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Padre Leandro Volpe.
“El árbol de Navidad tiene que ser para nosotros como una especie de faro. Al pie tiene que estar el pesebre. El faro indica dónde están las cosas, nos indica dónde está Jesús”.

“Creo que a fin de año nos juntamos todos, no solamente que las cosas se juntan, sino que todos buscamos encontrarnos. Y cuando llegamos al tiempo de Navidad también el Señor viene a nuestro encuentro. A fin de año nos encontramos con las cosas, de algunas cosas nos empezamos a desencontrar porque vienen las vacaciones, pero también nos encontramos con quienes queremos. En ese sentido podemos pensar la Navidad como es: como el momento en que nos encontramos los que nos queremos y como Dios nos quiere también sale a nuestro encuentro. Si nos vamos a sentar todos juntos siempre es importante que estemos reconciliados. La confesión hay que entenderla desde ese marco, la necesidad de estar reconciliados y en paz con Dios, con nosotros mismos y los demás, o como dice también nuestro Papa, con el resto de la creación, de la que también somos no solo quienes la usamos sino también sus responsables y cuidadores”.
Sobre la confesión recordó que “se asienta en una virtud olvidada que es la humildad. Tiene que ver con la capacidad de reconocer nuestras debilidades y descubrir que no podemos solos y que tenemos que estar en paz con los demás. Con Dios y con quienes tenemos al lado. En el fondo reconocer que nos necesitamos unos a otros y por eso tenemos que estar en paz unos con otros también”.
¿Una reconciliación con unos y no con otros, es una reconciliación a medias?, fue la pregunta y la respuesta del Sacerdote fue “depende. La intención de reconciliación en todos tiene que surgir respecto de los demás. Ahora puede ser que el otro no quiera reconciliarse conmigo, y eso no depende de mí. Pero la intención de querer estar reconciliado con el otro, en el corazón de cada persona, eso es lo importante. Abrigar el sentimiento en el corazón de querer estar reconciliado con el otro, eso es lo importante. En el corazón cristiano eso se nota, cuando una persona es capaz de rezar por el bien del otro. Hasta incluso Jesús nos enseña a orar por nuestros enemigos, y él mismo también lo hizo cuando dijo ‘Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen’. De tal manera que el mismo Señor nos dio no solamente su palabra sino su ejemplo para estar en paz con todos”.
Indicó que en este tiempo, en el que se acercan las vacaciones, “se nos van restando actividades y nos empezamos más a mirar a nosotros, al ambiente que nos rodea. Eso también es importante. En el Evangelio, hace algunos domingos, el Señor nos hablaba de no dejarse aturdir. Justamente, el tiempo de fin de año es un tiempo de desaturdimiento, que si uno tiene la grandeza de no taparlo con otras cosas es un tiempo de encuentro con la realidad que a uno lo rodea y también de ir limpiando, acomodando, las cuestiones espirituales”.
Recordó que “el árbol de Navidad tiene que ser para nosotros como una especie de faro. Al pie tiene que estar el pesebre. El faro indica dónde están las cosas, nos indica dónde esta Jesús. La cosa no se agota en el árbol sino en encontrar al pie el pesebre”.
En la reflexión final para la gente de los Pueblos Alemanes dijo que “lo importante es vivir este tiempo de Navidad como un tiempo de encuentro, que sea verdaderamente un tiempo de paz. La paz que indique un encuentro, no una distancia. Que nos implique encontrarnos sin prejuicios, desde nuestros valores pero también dispuestos a descubrir el valor que el otro puede tener. Sea el tiempo de la fe u otro valor que pueda tener mi prójimo”.

 
 
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