Tiene 84 años esta mujer que durante mucho tiempo trabajó en la cocina del Hospital Municipal de Coronel Suárez.
En los años en que las parturientas se internaban un mes o quince días antes de la fecha probable, porque no sabían cuando iba a nacer su hijo, vivían lejos y no querían correr riesgos. También en los años en que –al ser el Hogar de Ancianos, solo para varones, en un principio- había una sala de abuelas que allí vivían.
En épocas donde, en lo que es ahora la Plaza Tambor de Tacuarí, estaba el predio protegido por un gran cerco y en el interior se cultivaban frutales y verduras, para los pacientes internados en el Hospital.
También se criaban cerdos y otros animales domésticos que los hombres faenaban, y luego había que terminar de prepararlos, o incluso ocuparse de la preparación de toda la facturas de la carneada, también como reserva de alimento.
Nilda Irma Pomphile recuerda cuando después de preparar la comida tenían que cruzar la calle, con escaleras, para bajar frutas de la plantas, para poder servirles algo de postre a los pacientes del Hospital.
La cocina funcionaba a gas oil, que a veces, cuando iba terminándose el combustible, se le daba por explotar, y entonces teñía de hollín las ollas, todo el ambiente y hasta las sábanas que habían lavado las lavanderas y que colgaban en el sector exterior.
Esos días tenían que sacar las ollas de gran porte afuera y cocinar la comida en un fuego que se armaba en estas ocasiones.
No era fácil, eran jornadas de mucho trabajo.
A toda esta tarea, esta mujer trabajadora la condimentó con un humor sin igual, que solamente se opaca, hoy en día, cuando piensa y habla con su familia sobre la realidad del país, y sobre la poca argentinidad que ve en las generaciones de ahora.