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Visita de integrantes de la Fazenda de la Esperanza, de Carhué.
Brindaron una charla en la Escuela Secundaria Nº 10 de Villa Belgrano.
“En la Fazenda recobré los valores de a poco”.
“Dejé trabajo, estudio, perdí la familia, perdí todo. Uno toca fondo, se siente nada. Luego conocí lo que es Fazenda”.
“Trato de nutrirme a lo máximo, de volver a la realidad. Estoy en esa lucha, que es constante”.
Testimonios de quienes luchan por recuperarse del infierno de las adicciones.

Convocados por la Coordinación Distrital de Políticas Socio-Educativas y por la Escuela Secundaria Nº 10, el viernes pasado tres de los integrantes de la Fazenda de la Esperanza llegaron al establecimiento educativo para brindar una charla de prevención de las adicciones.
Leonardo, Víctor y Rodrigo hablaron extensamente con los jóvenes desde su propia experiencia de vida.
Previamente, en una entrevista con La Nueva Radio Suárez, estos son algunos de los conceptos que dejaron para la reflexión a través de sus propias vivencias.
“Estamos tratando de visitar un poco los colegios, pasar nuestra experiencia de vida a los chicos. Yo conocí este estilo de vida, Dios tomó un lugar en mi vida y estoy muy aferrado a eso. Yo creo que parte de ahí mi recuperación de las adicciones. Dios es el pilar, la base de mi vida. Creo que realmente gracias a Él yo conseguí salir del infierno en el que estaba. La Fazenda fue para mí una forma de vida distinta, donde empecé a dar los primeros pasos en actos de amor. Para mi al principio era todo extraño, hasta que empecé a hacer la experiencia, decidí quedarme y ya pasaron seis años”.
A su turno Leonardo, de 24 años, cuenta que es de la Provincia de Córdoba: “si bien siempre me dediqué a los estudios, como todo adolescente, sentía que quería probar, por curiosidad, o por otros caminos, la marihuana y la cocaína. Luego de conocer ese estilo de vida, al que nosotros le decimos el infierno de las drogas. Al punto tal de perder la familia, de perder todo lo que es económico, heladeras, todo lo que es material. A los 19 años me llegó un hijo. No podía sostenerme yo, menos un niño. De muy jovencito me puse de novio, soy empleado de la Provincia de Córdoba. Luego pasé por tres o cuatro centros de rehabilitación, a base de pastillas, jeringas, atado. No llegué a tapar tanto dolor de las cruces que la vida te pone. Al no poder superarla uno trata de recurrir a las drogas. Tuve sobredosis, un pre infarto, mi cuerpo estaba pasándome las facturas”.
Luego contó que “dejé trabajo, estudio, perdí la familia, perdí todo. Uno toca fondo, se siente nada. Luego conocí lo que es Fazenda. Ahí recobré los valores de a poco, como mis hermanos, de más tiempo en la Fazenda, hacían su aporte desde el amor, desde los pequeños gestos, doblarte una ropa, tenderte la cama, estar siempre atento. Uno se asombra. Soy medio cabeza dura también; estuve tres meses en la Fazenda, me fui y volví a recuperar todo lo que había perdido. Esa oportunidad volví a desaprovecharla, de hecho terminé en la separación, terminé en la cárcel producto de las drogas. Gracias a Dios volví a tener una segunda oportunidad, que no todo el mundo que está en adicción tiene. Por eso estoy aquí, para hablar de esto. Tuve de nuevo la oportunidad de Dios. Trato de nutrirme a lo máximo, de volver a la realidad. Estoy en esa lucha, que es constante. Ahora voy para mi cuarto mes de recuperación. Me dan miedo muchas cosas. Aun no me siento a gusto ni conmigo mismo. El mensaje que vengo a transmitirle a los jóvenes es que hay muchos caminos, que problemas vamos a tener siempre. Nosotros somos gladiadores de la vida, de poder contarlo, poder poner los pies sobre la tierra, estar bien de la mente. Hay muchos que se libran de las adicciones, pero quedan con secuelas muy serias. Gracias a Dios estoy aquí presente para contarles”.
También habló Rodrigo, de 31 años, quien el 25 de julio terminará su año de recuperación y habló con los jóvenes que lo escucharon muy atentamente sobre su experiencia de vida.

 
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