El lunes pasado recibió su diploma de egresada de la escuela primaria luego de dos años de cursar estudios en este nivel. Saldó así una deuda que traía desde su infancia, en su localidad de nacimiento, Médanos, donde por ser la mayor de los hermanos en una familia numerosa, donde falleció su mamá a muy temprana edad, tuvo que ocuparse de la casa y de la crianza de los más pequeños.
El martes por la mañana Esther andaba en su casa con la medalla de egresada colgada en su pecho, acompaña de su hija y su hijo, quienes habían venido de las ciudades en la que están viviendo para acompañar a su madre en tan gigante acontecimiento.
Fue su hija, María Esther Ortega, quien le ayudó a relatar su historia de vida.
“Había ido hasta segundo grado” dice la mujer, mientras la hija contó que “eran muchos hermanos, mi madre era la mayor, falleció su mamá y entonces tuvo que cuidar a los más chicos. Pero además tampoco era costumbre en esos años que la mujer fuera a la escuela hasta terminar. Pero a pesar que tenía solo hasta segundo grado ella nos ayudó hasta 4to grado con nuestros estudios. Nos ayudaba a hacer los deberes. Lo que había realizado en la escuela lo había aprendido muy bien”.
Sobre la docente que le enseñó, Raquel Lázaro, dijo que “es una maestra muy buena, muy cariñosa”. La hija agrega que “a mi madre le gustó mucho volver a hacer cuentas, leer. Estaba muy feliz con todo este proceso de estudio. Para nosotros representa una emoción muy grande. Vinimos para estar con ella en su graduación. Fue toda una emoción. Es un ejemplo para los hijos y la verdad que también para todos”.