A las tres docentes que se despiden de la educación, con la satisfacción del deber cumplido, se les pidió un mensaje para las nuevas docentes, las que hoy están haciendo camino.
Nelly apunta que “la escuela rural es especial. Yo no hice tanto dedo, me quedaba en la escuela. Sí fui maestra de los hijos de mis propios alumnos, 24 años en la misma escuela llegue a formar una gran familia, una familia respetuosa. Si bien es una vida sacrificada, te llena de orgullo y de emoción. Es una tarea hermosa, inolvidable. Son muchos los recuerdos hermosos que me llevo de personas maravillosas que tuve la oportunidad de conocer, y con las que hemos vivido prácticamente juntos. El que realmente es docente, es docente de alma. Es un desafío que uno mismo se propone. A los docentes de hoy, si tienen la oportunidad, aunque sea que se regalen un año de trabajo en escuela rural. Es disfrutarlo, no es un castigo hacer dedo, estar a cargo de todos los grados, salir como uno pueda para llegar a tiempo a las reuniones. La satisfacción que uno siente es impagable, con eso uno se retira feliz”.
Adriana dice que “yo le diría que cuando a veces dicen “¡Al campo no!”, ¡No saben lo que se pierden! Me ha pasado en mi escuela, que las chicas que han ido por una semana, dos meses, tres, el día que se fueron, se fueron llorando. No se hubiesen ido jamás. Las escuelas son lejos, son complicadas, uno deja muchas cosas, pero vale la pena. Yo me fui por un problema de salud, pero me fui porque estaba empezando a perder a mi pequeño niño de 7 años. Y me daba cuenta que el alumno más maltratado mío era mi propio hijo, porque cuando yo volví a casa, al que retaba, era a él. Por eso decidía jubilarme. A las docentes de hoy, les digo que vale la pena, que se van a enamorar del lugar y de la gente”.
Fabiana, en su mensaje final, “yo diría a las chicas nuevitas o no tan nuevas, que aprovechen porque quedan muy pocas escuelas rurales abiertas. Y tienen que disfrutar y pasar por esa experiencia que es maravillosa. ¡Lo que te dan los alumnos de las escuelas rurales y sus papás, es maravilloso! Yo quedé encantada de la última comunidad que estuve, porque los padres y los alumnos me dieron todo lo que me faltaba en esta última etapa de mi vida. Quiero agradecer también a Ana Kessler y Roberto Aliberti, porque los que hoy son inspectores fueron docentes rurales y saben de lo que hablamos”.