal, era una necesidad, después salía de ahí y jugaba al fútbol, al básquet, jugaba con amigos. Tenía una vida normal, pero necesitaba en mis ratos libres canalizar esa curiosidad orientada hacia la literatura. Ahora visto, en retrospectiva, tal vez tiene cierto paralelismo”.
Explica además que las personas superdotadas, en la explicación que le ayudó a encontrar el Dr. Allende, “todos tenemos un cerebro que podría ser una computadora, tenemos ciertos cables, unos más modernas otras más viejas, pero todas más o menos iguales. Lo que hace a un superdotado diferenciarse del resto es su procesador”.
“Las personas superdotadas tiene un procesador mucho más veloz y mucho más potente. Lo que tiene es una capacidad muy alta de procesar la información, analizarla a una velocidad mayor, con una eficiencia mayor, pero no significa que otra persona no lo pueda hacer. Eso trae aparejado ciertos largos distintivos de la gente superdotada, que tenemos que acostumbrarnos a ser pacientes, cuando estamos en un grupo de gente, y nosotros ya comprendimos o analizamos una idea, y el resto la está tratando de comprender. No porque no la puedan comprender, sino que nosotros, intuitivamente, lo razonamos más rápido”.
¿Y ahora? Es la gran pregunta que Juan Manuel se hace.
“Lo que hablamos con el Dr. es que ahora lo más importante es tratar de encontrar lo que se puede denominar como el elemento o el talento para el cual uno pueda llegar a tener esa facilidad y pueda llegar a potenciar esa inteligencia. La ingeniería para mí es una profesión, que quiero, respeto y amo, por la cual me pagan y por la cual vivo”.
Relata que actualmente está trabajando como ingeniero en Reservorios para la empresa Pan American Energy, agrega que “no veo que eso sea mi deseo grande en la vida, ser ingeniero. Es una profesión que hago con todo gusto. Pero todavía no he encontrado el talento o el elemento que yo sienta que puedo potenciar con pasión este regalo que me dio la naturaleza, que me dio la superdotación. Será una búsqueda, estará relacionada con la literatura, con las ciencias; me gusta mucho la educación, me entusiasma la educación sobre todo en los chicos, estoy leyendo mucho sobre eso”.
Finalmente apunta que “hoy la respuesta no la sé, es todo muy nuevo. Pero descuento que mi hiperactividad cerebral va a trabajar arduamente para encontrar un canal donde yo pueda desarrollar con tranquilidad y con pasión ese potencial y poder ayudar, que tenga alguna relación con colaborar. Algo voy a encontrar que me apasione”.

 
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