Los últimos años lo hizo en el sector de Parques y Plazas, por lo cual se ocupaba de la poda, de mantener limpios algunos sectores, como el Anfiteatro Inda Ledesma, y otras tareas que tienen que ver con el mantenimiento de los espacios verdes de la comunidad.
Cuenta que fue a la escuela poco tiempo, ya que por portarse muy mal, las maestras y la directora le dijeron que no fuera más.
Y cuando estaba haciendo el servicio militar en Bahía Blanca los jefes le indicaban que tenía que terminar la escuela. El insistía en que “a la escuela no vuelvo más”.
Cuando terminó su labor de soldado se llevó consigo un lindo diploma, por buena conducta, lo que su manera le representó un orgullo.
Todos lo conocen en Santa Trinidad: porque es un buen hombre, un buen vecino, que no deja de tener en el bolsillo un caramelo, un chocolate, un chupetín para los chicos de su querida colonia. El explica “soy soltero, no tuve hijos y a mi me gustan mucho los chicos, esto lo hago desde siempre. Antes cuando iba a los bailes me gastaba cada noche mucha plata comprando golosinas para darles a los chicos que estuvieran en la fiesta. Y hoy en día, muchas veces, me llaman niños desde el patio de casa para ver si no tengo algún chupetín o un pedacito de torta”.