Dirigió la caballería peruana y colombiana en la Batalla de Junín el 6 de agosto de 1824.
Desde muy corta edad comenzó a participar en los principales sucesos de las independencias de América del Sur:
Formó parte del Regimiento de Granaderos a Caballo, luego se incorporó al Ejército de los Andes donde fue designado para cumplir diversas comisiones en varios destacamentos en la cordillera, como ser fue él quien avistó a los realistas antes del desastre de Cancha Rayada y con furiosa carga arremetió contra los españoles esa madrugada cuando todos estaban entregados al descanso. A fines de 1816 fue ascendido al grado de Alférez de Caballería.
Abierta la campaña sobre Chile, atravesó los Andes luchando con el soroche y el paludismo que diezmaba a la tropa joven e inexperta. Se batió denodadamente en la Batallas de Chacabuco (1817) y Maipú.
En 1820 marcha como Capitán en la Expedición al Perú que partió desde Valparaíso con el Gral. San Martín, país en que habría de conquistar nuevos laureles, entre ellos combates de Torata y Moquegua, donde seguía Suárez con la fiereza de siempre disputándose palmas de valor con Juan Lavalle, Vicente Suárez, Hilarión Cabrera y Ramón Deheza, todos ellos del batallón ll de Cazadores, entre otros.
Promovido al grado de Mayor formó el Escuadrón de Húsares de Trujillo, y vuelto a Lima, prestó servicios con el General Guillermo Miller, e intervino en la Campaña del Sur.
En 1824 estuvo a las órdenes del General Simón Bolívar, combatiendo en la célebre Batalla de Junín, el 6 de Agosto de ese año, acción en la que fue el héroe de la jornada, pues esa victoria se debió exclusivamente a su extraordinario comportamiento al frente de su regimiento de caballería que desde entonces fue denominado "Húsares de Junín".
Allí le salvó la vida al Coronel Olavarría y al General Necochea, quienes habían sido mal heridos, arriesgó su propia vida entre medio del fragor de la lucha, como en el caso de uno de ellos que ya había sido tomado prisionero y el valiente Suárez rescató heroicamente, para luego continuar en el enfrentamiento.
En esta batalla, donde no hubo tiros sino simplemente sable y bayoneta cuchillo, que duró alrededor de una hora aproximadamente, a 4.000 mts. de altura sobre el nivel del mar, tuvo no solo el coraje sino también el honor de ser el reversor, convirtiendo una derrota consumada en victoria gracias a su destreza e inteligencia cuando cargó al grito de degüello al enemigo.
También actúo heroicamente en la batalla de Ayacucho (que dio entera libertad a Sudamérica).
El Coronel Isidoro Suárez fue un hombre íntegro, honrado a carta cabal,
ES UN HONOR QUE NUESTRO PARTIDO LLEVE SU NOMBRE
Coordinadora del Centro de Investigaciones Históricas y responsable del Archivo Municipal
Prof. Gladys M. Meyer