Como hace alrededor de un mes atrás, otra vez la Escuela Primaria Nº 11 tuvo la presencia de ladrones que, aprovechando el fin de semana, se llevaron una computadora completa, nueva, de última generación, además de golosinas del kiosco y algunos alimentos.
Lo que estaba violentado fue una ventana de la zona del comedor, pero resultó evidente que usaron un juego de llaves de diferentes sectores de la escuela, el que después apareció tirado en el interior de un recipiente plástico, en la zona del jardín aledaño, y que llamó la atención de la Directora cuando fue a llevar la basura.
Consultada la Directora del establecimiento educativo de jornada completa, Susana Aller, era inocultable su dolor frente a esta situación.
“Como el viernes la portera del turno tarde tenía licencia cerré yo toda la escuela. O sea, estoy absolutamente segura que estaba todo bien cerrado. Encontramos una ventana abierta del comedor. Y ayer la Directora del jardín vecino me acercó lo que la portera había encontrado, como estamos sacando la basura nosotros y haciéndonos cargo del traslado a los lugares de recepción. Encontraron un tupper que le llamó la atención, lo abrió y encontró un juego de llaves de una de las puertas de la escuela”.
“Fue la segunda semana de las vacaciones de julio cuando tuvimos el primer incidente. Ahora, cuando llegamos el lunes a la escuela, después del desayuno de los chicos, la bibliotecaria comprobó que en su lugar de trabajo faltaba la computadora. Era la más nueva que teníamos en la escuela. Completa, con un buen monitor, con parlantes, para el trabajo propio de la escuela”, dijo la Directora.
En esa computadora estaba archivado un registro fotográfico muy valioso de la historia de la escuela y decenas de trabajos de los chicos, además de otra información valiosa.
“Se llevaron el equipo completo de la computadora y ahora estamos comprobando también que faltan algunas golosinas y algunos alimentos. En primera instancia no nos dimos cuenta de esos faltantes”, dijo Susana Aller, quien agregó que “es muy difícil, una sensación de impotencia muy grande. Las escuelas están preparadas para otras cosas y nosotros también. Para educar, para compartir, para aprender, para crecer y no para que pasen este tipo de cosas”.
Por supuesto que la respuesta de la misma comunidad educativa no se hizo esperar: “tuvimos muy lindas repercusiones con las familias de nuestros alumnos que nos están acompañando muchísimo. Cuando se enteraron lo que había pasado querían hacer todo, ver cómo podían reunir el dinero. Estamos en pro de eso, de hacer un montón de actividades, de ver la manera de generar recursos para recuperar lo perdido. Es más, nosotros estamos en pos de ofrecer a nuestros chicos mejor infraestructura, mejores materiales, mejores recursos. Vamos a seguir en este camino. Lo que pasa es que estos son golpes demasiado grandes y es muy difícil ponernos a pensar como docentes que haya gente que quiera entrar a una escuela para robar algo. Que no pueda pensar que alguna vez fue alumno o que tiene hijos que son alumnos o que va a tener hijos que van a ser alumnos. Por eso es difícil de procesar todo esto”.