“Este es un buen momento para hacer un balance, para agudizar la mirada, para profundizarla y tratar de ver un poquito más allá de lo que se ve. Si yo hice determinadas cosas a lo largo del año, tomé decisiones o tuve distintos comportamientos que hoy me lo puedo reprochar, tal vez lo que tenga que hacer es descubrir qué hay detrás de eso que me ha pasado, ¿por qué tome esas decisiones? En la Iglesia estamos viviendo el año de la Misericordia. Tal vez entonces tengamos que ser un poco más misericordiosos con uno. ¿Esto sería decirse lo que a uno le gustaría escuchar? ¿Qué está todo bien, que no fue para tanto? No. Es tratar de descubrir detrás de lo que me ha pasado, de lo que yo he construido, algo más profundo. Tiene que ver con aquellos hilos que por ahí no son tan claros y conducen mi vida. Tiene que ver con mis fragilidades, con mi historia, con mi dolor, tal vez de muchos años, que a uno le hacen tomar determinadas actitudes con familiares o con amigos”.
Estas fueron parte de las expresiones del Diácono Diego Areán, a quien le solicitamos una reflexión por estas fechas especiales, que siempre son, para toda la gente, tiempo de balances.
“En general, cuando uno mira para atrás, tiende a ver lo negativo. Aun en lo negativo, con una mirada misericordiosa, podemos encontrar qué es lo que hay detrás. Descubrir que Dios está detrás, incluso de mi fragilidad, incluso de aquello que me haya pasado. Al decir esto pienso en decisiones de dolor que no tienen que ver con decisiones de uno; perdidas de familiares, ausencias, separaciones, traiciones, dolores grandes. Por eso digo que este es un día para agudizar la mirada, para no quedarme con el hecho en sí, sino tratar de ver qué es lo que puede estar pasando y desde la fe descubrir que Dios es un padre que nos sostiene y que está metido al lado nuestro, en nuestra historia. Aun en aquellas situaciones en los que no lo veo agudizar la mirada, para ver dónde estuvo, dónde está. Él me conduce”.
“¿Cómo puedo descubrir que me conduce en esto tan doloroso? Dios tiene una palabra detrás de cada situación de dolor. Y en las situaciones de felicidad es más sencillo ver a Dios. Uno puede reconocer cuántas bendiciones hubo para uno en el trabajo, la familia, los logros personales, en algún logro de un familiar. Pero insisto, lo importante es agudizar la mirada, para descubrir mas allá de los hechos, de lo que nos pasó, qué es lo que está pasando por debajo. Esa agua profunda que circula y que construye nuestra historia personal, la historia de nuestras familias y la historia que queremos. Dios es un padre presente y no se le escapa nada de lo que nos sucede. Animarnos a mirar el 2016 con la mirada más renovada. Hoy llovió, entonces, que se lave la mirada también para mirar el 2016 de manera más límpida”.