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Lastimarse los brazos y otras partes del cuerpo.

 

¿Moda adolescente, o una cruel manera de resolver las angustias que transitan?
Responde a los interrogantes la Licenciada en Psicología Silvia Menéndez.
“No se puede generalizar. Sí se puede decir que el chico que hace eso está buscando alivio a algo que le está sucediendo, y que a mayor envergadura del corte más sentimiento interno está sufriendo”.

Esta problemática no es ajena a Coronel Suárez. Tampoco se trata de una cuestión nueva, tiene varios años de venir produciéndose.
Para conocer sobre el particular, para aprender cómo hacer frente y ocuparse correctamente de esta problemática de la autoflagelación, consultamos a la Lic. en Psicología Silvia Menéndez.
“Se trata de un proceso de autoflagelación, son situaciones que se están viendo hace bastante tiempo en los jóvenes, no es nuevo. Particularmente se da en la preadolescencia y en el primer tramo de la adolescencia. En Suárez he atendido muchos casos y estoy atendiendo actualmente. Se da en edades muy bajas, 12, 13, 14, 15, 16 años, más o menos en esa franja. No siempre la motivación es la misma”.
Sobre este particular –la motivación- dijo la Psicóloga que “lo más simple, los casos que revisten menos peligrosidad –estamos hablando de una afección que presenta un síntoma preocupante-, en términos genéricos la intención es el alivio en realidad. No es infringirse dolor, sino aliviar un dolor emocional a través del alivio físico”.
La Psicóloga Menéndez agrega que “es verdad que cuando nos cortamos nuestro cerebro produce endorfinas, entonces produce una sensación de ‘placer’ o ‘alivio’ a una situación que está sostenida desde lo emocional. Un chico que hace eso, claramente, es un chico al que le está pasando algo. La palabra moda hay que tomarla entre comillas. No es una moda en sí misma, sino que es una modalidad social, una forma de hablar y de decir que algo me está pasando. Eso se ve facilitado por las redes sociales. Es verdad que algún grupo, sobre todo en Estados Unidos, empezó con esta modalidad del corte y se hizo expansiva por las redes sociales. De hecho muchos adolescentes tienen sus propios grupos, de Facebook por ejemplo, con chicos de otros lugares del mundo que hacen este tipo de prácticas y comentan sus propias situaciones. Pero no lo hacen a modo de moda, sino que es una modalidad frecuente, que por otro lado es adictiva. Nosotros sabemos que es así. El cerebro se acostumbra a aquello que genera placer y alivio y después pide más. A veces empieza por un rascado con uñas, que se torna insistente hasta que lastima, y ya después ese acostumbramiento hace que pida más el cuerpo y se dirige a la utilización de elementos cortantes”.
Luego la profesional expresa que “la situación es compleja, porque está comprometiendo también la biología del paciente. Puede acarrear tétanos, infecciones bacterianas. Lo que no estamos hablando en todos los casos de un cuadro psiquiátrico en sí, que a veces sí lo es, porque estas expresiones de corte a veces se dan en distintos cuadros psiquiátricos, entonces hay que ser muy observador de la sintomatología que trae el paciente y del discurso, porque en muchas ocasiones el paciente debe ser llevado a interconsulta psiquiátrica, según el cuadro que lo sostenga”.
Para los padres la Psicóloga Silvia Menéndez considera que “no se puede generalizar. Sí se puede decir que el chico que hace eso está buscando alivio a algo que le está sucediendo, y que a mayor envergadura del corte más sentimiento interno está sufriendo. El papá que ve esto tiene que hacer al menos una consulta psicológica y después el profesional derivará si es necesario a hacer una consulta psiquiátrica”.
Finalmente se expresa que “el chico que hace esto está pidiendo el alivio de sí mismo. Los demás estamos ahí para acercarnos y ofrecerle ayuda. Lo peor que podemos hacer es enojarnos con el chico, encima retarlo. Ese chico está en problemas. Se siente muy mal, está muy dolorido íntimamente y está necesitando ser escuchado. No se siente comprendido. Cuando uno ingresa a los grupos de Facebook y lee los diálogos que van teniendo realmente sienten mucha incomprensión por parte de los adultos. No se sienten comprendidos y escuchados. A veces el adulto puede minimizar diciendo ‘cómo se van a preocupar por eso’. La adolescencia y la preadolescencia es muy crítica, si a eso lo situamos en el momento histórico que estamos viviendo, hay variables muy distintas de la que vivimos nosotros en esa etapa de la vida. Hay muchos elementos sociales que antes no existían o existían en una presencia muy ínfima. Ahora tenemos redes sociales que en nuestra época no existían; cualquier información se masifica en pocos minutos; hoy hay acceso a drogas que en nuestra época no existían. Muchas veces la cuestión de los cortes se mezcla con el alcohol, que envalentona y permite hacerle frente a la situación. Son todas estas variables que complican aún más lo que debería ser una adolescencia normal, que ya de por sí es un período complejo de la existencia humana. No hay que entrar en pánico, hay que hacerse cargo. La clave está en el diálogo. Si un padre ve que está pasando esto con su chico tendrá que preguntarle qué le está pasando, generar un círculo de confianza, acercarse a un profesional que lo pueda ayudar y que lo escuche”.

 
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