Y como siempre Hugo Varela no desentona, al contrario, cumple acabadamente con las expectativas que generan sus geniales actuaciones y el sábado pasado su presentación en el Teatro Italia de nuestra ciudad no fue la excepción ante una platea colmada de público.
Una noche que se transformó en una fiesta para el humor, sobre todo en un momento muy particular de la realidad nacional, donde todos pareciera que estamos buscando un antídoto, donde Hugo Varela tiene la dosis exacta.
En la semana habíamos conversado con él y la verdad que después de las humoradas y las ocurrencias nos habló de su trayectoria, el placer de trabajar con Lucas, su hijo, y la alegría de encontrase con un publico que lo identifica claramente con un estilo único, absolutamente personal, porque como siempre se ha dicho Hugo Varela es un ejemplar único en su especie, un talentoso artista y a su vez excelente músico que fabrica sus propios y desopilantes instrumentos.
En su espectáculo demuestra su talento con el gran dominio del público y de su voz, imitando cuanto personaje describe en sus canciones, acompañándose armoniosamente con su guitarra o con algunos instrumentos musicales inventados por él mismo. Sus composiciones muchas veces se basan en estilos del folclore, tango y la música popular argentina.
El espectáculo del sábado pasado fue nuevo, totalmente renovado.
No hay duda de que Varela tiene carisma. Es además ingenioso y consciente de su magnetismo. Sabe que apenas le basta arquear las cejas, deslizar una reflexión picaresca o amagar unos pases de baile para que de inmediato se establezca entre él y su público una connivencia fraterna, en un clima festivo, que se prolonga a lo largo del show.
“La Guitarra Indomable” fue una excelente oportunidad para entregarnos su nuevo material y también para repasar su extenso repertorio de canciones sarcásticas, interpretadas con instrumentos delirantes (muy al estilo de Les Luthiers) que van desde un plumero, una regadera y ventilador de pie con cuerdas, la guitarra partida al medio y hasta un pincullo (parecido a la quena) ejecutada con su hijo.
Buenísimas las intervenciones de Lucas interpretando con su padre una milonga, un bolero, el pincullo y otras intervenciones que el publico valoró con su aplauso.
No faltó el contacto con el público, la pregunta de la procedencia, la presencia de algún profesional, y las insólitas reacciones del artista.
Lo notable es que más allá de las letras paródicas y de doble sentido, el virtuosismo musical es admirable. No le son ajenos las solemnes glosas gauchescas, la milonga rioplatense, el edulcorado bolero, una canzonetta italiana, ni la copla española.
Aplausos finales, reiteradas ovaciones, el artista se despide, deja el escenario y como no podía ser de otra manera llega un gran clásico, “No hay papel”, la famosa corbata rojo punzo, con la cual “ya me amigué”, como expresó en la entrevista con La Nueva Radio Suárez, porque los años han pasado y queda grabado en la mente de su publico y tiene que ofrecer la versión para el fin de fiesta de un espectáculo incomparable.
Platea colmada en un sábado ideal para el humor.