A todos conmocionó el caso de Micaela, la jovencita de Bahía Blanca que fue captada por un sujeto a través de las redes sociales, a quien citó y terminó luego asesinándola.
Mucho se ha dicho sobre este caso, una de las cuestiones que han surgido es que la adolescente tenía más de un perfil en las redes sociales, que su familia desconocía. A través de uno de ellos la contactó su asesino, se presentó con un perfil falso, identificándose como una jovencita igual a su víctima, manipulándola totalmente, haciéndole incluso creer que era una mala hija, según ha expresado la mamá de Micaela en una entrevista.
¿Qué hacer frente a las redes sociales y el uso que nuestros hijos hacen de ella?
Con este interrogante entrevistamos a la Lic. en Psicología Silvia Menéndez, quien comenzó diciendo que “no tenemos que perder de vista el eje de esta cuestión. Hay dos cosas bien diferentes pero muy interesantes para replantear ante un hecho dramático como este. Primero no hay que perder de vista que el adolescente, el púber, el niño, siguen siéndolo más allá de estar capacitados para instrumentar la nueva tecnología. Psicológicamente siguen siendo tan inmaduros como siempre, y siguen teniendo ese espíritu de exploración y ese espíritu de curiosidad y de aleación con pares. Eso se mantiene. Lo que ha cambiado es la introducción de la nueva tecnología y nuestra poca disposición porque no estamos acostumbrados nosotros, los padres, a ese manejo y es un mundo que nosotros no manejamos. El niño, el adolescente, el púber sigue siendo tan inmaduro como siempre y ahí afuera en la realidad sigue habiendo perversos como hubo siempre en la humanidad”.
Otro eje de análisis que planteó la Psicóloga es “la necesidad de revisión de la conexión de la Psiquiatría, la Psicología y el Derecho. Si bien hemos ido avanzando con los años, siguen quedando baches muy importantes. Cualquier psiquiatra o psicóloga sabe que una persona que es perversa, que está presa por violación, esa persona no se cura. Acá tiene que haber un replanteo a nivel país de la justicia, desde mucho lugares. Tenemos que hacer una movida importante para que estas cosas cambien. Se trata de replantear, aggiornar. Porque si desde la ciencia se sabe que una cierta patología no se cura, no podemos decir que porque una persona tuvo buena conducta, cosa que puede ser cierta, porque la disfunción de esa persona es meramente sexual, puede ser dejado en libertad. Su problema no se resuelve nunca. Una persona que abusa lo va a seguir haciendo. El derecho no puede desconocer lo que ciencias como la psiquiatría o la psicología ya saben”.
Agregó que “lo otro es resorte de los papás en parte. El chico tiene hoy en su teléfono la computadora y no necesariamente en casa abre la compu que tiene en su teléfono. Ni siquiera sabemos cuándo, en qué momento está conectado. Lo que no debemos perder es el sentido común, el criterio. Darnos cuenta que nosotros seguimos siendo la autoridad en casa. Seguimos siendo guías y los responsables de formar a nuestros hijos. Hoy más que nada el diálogo. Aunque al chico le parezca que sos una pesada. Que sienta que estás. Y de última si uno no sabe, acercarse a alguien que sepa manejar la nueva tecnología, para saber cuántos y cuáles contactos tiene, quiénes son. De última que muestre el teléfono, porque sigue siendo menor. El otro día una mamá me decía, ‘yo no quiero invadir su privacidad’. Todo bien con no invadir su privacidad, pero si antes, cuando no existía el teléfono, le preguntábamos quién era su amiga, eso no era invadir su privacidad. Esto es lo mismo. Decirle, vamos a ver tu facebook, ¿quiénes son tus amigos?, ¿de dónde los conocés? ¿Verdaderamente lo conoces? El punto está en el diálogo, en el encuentro”. |