Como en los Saloon del salvaje oeste en las gomerías de la zona crece una leyenda. La del pozo asesino.
Dicen que viniendo de Sierra de la Ventana por la Ruta 76 (casi un nombre de leyenda que remite a la mítica Route 66), a la salida de una curva cruzando un arroyo acecha a sus victimas.
De noche sobre todo golpea duro, a veces coloca un doble knock out y te deja con dos ruedas menos, si se tiene suerte se salva la llanta y la suspensión, o el amortiguador; algunos no tienen esa suerte.
El gomero, por ejemplo, me contó que a él le llevo un amortiguador trasero de su “renolito” 12, al surgir “La Bestia” de improviso desde un camión que lo precedía.
A mi me golpeó una noche, el domingo pasado para ser mas preciso, a eso de las 22:30 hs.
Por un rato estuve solo, pero pronto tuve la suerte de sentirme acompañado; en el silencio de la noche de luna se escuchaba nítido el “knock, knock” de su upercut. Aleteando como un pájaro herido, las victimas porfiaban en seguir, pero finalmente caían, mas o menos donde yo estaba. Otros, pese a recibir el duro castigo, seguían, aparentemente indemnes (cosa de Mandinga).
Ocho paisanos (y paisanas) no tuvimos tanta suerte esa noche y por poco terminamos realizando una alegre tertulia a la vera del camino. Pero no, como quien despide a un compañero de aventura, los veíamos solucionar su percance e irse.
Finalmente a eso de las cuatro de la madrugada, luego de superar la falta de señal del celular y gracias a la solidaridad de unos vecinos, llegó el auxilio.
Haciendo una extrapolación de cifras nos daría que unos 240 autos por mes caen en sus fauces, sin tener en cuenta que también debe golpear a plena luz del día.
Ha pasado algún tiempo y seguimos enterándonos de algún conocido que también fue sorprendido por el forajido; sin ir mas lejos hoy volví a la gomería para anoticiarme sobre la salud de mis pertrechos y me comentan que tres nuevos casos de llantas torcidas por el susodicho habían sido solucionados en la fecha.
Pero uno debe comprender al monstruo, él solo descarga el resentimiento de haber sido olvidado por su padre, un tal Daniel Scioli, que se jactaba de hacer rutas, y para colmo de males su primeriza madre adoptiva, una tal Vidal, se niega a apresurarse a reconocerlo.
Bueno es aclarar que el descarriado no está solo, ya amenazan con hacerle sombra varios amigos que crecen no muy lejos de su soledad, en el abandono pandillero, casi, casi como un chico de la calle (valga la ironía).
Bueno sería que algún piadoso funcionario municipal de Vialidad se apiade de su alma y le de pronta sepultura, o el Delegado de Villa Arcadia quizá al pasar en algún ocasional traslado a Suárez pueda aunque mas no sea arrojarle unas paladas de tierra para aliviar su dolor de abandono, y el que provoca a los que pasan por ahí. Desde aquí hago votos porque así suceda. Amén.
Ricardo Velázquez - DNI 13.323.230