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Tras ser el pato de la boda, el trigo tiene todo para ganar.
Los principales actores de la cadena coinciden en que están dadas las condiciones para un regreso con gloria.
Pero insisten en que se deberá cosechar más calidad.

“¿Por qué sembrar trigo? Porque los productores necesitan ganar dinero y, sobre todo, porque aporta rastrojos voluminosos que mejoran el suelo y limita la compactación; esta es la parte fundamental del capital de una empresa agropecuaria”.
La frase corresponde a Luis Ventimiglia, del INTA 9 de Julio, en la previa de la siembra de trigo, el cultivo emblemático del sudoeste bonaerense, donde no sólo están dadas las condiciones de comercialización y de mercado, sino que los perfiles de suelo aparecen ideales para recepcionar las semillas.
“Volver a hablar de trigo es como algo nuevo. Desde hace años que mucha gente no hace trigo, pero es importante saber qué pasó con el cultivo dentro del sistema en que nos vamos moviendo porque, con la mirada a largo plazo, la cosa cambia”, amplió.
“El ciclo 2016/2017 se perfila con buenos precios a nivel local, pocas dudas a nivel internacional, pero con una gran certeza: se acabaron las retenciones”, aseguró, por su parte, Reinaldo Muñoz, del INTA Pergamino.
De todos modos, el gran interrogante pasa por la calidad del cereal que se coseche.
“No nos engañemos. A nadie le sirve tener un stock exportable de 10 millones de toneladas, si 6 millones son de calidad forrajera”, dijo.
“La calidad, que venía en niveles pésimos por debajo del 10,5% desde 2010, en la presente campaña llegó al valor numérico más bajo de los últimos años. Un auténtico desastre. Tocamos fondo. Fue el pato de la boda de la política K”, explicó.
Muñoz amplió al decir que, en este contexto, los molinos no están consiguiendo trigos que les sirva en calidad y que, por eso, los buenos se llegan a cotizar a casi 4.000 pesos la tonelada.
Los especialistas acentuaron la importancia de la calidad de las semillas y el uso de promotores de crecimiento complementando a los fertilizantes.
“Si quiero hacer proteína debo fertilizar bien. Casi 2.000 kilos de diferencia hablan por sí solos de la importancia de esto”, advirtió Ventimiglia.
Sobre este punto clave para renovar la ecuación para que sea calidad por cantidad, opinó María Fernanda González Sanjuan, de la Asociación Civil Fertilizar.
“Cuando uno entiende que la proteína es nitrógeno, se aprecian los problemas de calidad que tenemos hoy”, sostuvo.
“Y eso que las gramíneas siempre tuvieron mayor fertilización que la soja. Venimos de muchos años en que el 40% de la soja no fue fertilizada y eso ha generado un déficit marcado en los suelos. El suelo se resintió”, explicó.
“Este manejo inadecuado de paquetes tecnológicos redundó en un círculo que tenemos que romper. Siempre el suelo termina subsidiando a la producción”, afirmó.
Según González Sanjuan, si la Argentina sembrara las mismas hectáreas que en 2011, pero con una correcta fertilización, se podrían obtener 24 millones de toneladas más: 9 millones de soja, casi 5 millones de maíz y 9 millones de trigo.
“Las perspectivas cambiaron y el desafío está claro. Estamos listos y preparados para acompañar a los productores en sus decisiones”, aseguró Sergio Degenhardt, de insumos de Tomás Hnos.
Fuente: La Nueva.

 
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