Con un espíritu tranquilo, capaz de conducir con toda serenidad a una legión de colaboradores que pusieron manos a la obra para elaborar el típico postre de los alemanes del Volga y entregarlo porcionado a la gente fue no solo el principal impulsor del plato sino que fijó las pautas estratégicas para su preparación, cocción, moldes y todos los detalles precisos para elaborar la exquisitez.
Para las 3 de la tarde, cuando había terminado el acto oficial, se disponía a cortar las dos piezas de strudel de más de quince metros para proceder a la degustación popular.
La primera porción fue para el Intendente Palacio, mientras el público expectante rodeaba la extensa mesa que se había preparado en plena avenida, frente al escenario mientras la música se hacía escuchar con los compases tradicionales de las poleas alemanas.
Javier Graff casi emocionado recibía las felicitaciones de todo el mundo se aprestaba a descansar después de agotadoras jornadas que seguramente le habrán demandado semejante esfuerzo pero justo es también destacar a las personas que le ayudaron en esta impresionante patriada.