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Eduardo Bakchellian, el creador de la empresa Gatic, en Coronel Suárez.

 

“No busqué ninguna prevenda, ninguna desgravación en ninguna zona. Al contrario, me invitaron de zonas donde había promoción industrial y yo las rechazaba, yo buscaba otra cosa, buscaba la calidad de la gente y la necesidad de la gente”.

El fundador de Gatic y otras empresas de calzado y textiles del interior del país estuvo estos días en Coronel Suárez.
La Nueva Radio Suárez encontró a Eduardo Bakchellian en la empresa Le Utopik. Estaba de visita, con un empresario amigo, proveedor de productos para la compañía local que fabrica calzado, y se dispuso a una entrevista después de mucho tiempo.
Con las ganas intactas de seguir trabajando, convencido que hacia el interior del país hay que llevar el trabajo y la producción, en una Argentina a la que hay que poblar con trabajo genuino.
“Estoy muy contento de estar en Coronel Suárez, ciudad que conozco desde los 15 años, porque no es un secreto que yo vine a Suárez porque tenía compañeros del internado que teníamos en San Isidro (se refiere al Colegio Marín). De Coronel Suárez había cuatro o cinco compañeros con los que me hice muy amigo, y entonces en las vacaciones me invitaban a visitar su pueblo. Conocí Coronel Suárez en 1945, de la mano del Dr. Alberto Travería, Mario Wagner, estaba Raúl Bilbao (que falleció hace unos años)”.
Sobre la idea de crear una empresa en el interior del país, dijo Eduardo Bakchellian que “siempre tuve la idea que la Argentina no es Buenos Aires, que es el drama que todavía hoy subsiste. No puede ser que en el 2% del territorio sobrevive la tercer parte de la población, como si el resto del país fuera desértico. Y yo hice esto de ir al interior con un sentido federalista, pero también buscando a la gente. Es gente que está más cerca de Dios, es otra calidad de gente. Llegué a abrir casi 22 plantas en el interior del país, en pueblos donde nadie hubiera ido a poner una fábrica”.
Bakchellian luego sentenció que “no busqué ninguna prevenda, ninguna desgravación en ninguna zona. Al contrario, me invitaron de zonas donde había promoción industrial y yo las rechazaba, yo buscaba otra cosa, buscaba la calidad de la gente y la necesidad de la gente”.
Recuerda que empezó “con ocho, en la calle Boulogne Sur Mer, y después fuimos en una primera gran expansión a la calle Mar del Plata, con una inyectora Ferrari, para hacer los zapatos de tenis. Después llegó un momento que estábamos en 6 lugares diferentes, teníamos que tratar de juntar toda esa dispersión. Entonces estaba de Intendente el Coronel Pedernera. Yo ya había comprado el predio en la calle Olavarría y al Intendente se le ocurrió que esta iba a ser la Detroit de Argentina y se le ocurrió el parque industrial frente al aeroparque. Era sacar a la gente a 2 kms., una cosa de locos, no había servicios ni nada. Yo tenía entonces la idea de hacer todo el crecimiento textil acá en Suárez, por lo que cuando tuvo esa traba me abrí con la parte textil hacia Pigüé. Acá hubo una sensación de alerta y tengo que hacer una mención para una persona que se sobrepuso a esta situación, Marcalain, quien convenció a Pedernera para que pudiera edificar en la calle Olavarría. Gracias a él y a la unión de comerciantes comenzamos a edificar en ese lugar”.
En la época de mayor expansión de Gatic en Coronel Suárez llegó a tener 2.300 empleados y una producción diaria de 16 mil pares de zapatos.
Sobre la mano de obra que encontró en Coronel Suárez, Bakchellian la calificó que “excelsa. Gatic llegó a tener en todas sus plantas 8.500 personas y yo puedo garantizarles que jamás hubo un obrero al que le pagáramos una hora en negro. Siempre todo el personal trabajaba en blanco, con su obra social y el convenio que se aplicaba era el central de Buenos Aires”.
Recordó una anécdota: “cuando tenía 15 años una persona que trabajaba con Bru nos sacó a pasear por toda la ciudad, llegó a la estación, señaló para el lado de las Colonias y dijo ‘ahí están los alemanes de m…’. Me dolió tanto, porque mis dos íntimos amigos del internado eran Mario Wagner y el otro Néstor Mildenberger. Me chocó tanto eso! Pasaron los años, vi la posibilidad de venir acá y di la orden que empezábamos tomando la gente de la Colonia. Eran todos rubios. Llegó un momento en que empezó la prensa y la radio a decir que yo discriminaba. Eso fue la razón por la cual, cuando elegí el terreno –tuve muchas ofertas- dije que elegíamos ese, de la calle Olavarría, porque estaba entre la ciudad y las Colonias. Hice caso a lo que decía la prensa y a tomar gente de la ciudad y de las Colonias, a mechar. Cuando fuimos a la planta de la calle Olavarría empezaron a conocerse, a casarse, a tener hijos y hoy son los señores de la Colonia. Esa fue una función social muy importante que cumple también una empresa”.
Preguntado sobre lo que analizó a la distancia, y con el paso de los años, sobre la caída de Gatic, respondió que “tengo editados dos libros, uno ‘El error de ser argentino’ y el segundo que presenté en el 2006, después de la caída: ‘Así se destroza un país’”.
“Allí está toda la explicación. Claramente ha sido una barbaridad lo que se hizo acá. La crisis mexicana fue parte del problema, pero la convertibilidad, con la apertura de par en par de las aduanas, fue tremenda, realmente. A tal punto que en determinado momento descubrimos que en la Constitución del 94 habían incorporado todas las leyes de la Organización Mundial de Comercio y dentro de esas leyes, la descubrimos nosotros –el gobierno no se dio cuenta, o se olvidó- la cláusula de salvaguardia, que es cuando afectaba la importación a la producción local había que ponerle coto”.
El empresario luego afirmó que “la convertibilidad fue a principios del ´92 y recién en el ´94 nosotros pudimos insistir porque descubrimos esa cláusula que no había sido reglamentada. Cuando la descubrimos tardaron un año en reglamentarla. Se llevó a un acuerdo, junto con Alpargatas y la Cámara del Calzado, que en el 96 y en el 97 tenían que entrar nada más que 11 millones de pares de todos los tipos de calzado. En el 97 entraron 18 millones, en el 98 entraron 22 millones. Nosotros vendíamos a 30 días y era sagrado cómo nos pagaban los clientes. Yo tenía inversiones permanentes, porque estoy convencido que hay que competir con tecnología del 2020. Dejaron abrir las importaciones, prácticamente sin pagar ningún recargo –la corrupción existió y existe, y esperemos que no exista más-, y si nosotros les dábamos a pagar a 30 días, se les daba a pagar a 60, 90, 120 días. Para nosotros 30 días mas de créditos, facturando en ese momento 25 millones de pesos o dólares por mes, tuvimos que empezar a buscar crédito para seguir trabajando. Ese fue el principio del problema, que está muy bien explicado en mis libros. El error de ser argentino no significa otra cosa que haber hecho lo que cualquier buen ciudadano hace en un país serio, trabajar, no sacar el capital para afuera, trabajar en el interior, pagarle bien a la gente”.
¿Qué le gustaría decirle a Macri? Responde que “con Macri me he encontrado muchas veces, porque es más futbolero que yo. Me conoce muy bien, los dos tuvimos el mismo problema (haber sido secuestrados, Bakchellian estuvo 42 días secuestrado). Lo que le tengo que decir a Macri es que primero y fundamental, que de una vez por todas, los políticos hablen de la descentralización de Buenos Aires y de darle fuerza al interior. Al interior se le da fuerza con el agro y llevando industria. No industrias con prevendas, con empresarios que realmente vean las ventajas que tiene el interior del país”.
Al preguntarle si se importa más calzado que meses antes, respondió que “ingresa lo que se había permitido. La gente cree que es Macri lo que permite la importación. No, todo lo que venía entrando como negociado sigue entrando. Es lamentable. Yo digo que siempre es bueno un porcentaje, entre un 15 o 20% de cualquier producto que se hace en el país, porque así uno está obligado a competir. Eso es lo que le aconsejaría, dejar un porcentaje para que nadie hable de una economía cerrada. Pero al mismo tiempo obliga al industrial de cualquier especie a tener la última tecnología y la racionalización de sus empresas”.
Consultado en torno a si tiene expectativas positivas, respondió afirmativamente.
Sobre si tiene en marcha nuevos proyectos, Eduardo Bakchellian dijo que “uno tiene que hacer de cuenta que va a vivir 150 años y tener proyectos, sino se entrega. Yo estoy con proyectos y con un equipo formidable, que ellos mismos –refiriéndose a los propietarios de Le Utopik, lo están utilizando”.

 
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