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Hermana Liliana, Hogar La Providencia.
“Estoy segura que el año que viene será mucho mejor, porque estamos tomando conciencia que entre todos podemos mejorarlo”.

El Hogar La Providencia, que tiene una amplia trayectoria dedicándose a la atención de niñas, funciona ahora con la nueva ley del niño y del adolescente como Hogar de Día y como Hogar Abrigo en los casos en los que hay necesidad.
Continúa en el marco de esta ley con una labor constante, en la búsqueda de la restitución de derechos de los niños, en derechos tan básicos como el de la alimentación, un techo seguro y el cuidado de personas que amorosamente atiendan sus necesidades materiales y de afecto.
En este contexto atienden a alrededor de 25 familias, según las últimas cuentas realizadas por la Hermana Liliana Moyano, Directora del Hogar, y quien además, en una tarea casi silenciosa, ha formado un grupo de misión integrado por adultos, pero también por jóvenes, con quienes se contribuye de esta manera a su formación integral, para que aprendan a ver en otro prójimo próximo a Jesús que sufre y necesita ayuda.
Consultada la Hermana Liliana sobre la evaluación del año transcurrido para esta institución expresó que “al concluir este año damos gracias a Dios por este tiempo caminado juntos, junto a toda la comunidad de Coronel Suárez que nos permite un poco seguir siendo los brazos de Dios que quieren extenderse a quien lo necesita. Además de la atención que realizamos de las niñas, que la comunidad ya conoce, este año hemos intensificado la acción misionera y Dios ha querido que se vayan uniendo a lo largo del año. Anoche mismo tuvimos un encuentro y se sumó gente nueva. Distintas personas, con las cuales compartimos algo que es propio de nuestra Congregación que es la misión, hacia los que más necesitan. No solo materialmente, sino espiritualmente. Hay muchas necesidades. En algún documento de la Iglesia se dice que la mayor pobreza es la soledad. Por ahí hay gente que está sola aunque esté rodeada de muchos. Este dirigirnos personalmente a cada uno, ir a su casa, tomar unos mates, compartir algo o simplemente estar en la vereda porque no se puede llegar más allá, compartiendo la alegría de la fe, con gestos. Si es necesario con palabras. Como dice el Papa Francisco, primero los hechos, primero el testimonio. Esto lo hacemos acompañados con adultos y jóvenes que se van sumando. Anoche mismo estuvimos pensando en Reyes, en la Epifanía, para compartirla con todas las familias. Como que el año termina, pero no termina nada. Dios siempre está y nos invita a acercarnos a él y a invitar a otros para que compartan la fe”.
Relató que al Hogar “vienen niños durante el día, en distintos momentos, distintos horarios, según las necesidades de trabajo de los papás. Agradecemos la colonia de vacaciones que nos brinda el Club Blanco y Negro, donde podemos llevar a varios chicos a que disfruten de la pileta y a compartir con sus pares en un tiempo tan lindo. Intentamos como ir viendo qué necesita la familia y qué podemos aportar nosotros, junto con toda la gente que nos acompaña siempre, porque las dos Hermanas que estamos es imposible que podamos hacer nada. Lo hacemos con la ayuda de Dios y los brazos que se extienden y el tiempo que dispone, se acerca, viene y nos acompaña”.
Dijo que le duele “ver el rostro de Jesús niño que sigue extendiendo la mano, que tiene hambre, que no entiende por qué tiene que vivir en un lugar que se dice ‘casa’, pero no puede llamarse así. Ayer visité unos lugares y digo el frío entre las chapas duele, pero el calor inmenso también. Todos nos quejamos del calor en estos días, pero lo pasamos en nuestra casa. Hay quienes no, hay quienes están en poco menos que un basurero de lugar en el que viven, donde hay niños y bebés. Eso es muy doloroso. El que no reconozcamos la dignidad de cada persona, más allá de la situación en la que está, los errores o las cosas mal que cada uno pudo haber hecho en la vida. Más allá de eso, siempre tenemos que tener otra oportunidad, por el solo hecho de ser personas. A pesar de todo es importante no perder la esperanza, Dios nace en Belén para llamarnos a la alegría, a decir yo nací en la pobreza, el niño Dios nos dice que también lo persiguieron, junto a su familia, que tuvo que huir porque querían matarlo. Para San José y la Virgen tampoco fue fácil: tuvieron que ir a un país extranjero, sin trabajo y sin conocer el idioma y confiando en Dios salieron adelante. Desde esta esperanza cierta, desde este modelo seguro, seguimos siempre apostando a la vida y con la certeza que siempre se puede mejorar la situación y que el amor va a vencer siempre”.
En un mensaje final dejó “una acción de gracias a todos, a quienes nos han ayudado en el día a día, en el trato con las personas; a quienes nos han ayudado en distintos eventos para poder acondicionar la casa y mejorarla, y decir que es el llamado y el deseo del corazón de todos que trabajemos juntos y en paz. Que veamos qué cosas nos unen para poder ponerlas en común y al servicio. Coronel Suárez es una comunidad muy solidaria y es hermoso que se puedan hacer tantas cosas y haya tantas instituciones que se vuelcan al servicio de los demás, y que tengan la ayuda y el apoyo de la comunidad. Estoy segura que el año que viene será mucho mejor, porque estamos tomando conciencia que entre todos podemos mejorarlo”.

 
 
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