Pirucha tiene la sonrisa amplia, la mirada recta y el paso firme, propias de una maestra exigente, convencida con la tarea que desempeña.
Es capaz de emocionarse cuando ve llegar a las aulas, no solo a los hijos de quienes han sido sus alumnos, sino también de los nietos a quienes enseñó el arte de escribir bien, de comprender lo que se lee, y los vericuetos que tiene nuestra historia.
Maestra de los grados superiores, lo que más le gustaba dar era Sociales y Lengua. Tardó mucho tiempo en titularizarse: 19 años, resulta que cuando se recibió eran épocas en las que costaba conseguir una suplencia, y mucho más una vacante prolongada en educación.
“La primera escuela en la que di clases, fue la Escuela N° 2, teniendo como Director al gran Saíno, y me gustó tanto, que me dije que a esa escuela iba a volver para jubilarme. Así lo pude hacer: después de muchos años de trabajo en diferentes escuelas, llegué a cumplir mis últimos años frente al grado en la Escuela N° 2, antes de jubilarme como maestra de la Provincia”.
Pirucha ahora está en áreas administrativas, en la Escuela N° 46, donde sigue cosechando lo que sembró en sus alumnos, cuando llegan como padres o como abuelos a la escuela donde está, o se la encuentran circulando por Coronel Suárez, y es ineludible un abrazo, un saludo a su querida maestra.
Fuimos especialmente a saludarla en el Día del Maestro.